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Un especialista del hospital docente Guillermo Domínguez López, de Puerto Padre (Las Tunas), ha decidido dejar su trabajo después de que el director del centro, Franklin Ojeda Téllez, le impusiera una sanción por no priorizar a una amistad suya y darle el mismo trato que se le da al resto de pacientes, según fuentes cercanas al médico que ha pedido la baja.
Quince días después del incidente, nadie del hospital se ha puesto en contacto con este especialista para conocer el motivo por el que deja un trabajo que muchos doctores cubanos siguen haciendo por vocación, pese a que el sueldo no les alcanza para vivir.
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Desde el entorno del joven especialista, que llevaba cuatro años vinculado al hospital de Puerto Padre, lamentan que este caso que entienden que es un ejemplo claro de abuso de poder, acabe con la carrera de un profesional que fue formado con dinero público durante diez años (seis para hacerse médico general y cuatro para la especialidad) sin que nadie se pregunte qué ha pasado.
Todo empezó hace unos quince días cuando el médico que ha pedido la baja del hospital recibió una llamada del cuerpo de guardia de Medicina Interna para que valorara a un paciente con linfangitis, una patología que no es atendida de urgencia y para cuyo tratamiento existe un protocolo claro en el hospital, que marca un plazo de entre 24 y 48 horas para valorar al paciente.
Sin embargo, éste no era un paciente cualquiera sino un amigo del director del hospital, Franklin Ojeda Téllez y, además, un familiar de un conocido funcionario del Partido Comunista de Las Tunas.
El paciente llegó al hospital sobre las 14.00 horas y el especialista sancionado, avisó a Medicina Interna que al no ser un caso urgente, iba a ver otros casos prioritarios y que al día siguiente por la mañana, dentro del plazo establecido, revisaría la situación de esta persona. Pero esta decisión no gustó al director del hospital, que al día siguiente lo mandó a llamar a su oficina con una supervisora de Enfermería. Una vez allí, el médico sancionado le explicó al director que solo hay dos especialistas en el centro y que hay otros pacientes urgentes y que ésta no era una urgencia.
El director, sin siquiera darle las buenas tardes, le dijo que tenía un análisis de indisciplina que él había cometido el día anterior. Por más que el especialista le explicó que la linfangitis no es una urgencia médica, el director no cedió y al quedarse sin argumentos porque el protocolo del hospital es claro al respecto, le dijo que como él era el director y había sido él quien lo había mandado a llamar, ese paciente tenía que haber sido visto en el momento y que le iba a aplicar una medida disciplinaria.
Cansado de todo, el especialista, que llevaba en el hospital desde el día antes, desde por la mañana, sin almorzar y había entrado así mismo a hacer una cirugía a las 18.00 horas, le dijo que ese día era el último que iba a trabajar, a lo que el director respondió: "Un angiólogo menos" pese a que la institución solo cuenta con dos especialistas y ahora se quedan con uno.
"Ya hace 15 días de eso y nadie se ha dignado a preguntar por qué fue que renunció un médico del hospital, pese a que un paciente, testigo de lo ocurrido, se quejó del incidente en Atención a la Población", lamentan desde el círculo cercano al médico afectado.
Para volver a su trabajo, el especialista solo necesita una disculpa del director por haber cometido lo que su entorno entiende que es abuso de poder. "Nos acabamos de enterar que dicho paciente, como es amistad del director y familiar de un funcionario del Partido Comunista goza de privilegios como que le están administrando ceftriaxona (rocephin) único tratamiento que quedaba en el hospital, pese a que hay otro paciente que lo necesita con mayor prioridad".
Éste no es el primero ni el único caso de médicos cubanos que renuncian a seguir ejerciendo su profesión. En noviembre pasado un joven médico cubano, con apenas tres años de egresado de la universidad, compartió en las redes sociales una dura confesión: abandonó la profesión que tanto ama debido a la denigrante situación de la salud pública en Cuba.
Recientemente, un médico de Santiago de Cuba, agotado de presenciar la muerte de pacientes por la falta de medicamentos e insumos, y ante la incapacidad del régimen para encontrar soluciones efectivas, comparó la precariedad del sistema de salud—durante décadas presentado como emblema del gobierno—con la muerte de la patria.
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