Diego Álvarez, “Cortico”: “Cuando se pierde la capacidad de sonreír, se pierde la condición más vulnerable del ser humano”

“Es evidente la estampida en Cuba: se pierden los sueños, las ganas de vivir”, expresó en entrevista con CiberCuba el humorista cubano Diego Álvarez, conocido por su popular personaje “Cortico”.

Diego Álvarez y Cortico © Cortesía a CiberCuba
Diego Álvarez y Cortico Foto © Cortesía a CiberCuba

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Mi entrevistado es una celebridad con múltiple personalidad porque ha dado vida a tantos personajes como a muñecos, allá en su natal Camagüey. Lleva al grupo Guiñol en el corazón; su voz y sus manos transformaron el miedo en certezas y las desdichas en grandezas. Es un hombre sin trampas ni cartón, es serio e introvertido, le gusta pasar inadvertido. Nunca pensó ser tan popular, tampoco iba para actor y hasta el cine llegó. Les presento a un grande del humorismo cubano, Diego Álvarez, el famoso “Cortico”.

Diego, estás en Miami. ¿Pasó algo que te hizo emigrar, en qué momento profesional y personal estabas cuando saliste de Cuba, porque vía llegas a Estados Unidos?


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Creo que formo parte de una sociedad que emigra por la misma razón. Uno siente a veces que está en un círculo vicioso, y en Cuba le ponen techo y bridas a todo, no podemos hacer y decir, sentí que ya era momento de irme. Ya había viajado el país entero, hice cine, televisión, estuve en los teatros. Ya había hecho todo lo que le permiten hacer en Cuba a un comediante.

Nunca trabajé en función de un reconocimiento, nunca luché para que me premiaran; sólo he trabajado para que el público se divierta, para que se sientan identificados con cada cosa que hago y sean tan felices como yo.

La emigración forma parte de mí. Yo salí de Camagüey para La Habana y de allí para Estados Unidos. Yo necesito cambiar de rumbos de vez en cuando, con la mochila al hombro, intentando cumplir nuevas metas. Creo que emigrar es algo propio de los seres humanos y, además, cuando no te sientes cómodo donde vives te tienes que ir. Ya no me gustaba hacer lo que estaba haciendo. Me fui por la vía de la frontera, me presenté en México, pues yo tenía visa, y me autorizaron pasar. Por eso soy I-220A; soy de los que cruzó la frontera, de Cuba a México y de allí a Estados Unidos.

Muchos cubanos han salido del país haciendo una travesía sin medir el peligro, con niños y ancianos, se lanzan a la incertidumbre. ¿Por qué esta estampida?

Es obvio que haya una estampida. Es muy fuerte eso de salir con niños, con la duda de si lo lograremos o de si perderemos la vida en el intento; da igual por tierra o por mar.

Lo primero que perdemos los cubanos en Cuba es la sonrisa. Cuando se pierde la capacidad de sonreír se pierde la condición más vulnerable del ser humano, cuando la gente sonríe es que hay una sociedad satisfecha, capaz de enfrentarlo todo en la vida.

Pero cuando un día voy por la calle, me di cuenta de que la gente ya no levantaba la cabeza, las miradas van al suelo, todos muy serios y tristes. Eso fue una señal, una preocupación que me invadía.

Es evidente la estampida en Cuba: se pierden los sueños, las ganas de vivir, tus hijos no tienen la posibilidad de desarrollo, te ponen un freno para todo, te imponen un techo límite que no te permite saltar. Así es difícil desarrollarte, vivir como un ser humano. Naces con una inteligencia o te preparas, y cuando empiezas a experimentar las posibilidades que tienes para desarrollarte, te dicen de pronto: “Hasta aquí”. ¡Y si molestas, te desaparecen, te convierten en NADA y terminas yéndote!

Lo peor es que no se ve una esperanza, la gente necesita vivir de su trabajo y ver frutos, necesita crecer su patrimonio intelectual, económico y espiritual y allá eso es imposible, a no ser que te vincules con el gobierno.

Cuando llegas aquí, notas un cambio, todo lleno de luz y de color… ¿Crees que este presente en Estados Unidos fagocita tu pasado en Cuba?

Creo que todos los que venimos a Estados Unidos experimentamos la llegada con ignorancia, porque no sabíamos que se podía vivir mejor y no estamos acostumbrados al desarrollo, a vivir como un humano, y todo es un proceso de preparación, de sacrificio y de mucho esfuerzo. Digo esto porque muchos piensan que llegar aquí y ya es todo fácil, y es todo lo contrario. Eso nos pasa a todos.

Tenemos que desdoblarnos y empezar casi de cero. Es una segunda oportunidad. Es necesario aprender de esta sociedad que nos ha dado el chance de estar y de poder poner el conocimiento y los esfuerzos en función de nuestro desarrollo, y aprender mucho y recuperar las ganas de cuando empezamos en Cuba. Ya para mí no es lo mismo que cuando llegué a La Habana con una mochila y 24 años. Ya tengo 52, pero estoy guapeando y, aunque no tengo el mismo espíritu, me mantengo con el deseo de seguir experimentando cosas.

¿Qué haces actualmente?

Actualmente terminé en Pronyr TV una serie de comedia que se llama “Conflicto de Mercado”. Hago de un trabajador del mercado que tiene ínfulas de grandeza, pero no está preparado para ser grande porque es brutico. Hay un elenco muy bueno, Roxana Montenegro, Gustavito, Col, varios comediantes interesantes, creo que puede tener audiencia, que puede gustar.

Estoy haciendo cosas en vivo, también en un proyecto de Nelson Gudín (“El Bacán”) al que ayudé a armar toda la parte de la cocina. Me encanta la cocina, en Cuba tuve un restaurante. Ayudé a Nelson en su restaurante. Aquí hay otras costumbres otros gustos; es un país multicultural y tienes que replantearte las cosas, e incluso esa comida cubana que quería Nelson hubo que modificarla porque no puedes limitarte sólo al gusto de los cubanos. Hay que hacer la comida que le guste a todos y así trato de hacer las cosas lo mejor posible, llevo dos años aquí, aún estoy aprendiendo y no me cierro a nada.

No iba para guajiro y a domar caballos y arrear vacas aprendió; no iba para marido y como cinco veces se casó. No renunciar y lograr metas es su sino. Tiene familia, amigos y amores de éxitos y risas.

¿Cómo fue nacer en el barrio La Vigía, aquellos recuerdos de la infancia?

Nacer en La Vigía, en Camagüey, en 1971, fue un privilegio porque las calles eran de tierra y jugábamos descalzos a las bolas, al trompo, haciendo competencias de aros, y eso fue una base para ser el ser humano que soy hoy; ese juego en comunidad nos dio una infancia bonita, teníamos más posibilidades para la imaginación y crecí en familia, en una casa donde vivían mis tíos, mis abuelos y yo era el más pequeño y me protegían.

Basado en esos principios, ¿qué imágenes no borrarías nunca de tu vida?

Jamás borraría de mi mente a mi familia y la más importante es la de mi abuelo materno, que me enseñó a montar a caballo, a enlazar, a caerles detrás a las vacas, y cuando era niño soñaba con salir a caballo con mi abuelo. Y, por supuesto, el nacimiento de cada uno de mis hijos. Esa base de mi abuelo materno es inolvidable, él significó mucho para mí, me inculcó valores humanos, me enseñó de la vida y jamás borraría una imagen que sea de mi familia.

¿Es verdad que siempre fuiste el gracioso del grupo?

Sí, para ser un buen humorista tienes que nacer con esa gracia, es la principal herramienta de un comediante. A partir de ahí, lo otro es educarla. Tuve el privilegio de tener muy buenos profesores de actualización en el ISA (Instituto Superior de Arte) en los cursos de verano, y creo que eso me ayudó mucho a crear personajes de más dramatismo.

Háblanos del Diego que empezaba a peinarse dos horas antes de salir porque se amoldaba el pelo con agua y azúcar.

El Diego que se peinaba dos horas frente al espejo antes de salir… jajaja. En la adolescencia a los varones nos da por hacernos peinados de los artistas que están de moda y yo crecí con la imagen de la película Bailando suave, en la que el protagonista se hacía una motica. Pero yo tenía el pelo lacio, baboso y me cogía el aire y lo que salía era un perrito poodle. No tenía arreglo el pelo y descubrí en Camagüey que el agua con azúcar te lo dejaba tieso, y así salía hasta que empezaba a bailar y todo eso se me desvanecía. Nada, me servía para dar ese primer impacto... jajaja... ¡Muchas veces amanecí con la cabeza llena de hormigas y tremenda picazón! Jajaja.

¿Cómo llegas a la televisión y al cine?

Yo vivía en una barbacoa muy pequeña con Telo (Pipe), Eleuterio González, en el Cerro. Vivíamos alquilados, como hace todo el mundo. Íbamos a “luchar” a La Habana para poder hacer lo que queríamos con más sentido, y nos enteramos que iban hacer un casting para un programa nuevo que se llamaba “Pateando la lata”.

Yo me presenté a través de Telo, que me dice: “Vamos para que te vean”. Había pasado por el ISA y sabía cómo crear un personaje y prepararlo, y ahí comencé. Me aceptaron y allí estuve, pero sin pretender nada más, sólo quería que me vieran y hacer lo que me gustaba que es hacer reír.

A pesar de no gustar el personaje que hice en el casting, me dijeron: “Te quedas”, y así perfeccioné al borracho y salió Cortico.

En el cine me avisaron del casting para la película Operación Fangio, me presenté y llegando me dicen en casa que el director Alberto Lecchi me había escogido para el personaje de Luis. Así, incursioné en el cine por primera vez, y siempre que hacía cine en Cuba me escogían para personajes serios; nunca pude hacer comedias ni siquiera un personaje simpático dentro del drama.

Al final, hice una película titulada Ernesto y el personaje era un profesor de biología de la Universidad de Ciencias Médicas, pero me prometí nunca más hacer un papel que no sea humorístico porque no lo disfruto. Disfruto muchísimo el humor, yo gozo tanto o más que el público que se divierte. Me hace feliz, y esto es lo más importante a la hora de interpretar drama o comedia, transmitir tus emociones. El humor nació conmigo, es mi otro yo. Por ejemplo, Cortico tiene la valentía que no tiene Diego para expresarse.

En Miami están la mayoría de los buenos humoristas de los últimos tiempos en Cuba. ¿Ha cambiado algo entre ustedes o siguen siendo un gremio bien llevado?

Hay muy buenos humoristas aquí. Cada uno vino según sus posibilidades y cada uno se ha enfocado en sus propósitos. Aquellas reuniones de amigos que teníamos en Cuba aquí son muy pocas las veces que podemos hacerlo porque casi todo el mundo trabaja entre semana y nosotros lo hacemos el fin de semana. Por eso es que no ven muchas fotos de todos juntos porque cada uno está enfocado en lo que quiere.

Pero sí, marcamos una diferencia. Por ejemplo, en el mundo del reguetón se tiran entre ellos, no están unidos y nosotros no. El gremio de los humoristas o comediantes es más unido, cada cual está en lo suyo y uno respeta al otro. Nunca he visto al Bacán en contra de Alexis Valdés ni a Cortico tirándole a Antolín ni Antolín a Robertico; pienso que lo más importante es concentrarse en lo de cada uno.

Ser humorista es directamente proporcional a ser inteligente; para hacer reír al público tienes que estar preparado mentalmente para sacarle la risa, tenemos que trabajar con la ironía bien fina y con las metáforas, además de tener una respuesta rápida y con mucho respeto. Un buen comediante es inteligente y respetuoso, aquí no estamos juntos, o sea, congregados, pero nos respetamos y cada cual está concentrado en su vida, su trabajo, su familia y repito, con mucho respeto.

En Cuba hay varias realidades: una, la que está viviendo el pueblo, que es como un sueño tipo Matrix, pero es muy palpable y triste; la otra es, los autos de lujos, viajes, comidas y sonrisas en los rostros de los gobernantes y sus familias, muy visibilizadas, sin recato alguno, expuestas por las redes. ¿Qué opinas?

Desde que Fidel Castro implantó su proyecto social todo era en secreto y a escondidas. Se nos ocultaba toda la información, la censura siempre ha sido una premisa en aquel país, pero surgió el internet y ya no hay modo de esconder nada. Esto que hizo lo habían hecho antes Stalin, Mao Tse Tung, Mussolini y Hitler: el estado controlaba absolutamente toda la información, la noticia. Stalin dijo: “Información es poder”.

Ellos necesitaban ese poder para manipular a un pueblo entero. En Cuba ninguno de los gobernantes ha vivido a la altura del pueblo y ninguno sabe de sacrificio, nunca han pasado por las vicisitudes y sufrimientos que pasa la población cubana y la gente ha comprobado en las redes sociales sus vidas de lujo. Ninguno pasa horas en una cola para un muslo de pollo. Es muy triste, y ya el pueblo lo sabe, pero tienen que seguir callados porque si no, ya sabes, garrote.

Al estar hartos de dogmas y excomuniones, el 27 de noviembre de 2020 un grupo de jóvenes universitarios, intelectuales y artistas se plantaron frente al Ministerio de Cultura solicitando un diálogo por la libertad de expresión y el cese al hostigamiento contra creadores de dentro y fuera de la isla. El resultado fue de rechazo. Más ocurrió el 11 de julio de 2021 y los presos políticos que eso provocó. ¿Qué te produce esta situación?

Me produce tristeza y mucha ira. Yo tengo un amigo que estuvo ese día en el Ministerio de Cultura y desde entonces está preso en su casa. Le han inventado una cantidad de causas, porque es a lo que está acostumbrado a hacer aquel gobierno cuando alguien tiene opinión y piensa diferente. Mi amigo, Jorge Fernández Era, era un comediante del grupo Nos y Otros, con los años se graduó en la Universidad de La Habana de Periodismo y es un intelectual muy importante en el humor y en el mundo literario, y ese hombre está sufriendo en carne viva una sociedad como aquella, donde no tienes derecho a nada porque funciona como una dictadura.

Eso lo tenían escondido por muchos años, pero creo que es cuestión de tiempo porque más de lo que ha agonizado aquella sociedad no puede ser. Sus jóvenes dejaron de creer y tiene que quedar muy poco para que aquel proyecto muera; es horrible ver la cantidad de presos solo por darse cuenta que aquello no funciona o simplemente pensar diferente y expresarse.

Estos disturbios y reclamos se lo achacan a un sector bajo en la sociedad y no, son los intelectuales los protagonistas y lo que quieren es tan simple como un diálogo. Pero no los van a escuchar, porque el gobierno cubano es intolerante a una crítica. La juventud es la que va a marcar la diferencia porque son los que están claros. No creen ni una palabra porque es muy palpable lo que pasa en el pueblo, las calles están vacías y no es solo por el miedo a salir, sino porque no hay jóvenes que quieran o puedan estar en la calle porque hay que inventar mucho para llevar un alimento a la mesa y... ¿con qué dinero van a salir? ¡Es una realidad tan terrible!

Un remedio para la mentira política

El mayor remedio para la mentira política es desenmascararlos, no tengo otra respuesta que desmentirlos mundialmente.

¿De qué te arrepientes?

No soy de arrepentirme, como dijo Pablo Milanés: “Antes de hacerlo había que pensarlo muy bien”, y eso hago siempre. No me arrepiento de nada.

¿De qué te sientes orgulloso?

Me siento orgulloso de ser cubano, de haber nacido en Camagüey, me siento muy orgulloso de ser papá y me siento muy orgulloso de lo que he logrado, aunque me reviso mucho, pero trato de hacer el bien, orgulloso de mantener los valores que me inculcó mi abuelo.

No me gusta cómo se tiran los unos a los otros en las redes, los youtubers se tiran unos a otros y desdeñan a algunos cubanos y nos podemos equivocar, pero necesitamos unión, enfrentar lo que queremos, pero en equipo. En este país lo que se logra se hace en pareja o en equipo, el caudillismo aquí no funciona, ni en la vida, de eso se trata.

¿Eres feliz?

Feliz no lo soy ahora, porque tengo parte de mi vida en Cuba: a mi mamá lejos de mí, soy su único hijo; tengo a mi hija pequeña en Cuba que no la puedo ver. También está Dieguito, que a veces necesita un abrazo de su papá; e, independientemente de todo, porque aún no tengo papeles aquí y no sé qué tiempo se demoren.

La verdad no sé cuándo podré volver a pisar mi país, soy de los censurados en Cuba y por eso no soy feliz. Nos pasamos la vida triste buscando esa felicidad, entre esas dos aguas, la tristeza y la felicidad, hasta que finalmente lo logramos. Mientras mi gente esté lejos no puedo ser feliz.

¿Qué le desea Diego o Cortico al pueblo de Cuba?

Diego y Cortico le desean al pueblo de Cuba la merecida felicidad, pero no la van a tener mientras exista un sistema como el que está, siempre rodeado de mentiras, de ineptitud y de excusas. Los culpables de su ineficiencia siempre son otros; nunca vas a escuchar por parte del gobierno: “Nos equivocamos”. Desde que ese sistema comenzó a mandar en Cuba jamás han dicho “metimos la pata”, vamos a intentar que la gente tenga estas posibilidades, de que luchen, que liberen los aranceles, que puedan crear sus propios mercados, jamás hay un respiro para el pueblo.

¡A Cuba y al pueblo les deseo todo lo bueno que ya saben cómo se puede lograr, para que un día los cubanos sonrían sin preocupaciones, sin tener que hablar bajito o en clave, sin tener que ocultar lo que sienten y sean libres!

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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