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La emblemática estatua del Pelú de Baracoa, ese ícono local que representaba el alma popular de la ciudad primada de Cuba, amaneció brutalmente destruida. Las imágenes muestran la figura arrancada de su pedestal, tendida en el suelo como símbolo caído de una ciudad que parece olvidarse a sí misma.
El Pelú no era un monumento cualquiera. Era una pieza que emergió desde el cariño y la memoria colectiva, tributo a un personaje real que, con sus excentricidades y su presencia constante en las calles, se ganó el corazón de varias generaciones de baracoenses.
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Nacido en Poza, provincia de la Coruña en España, como Vicente Rodríguez, fue apodado "El Pelú" por su cabello rizado y también "El Misterioso" por sus caminatas infinitas por el malecón, hablando solo o saludando con solemnidad. Se convirtió en parte viva del paisaje urbano.
Durante años, fue al mismo tiempo mito, figura entrañable y enigma social. Murió en 2009, y casi una década después, su recuerdo fue inmortalizado en bronce por el trabajo del escultor Abel Lobaina Arias.
La estatua, inaugurada en el paseo peatonal de Baracoa en 2018, fue construida entre el Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Fundación Caguayo. Era un gesto de amor comunitario, un símbolo de que también lo marginal, lo diferente y lo popular merecen un lugar en la historia visible.
La denuncia inicial de la rotura llegó a través de la usuaria Lari Mar, quien compartió en el grupo de Facebook Baracoesos una conmovedora y furiosa reflexión: “Solo bestias pueden tumbar un detalle que fue realizado con tanto cariño a nuestra ciudad. ¡Qué desastre!”.
En su texto cargado de dolor y rabia, denunció la “precariedad humana” y la “falta de ética moral” de quienes, además de destruirla, se burlaron públicamente del hecho. Y su indignación no fue un hecho aislado.
Henry de Armas Acosta calificó el hecho como “una vergüenza” y pidió que los responsables “le expliquen al pueblo de Baracoa y de toda Cuba por qué atentan contra la cultura, la historia, la belleza de una ciudad”. Los llamó sin rodeos: “asesinos de la cultura, de la historia de todo un pueblo”. También exigió que el caso sea atendido con la misma energía que otros delitos penales.
Mientras tanto, el periodista de la radio local Pablo Gomero Machado confirmó que la estatua —seriamente deteriorada— fue retirada la misma mañana del acto vandálico. Señaló que se trataba de la obra del escultor Abel, “una figura de nuestra historia, enclavada en nuestro paseo peatonal”, y clamó porque caiga sobre los culpables “la fuerza de la justicia y el reproche de los baracoenses que amamos a ultranza nuestra historia local”.
A su vez, Hendrys Domínguez recordó con consternación que este no es un hecho inédito: “Es la segunda vez que tengo conocimiento de que esto sucede. Espero que los capturen y les hagan pagar bien caro. ¡Que los metan presos!”.
Las fotos no dejan lugar a dudas. La escultura fue arrancada de cuajo, mostrando fracturas profundas en su estructura y un cráter en la base que alguna vez sostuvo con orgullo su figura. El lugar —una pequeña glorieta peatonal— ahora parece escenario de un crimen cultural.
Hasta el momento, las autoridades locales no han ofrecido explicaciones ni han emitido declaraciones. El silencio institucional se suma a la indignación ciudadana. ¿Fue vandalismo? ¿Descuido? ¿Un ataque premeditado? Lo único claro es que la escultura del Pelú cayó… y con ella, un pedazo del alma de Baracoa.
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