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Un cartel propagandístico en Holguín, con la palabra “Sorri” en lugar de “Sorry”, desató no solo la burla de cientos de cubanos en redes sociales, sino también un inesperado fuego cruzado entre comunistas que evidenció la crisis de comunicación política del régimen.
El detonante fue una publicación en Facebook de Ernesto Almaguer Díaz, con una imagen del cartel ubicado en la intersección de la Carretera Central y la Avenida Los Álamos. La valla tiene un mensaje político "en inglés", que terminó generando un debate lingüístico y sobre la decadencia del sistema educativo en Cuba.
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“Cuando vayan a hacer un cartelito comunista y en otro idioma, al menos háganlo con buena ortografía. Es ‘Sorry’, no ‘Sorri’... ¿Ven que la educación gratis hace daño?”, escribió Almaguer.
La publicación fue compartida decenas de veces y generó una ola de reacciones. Parecía un episodio más de burla ciudadana, pero el debate escaló cuando el vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Francisco Rodríguez Cruz, decidió intervenir con tono burlón y presuntuoso en las redes sociales.
“¡Cayeron en la trampa y replicaron nuestra valla en su libelo! ¡Qué burros son! Gracias por eso; los j0dim0s, ‘sorri’...”, dijo en Facebook añadiendo el post de CiberCuba donde se cuenta el debate en las redes sobre el mencionado cartel propagandístico.
El comentario de Rodríguez le provocó risa a sus fanáticos. Hubo incluso quien aprovechó para destacar que "sorri" es una palabra reconocida en el Diccionario de americanismos y se usa para pedir disculpas, por tanto, el cartel no tiene falta de ortografía.
Sin embargo, entre los comentarios de apoyo también se coló una dura crítica que el vicepresidente de la UPEC seguramente no esperaba, porque llega desde sus propias filas.
El usuario Raúl Hernández Lima, periodista de Jit, encargado de prensa de la Asociación de Fútbol de Cuba, no dudó en poner al descubierto las profundas contradicciones de la estrategia de comunicación del gobierno. Expuso este comentario en el post del funcionario de la UPEC:
Mira tú, yo pensé que el departamento de propaganda invertía dinero, mucho dinero, en transmitir un mensaje político claro, persuasivo y memorable, que influya en la opinión pública, que promueva nuestra ideología y que denuncie en este caso el asedio de Estados Unidos a nuestro pueblo.
Pensé que el contenido de esas vallas pretendía movilizar emociones, apelaba a sentimientos para generar adhesión a nuestra posición y nuestra determinación de resistir ante el bloqueo.
Yo de iluso creí que esos fondos se destinaban a influir en la percepción y el comportamiento de nuestro pueblo mediante una comunicación visual efectiva. Ya veo que me equivoqué, parece que ahora jugamos a las escondidas con una página insulsa que promueve lo contrario y de paso también se burla de nosotros por brutos.
Y viene el vice a reírse como si hubiera ganado una batalla. Si así andan las altas esferas de la comunicación ahorita nos podemos fusionar con el Centro Promotor del Humor. En fin que tenemos al enemigo muerto con la comunicación, pero de la risa...
La frase final “Tenemos al enemigo muerto, pero de la risa” resume el desastre en las estrategias de comunicación del gobierno. La propaganda que debía persuadir termina provocando confusión y carcajadas, incluso dentro del bloque ideológico que supuestamente la sostiene.
Este episodio conecta con palabras recientes de Miguel Díaz-Canel, quien reconoció que el gobierno de la isla llegó tarde a las redes sociales, y tiene el reto de potenciar su comunicación política en un contexto que no domina desde el punto de vista informativo, ni desde el tecnológico.
A pesar de eso, Díaz-Canel asegura que las instituciones se están preparando para dar batalla hasta "vencer" en los entornos digitales y que cuenta con un gran poder: “la formación que tienen los revolucionarios cubanos que están presentes en las redes sociales”.
Episodios como los del cartel de Holguín demuestran no solo que las instituciones cubanas no dominan el lenguaje de las redes, sino que el gobierno perdió su poder de comunicación con los carteles, no cuenta con una narrativa sólida, tiene mensajes reiterativos, aburridos y no conecta emocionalmente con el pueblo.
Más preocupante aún: ni siquiera entre los defensores del régimen hay consenso sobre qué y cómo comunicar lo que pasa en Cuba. "Sorri" pero... lo que le importa a los cubanos hoy, lo informa la prensa independiente.
Preguntas frecuentes sobre la crisis de comunicación del régimen cubano y el cartel "Sorri"
¿Qué provocó la polémica del cartel "Sorri" en Holguín?
El cartel con la palabra "Sorri" en lugar de "Sorry" desató burlas y críticas en redes sociales, evidenciando la decadencia del sistema educativo en Cuba. La publicación de Ernesto Almaguer Díaz en Facebook generó un debate sobre la calidad de la propaganda comunista y la ortografía, lo que llevó a un fuego cruzado entre defensores del régimen.
¿Cómo reaccionó el gobierno cubano ante las críticas al cartel "Sorri"?
Francisco Rodríguez Cruz, vicepresidente de la UPEC, intentó burlarse de quienes criticaron la valla, destacando que "Sorri" es reconocido en el Diccionario de americanismos. Sin embargo, esta reacción no logró apaciguar las críticas, ya que incluso miembros del propio régimen señalaron la ineficacia de su estrategia de comunicación.
¿Qué revela este incidente sobre la estrategia de comunicación del régimen cubano?
El incidente del cartel "Sorri" evidencia las fallas en la estrategia de comunicación del régimen, mostrando que no logra conectar emocionalmente con el pueblo ni transmitir mensajes claros y efectivos. La falta de consenso entre defensores del régimen sobre cómo comunicar sus ideas resalta la crisis interna en su propaganda política.
¿Por qué es relevante la crítica de Raúl Hernández Lima al cartel?
Raúl Hernández Lima, periodista de Jit y encargado de prensa de la Asociación de Fútbol de Cuba, criticó públicamente la estrategia de comunicación del gobierno, señalando que la propaganda debería ser clara y persuasiva, pero en cambio, provoca burla y confusión. Esta crítica interna subraya la falta de efectividad y coherencia en el mensaje del régimen.
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