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Ricardo Palmero Rodríguez no es un taxista cualquiera. Es un hombre de 68 años que, desde hace casi cuatro décadas, ha puesto su volante al servicio de quienes más lo necesitan: los pacientes de hemodiálisis en Sancti Spíritus.
Su historia, revelada recientemente por el ministro de Transporte Eduardo Rodríguez Dávila en redes sociales, no necesita adornos oficiales para conmover. Habla por sí sola.
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En medio de la actual crisis del transporte que padecen los cubanos, también por el triste panorama que se vive en los hospitales del país, este hombre trata de dar algo de consuelo a los pacientes que a diario transporta.
Desde 1986, Ricardo se ha convertido en una especie de ángel guardián sobre ruedas para decenas de personas que deben acudir varias veces a la semana al Servicio de Nefrología y Hemodiálisis del Hospital Camilo Cienfuegos.
Y aunque comenzó en el mundo del transporte en 1978, fue aquel paso hacia el acompañamiento de enfermos lo que marcó su destino.
“Siempre trato de ser puntual en la hora de recogida, porque ellos tienen un horario para entrar”, explica con la humildad de quien sabe que su trabajo no es solo llevar y traer pacientes, sino estar ahí, día tras día, siendo parte de sus batallas.
Con el tiempo, el servicio se organizó mejor, asignando vehículos fijos a los pacientes, lo que permitió establecer una relación más humana, más cercana.
Ricardo no habla de clientes, sino de personas. “No solo son clientes, son seres humanos que están sufriendo”, dice.
Y esa empatía es la que lo ha sostenido incluso en los momentos más duros, como cuando toca lidiar con la muerte de alguno de sus pasajeros: “El mayor problema es cuando te fallece un paciente. Te familiarizas con ellos, confraternizas, y llega a ser parte de la familia”, confiesa.
Uno de esos momentos difíciles lo vivió este año, el primero de enero, cuando llegó como siempre a buscar a un paciente y se enteró de que había fallecido en la madrugada: “Fue un momento muy difícil”, recuerda con tristeza.
Pero a pesar del dolor, nunca se ha apartado del camino, pues sabe que su servicio es un rayo de luz en medio de la desolación que significa vivir en Cuba: “Frente a tanta enfermedad y muerte, lo que me mantiene aquí es el deseo de ayudar”.
Ese deseo de ayudar es el motor que lo impulsa a seguir, incluso cuando ya habla de la jubilación. Pero, fiel a su vocación, asegura que no se irá muy lejos: “Después de la jubilación, seguiré en la rama del transporte, que es lo que siempre he hecho”.
Ricardo también tiene un mensaje para la sociedad: “Cuando llegue un paciente de hemodiálisis a una farmacia o a cualquier lugar, se le debe dar una prioridad. Debemos tener más empatía, más comprensión hacia aquellos que enfrentan este tipo de situaciones”.
En un país donde escasean los recursos, pero también muchas veces la sensibilidad, hombres como Ricardo Palmero nos recuerdan que el verdadero servicio no necesita uniforme, ni aplausos, ni reconocimientos oficiales. Solo hace falta corazón.
Desde 2023, el régimen alertó sobre un incremento de los problemas renales en Sancti Spíritus, una situación que refleja el deterioro progresivo del sistema de salud cubano en el área nefrológica.
La escasez de recursos médicos y el acceso limitado a tratamientos especializados agravaron el panorama para los pacientes con afecciones crónicas, como los que dependen de la hemodiálisis.
Paralelamente, salió a la luz la denuncia de una cubana necesitada de diálisis que fue víctima de una atención deficiente en el sistema hospitalario.
Recientemente, el régimen cubano anunció la implementación de un nuevo servicio de transportación para niños con enfermedades, lo cual, aunque positivo, dejó en evidencia que los adultos enfermos —como los pacientes renales— continúan dependiendo de soluciones alternativas y de la solidaridad individual para su traslado a centros hospitalarios.
En marzo, surgió una iniciativa solidaria respaldada por Habana Club que emplea triciclos para facilitar el transporte de personas vulnerables.
Esta acción demuestra que, frente a la ineficiencia estatal, continúan emergiendo respuestas ciudadanas para suplir las necesidades básicas de quienes más lo necesitan.
Preguntas frecuentes sobre el servicio de transporte para pacientes de hemodiálisis en Cuba
¿Quién es Ricardo Palmero y qué labor realiza en Sancti Spíritus?
Ricardo Palmero es un taxista cubano de 68 años que lleva casi 40 años ayudando a transportar a pacientes de hemodiálisis en Sancti Spíritus. Ha dedicado su vida a apoyar a quienes más lo necesitan, convirtiéndose en una figura crucial para los enfermos renales que deben acudir varias veces a la semana al Servicio de Nefrología y Hemodiálisis del Hospital Camilo Cienfuegos.
¿Cómo enfrenta Ricardo Palmero las dificultades del transporte en Cuba?
Ricardo Palmero enfrenta las dificultades del transporte en Cuba con dedicación y empatía. A pesar de la crisis del transporte y la escasez de recursos en el país, Ricardo se ha mantenido constante en su labor, asegurando que los pacientes de hemodiálisis lleguen puntualmente a sus tratamientos. Esta dedicación lo ha convertido en un apoyo esencial para sus pasajeros, quienes valoran no solo su servicio, sino también su humanidad.
¿Qué mensaje transmite Ricardo Palmero sobre el trato a los pacientes de hemodiálisis?
Ricardo Palmero enfatiza la necesidad de empatía y comprensión hacia los pacientes de hemodiálisis. Recomienda que cuando un paciente llegue a una farmacia o cualquier lugar, se le dé prioridad debido a su condición. Su mensaje subraya la importancia de la sensibilidad humana, especialmente en un país que enfrenta escasez de recursos y servicios básicos.
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