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En Cuba, donde el régimen asegura que “nadie queda desamparado”, contradictoriamente las propias autoridades celebran como hazaña el rescate de personas que sobrevivieron durante años en las calles, abandonadas, sin techo, sin recursos y sin familia.
Lo que debería ser motivo de reflexión sobre un sistema que falló en prevenir esta realidad, se convierte ahora en bandera propagandística de éxito institucional según un texto periodístico publicado por el periódico oficialista Granma.
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Con el título “Una obra de amor, por la dignidad de quienes más lo necesitan”, la propaganda oficialista reporta sobre la atención ofrecida en el Centro Comunitario de Santiago de Cuba a personas en situación de vulnerabilidad, mendicidad o deambulación.
En un tono triunfalista, describen cómo ahora “cantan y sonríen” en celebraciones colectivas por sus cumpleaños, después de haber pasado décadas viviendo entre el abandono y la burla social.
“Caminando sin rumbo, durmiendo donde me cogiera la noche, recibiendo burlas, rechazo… hasta que la Madrina me encontró”, cuenta Mirna, una mujer de 50 años que pasó años en la calle, a la vista de dirigentes y militantes comprometidos con el régimen, hasta que fue llevada a un centro de acogida.
El discurso oficial resalta los gestos solidarios, pero omite que estas personas estuvieron expuestas durante años a una extrema precariedad sin atención estatal oportuna.
El Estado, en lugar de cuestionarse por qué estas personas llegaron a tales condiciones, ahora exhibe sus historias como muestra de la supuesta efectividad del sistema de atención social.
“Tenemos un presupuesto de diez millones de pesos para 2025”, afirma la directora del centro de El Viso, en Santiago de Cuba, donde se acoge a unas 200 personas.
Pero la institucionalización forzada, muchas veces en condiciones precarias, no equivale a una solución estructural ni garantiza la restitución de derechos.
A lo largo del reportaje oficialista, no hay una sola mención a mecanismos de prevención, ni a planes reales de reinserción social.
Tampoco se cuestiona por qué tantas personas no tienen acceso a vivienda, familia o ingresos, ni se indaga en el papel del sistema que, durante años, miró hacia otro lado.
Incluso se exaltan las “visitas de control” de la Fiscalía a los centros como garantía de derechos, cuando en realidad el simple hecho de que existan cientos de cubanos que vivieron años en la indigencia contradice los principios que el propio Estado dice defender.
Según datos citados, las acciones están enfocadas en unas 300 personas detectadas como deambulantes o en mendicidad solo en Santiago de Cuba, muchas de ellas menores de 60 años y aún en edad productiva. S
e habla de programas, desayunos, meriendas y ropa, pero no de autonomía, vivienda, empleo o reparación del daño causado por años de desamparo.
“El nuestro es un trabajo hermoso”, dice un trabajador del centro, en otra frase utilizada como ornamento emocional para una realidad que sigue siendo profundamente dolorosa.
Lejos de encarar los motivos estructurales de la marginalidad, la narrativa oficial transforma a los olvidados en “rescatados” y a la desidia en “voluntad política”.
Del abandono a la propaganda, de mendigos a trofeos del discurso institucional. En la Cuba oficial, hasta la pobreza puede ser reutilizada… si sirve para aplaudir al sistema.
En Santiago de Cuba, ciudadanos han denunciado la presencia creciente de personas en situación de calle, visibilizando una realidad ignorada durante años.
Activistas locales han tomado la iniciativa de ofrecer alimentos, ropa y apoyo directo a quienes viven en condiciones de extrema vulnerabilidad, ante la ausencia de respuestas efectivas por parte del Estado.
Estas acciones solidarias han expuesto el abandono sistemático que enfrentan decenas de personas sin hogar en esa ciudad oriental.
Mientras tanto, la narrativa oficialista ha insistido en atribuir la indigencia a factores externos, como la crisis económica global y las sanciones de Estados Unidos, sin reconocer la responsabilidad interna en la gestión del deterioro social.
La prensa estatal ha reforzado esta postura, presentando una narrativa que minimiza el problema de la mendicidad o lo justifica con argumentos ajenos al contexto real del país. Lejos de plantear soluciones concretas, el régimen continúa utilizando estas situaciones como parte de su estrategia propagandística, ignorando el origen estructural de la marginalidad que afecta a cientos de cubanos.
Preguntas frecuentes sobre la mendicidad y la pobreza en Cuba
¿Por qué el gobierno cubano celebra el rescate de mendigos como un logro?
El gobierno cubano utiliza el rescate de mendigos como propaganda, presentándolo como un éxito de su sistema social, a pesar de que estas personas estuvieron desamparadas durante años. La celebración de este "logro" omite cuestionar por qué el sistema falló en prevenir su situación vulnerable desde el inicio.
¿Cuál es la situación actual de las personas sin hogar en Cuba?
En Cuba, la mendicidad y la pobreza extrema son problemas crecientes. Muchas personas, incluidos ancianos, viven en las calles debido a la falta de recursos, vivienda y apoyo estatal. Las acciones gubernamentales se centran en la institucionalización, pero no abordan las causas estructurales del problema.
¿Cómo afecta la crisis económica a la población cubana?
La crisis económica en Cuba ha exacerbado la pobreza extrema, afectando a miles de ciudadanos que carecen de recursos básicos. La inflación, la escasez de alimentos y la falta de empleo han llevado a muchos a la mendicidad, mientras el gobierno culpa a factores externos y no implementa soluciones efectivas.
¿Qué acciones están tomando los activistas ante la situación de mendicidad en Cuba?
Activistas como Yasser Sosa Tamayo han realizado gestos de solidaridad al distribuir ropa y alimentos a personas necesitadas. Estas acciones buscan visibilizar la realidad de los mendigos en Cuba y ofrecer ayuda directa ante la inacción gubernamental.
¿Qué papel juega el régimen cubano en la situación de pobreza y mendicidad?
El régimen cubano ha sido criticado por su incapacidad para abordar la pobreza de manera efectiva y por utilizar la situación de mendicidad como propaganda política. Las políticas actuales no han logrado resolver la crisis social, lo que ha llevado a un aumento del descontento entre la población.
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