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Los deportistas cubanos que adoran a Fidel Castro

Cuba se convirtió en una potencia deportiva, pero también en una fábrica de atletas adoctrinados que convivían junto a otros que ansiaban en secreto escapar.


Este artículo es de hace 6 años

A lo largo de varias décadas, Fidel Castro utilizó el deporte cubano como una de las banderas más importantes a la hora de cimentar, sostener y exportar la ideología y doctrina de lo que él llamó la Revolución cubana.

Cuba llegó a ser una potencia deportiva y a lo largo de casi cinco décadas (a comienzos del nuevo siglo empezó el declive), cada logro conseguido por los deportistas de la Isla sirvió a Fidel Castro para presumir, ante el resto del mundo, de la fuerza y la voluntad que latía en una Isla de apenas 11 millones de habitantes.

Semejante empeño ―cultivado con mimo personal por el propio Castro― convirtió en devotas confesas a varias generaciones de deportistas, unos sinceros y otros no tanto.

Esa devoción ha sobrevivido al ex gobernante (al menos públicamente) y ha sido una de las áreas más frecuentadas en las entrevistas realizadas a raíz del primer aniversario de su muerte.

Este vídeo ―extraído de la Mesa Redonda― resume la fascinación multiplicada de varias generaciones de deportistas de la Isla, entre ellos Ana Fidelia Quirot, Yumilka Ruiz, Armando Martínez, Javier Sotomayor, Omar Linares o Yipsy Moreno, quienes relatan anécdotas y diversas experiencias vividas junto a Fidel Castro.

Ana Fidelia Quirot (una de las más cercanas) describe que Castro era el mejor psicólogo y entrenador de todos los deportistas en Cuba.

La intromisión de Fidel Castro en asuntos deportivos fue también motivo de dolores de cabeza para no pocos entrenadores de diversos deportes. La sensación de que Castro lo dirigía todo en Cuba, abarcó también al deporte cubano.

No figura aquí el testimonio de otros deportistas que no fueron leales al sistema y que sí osaron retar la autoridad o pidieron mayor seguridad económica y apertura en el deporte nacional. Algunos de ellos acabaron abandonando el deporte cubano y el país, y son acusados, hasta el día de hoy, de traidores.

Cuba se convirtió en una potencia deportiva, pero también en una fábrica de atletas adoctrinados que convivían junto a otros que ansiaban en secreto escapar para cumplir otros sueños de fama y fortuna.

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