A consumir el veterano Agustín Marquetti, quien había tomado ponche anteriormente. Es poco probable que muchos imaginaran lo que acontecería en breve. Con Rogelio en gran forma y la entrada en dos outs, el pensamiento no estaba en aquel jonrón del quinto bate azul en el Mundial del 72, o uno de los más de 200 que conectó en su carrera, o en lo bien que había estado en esa serie final. Salvo Marquetti y algunos "soñadores" más, la tarea era tratar de mantener en cero a Vegueros hasta aprovechar en algún momento a Rogelio, ya fuera por cansancio o equivocación. Dos y dos la cuenta para Marquetti, más cerca de terminarse el inning con escón de ponches. El público daba ánimo, la música no cesaba. El ambiente era digno de un partido tan luchado. Próximo lanzamiento, y en efecto, se termina la entrada, pero también termina el campeonato a las 9 y 20 pm. Rogelio quiso tirar la tenedor, se le quedó alto el envío, y Marquetti sacó la clase de gigante y dirigió la pelota más allá de los límites por el right field. Sensacionalmente finalizaba el partido. Se llevó las manos a la cabeza, corría hacia segunda, un contrario, el torpedero Giraldo González, en gran gesto, era el primero en saludarlo, y al momento, miles ya lanzados sobre la grama del Latino quisieron abrazar a su héroe, a ese que había acabado con la sequía de victorias, y que había escrito un momento donde se acabarían los adjetivos para describir lo vivido tras ese batazo.
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