Hace unos meses, en septiembre de 2016, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) junto a su fundación “Selva Negra” y la banda de rock mexicana Maná anunciaron el vencedor de un concurso de vídeo que habían promovido dos meses antes. El propósito del concurso había sido obtener un video clip que permitiera acompañar la emblemática canción de Maná “¿Dónde jugarán los niños?”, especie de himno a favor de la lucha por el medio ambiente.
Miles de personas de todo el mundo participaron de la convocatoria y finalmente sus promotores acordaron que el vídeo ganador fuera el del colombiano Andrés Felipe Berrío Cantillo, y que se convirtiera en el vídeo oficial de la canción.
El clip retrata el paso de un mundo idílico, de una naturaleza exuberante donde los niños juegan a sus anchas, a un desierto en el que esos mismos niños deambulan con máscaras-antigases, en un espacio que nada que no tiene nada que ofrecerles.
Más de seis meses después, en los que tantas y tan trágicas noticias siguen llegando día a día sobre los niños que permanecen en zonas de conflicto, las imágenes de este clip resultan especialmente conmovedoras (no sólo por su propósito ambientalista de origen) sino por la aparición de máscaras anti-gases, esas mismas que hubieran podido salvar la vida de los niños que recientemente fueron víctimas de un ataque con armas químicas en Siria.
Himno a favor del planeta, está canción y las imágenes escogidas para representarla, son también el recordatorio del inseguro y temible planeta que le estamos dejando en herencia a nuestros hijos.
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