A 11 días de que arribe a suelo cubano el presidente estadounidense Barack Obama no paran de sucederse las noticias, las declaraciones de intenciones de los respectivos gobiernos y no dejan de apurarse los preparativos en la Isla para recibir al inquilino de la Casa Blanca.
El pueblo cubano, con independencia de sus ideologías, creencias y de lo mucho o poco que espere de esta visita, será testigo de un suceso histórico impensable hace unos pocos años.
Durante los dos días que Obama esté en la mayor de las Antillas se espera que realice las visitas oficiales de rigor pero también, podría ser ocasión idónea para conocer de cerca y de primera mano a la nación vecina, con la cual se mantuvo durante décadas una política de Guerra Fría y confrontación y a la que, desde diciembre de 2014 se le tendió una mano y un puente de acercamiento.
En la Isla, los cubanos que aguardan a Obama, esperan de su visita algo que redunde en beneficio de los cubanos y en el fortalecimiento de una relación amistosa y armónica entre los pueblos vecinos.
La ciudad, con sus símbolos, sus rutinas y rituales diarios acogerá durante unas horas un evento mediatizado y trascendente.
La capital, enfrascada desde hace tiempo en labores de restauración y embellecimiento -que algunos también relacionan con la llegada del alto jefe a la Isla-, llegó en realidad un poco antes al encuentro de las dos naciones, pues desde hace años las banderas y símbolos norteamericanos se mueven por los más criollos escenarios.
Algunos cubanos, interrogados por las calles sobre lo que representa la visita de Obama a la Isla, comentan sobre los lugares que debería visitar y las preguntas o sugerencias que le harían.
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