Canadá ha enviado decenas de oficiales del ejército a la frontera con Estados Unidos para intentar controlar la crisis migratoria que en los últimos meses se ha desatado en esa zona.
Son ya cientos los emigrantes que cada día llegan ya sea auto o caminando, arrastrando maletas o carritos de supermercados atestados de pertenencias, ya sea por carretera o atravesando caminos por el medio del monte.
La mayoría de ellos alega que el clima político en los Estados Unidos no los hace sentirse seguros.
"En el país de Trump, quieren devolvernos a nuestro país", dijo Lena Gunja de diez años y natural de El Congo, quien viajaba junto a su familia luego de varios años residiendo en Portland, Maine.
"Queremos una buena vida para nosotros," dijo.
La policía canadiense se vio obligada durante este verano a establecer un centro de acogida en la comunidad de Saint-Bernard-de-Lacolle, a unas 30 millas al sur de Montreal, donde los migrantes son procesados antes de ser entregados a la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá, encargada de las solicitudes de refugio.
El ejército canadiense dijo el miércoles que alrededor de 100 soldados comenzaron a llegar para preparar un sitio con carpas y acomodar a casi 500 personas.
En virtud del Acuerdo de País Seguro firmado entre los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, los migrantes deben solicitar el asilo en el primer país al que llegan. Si fueran a un puerto legal de entrada serían devueltos a los Estados Unidos, pero una peculiaridad de esta ley es que "si los migrantes llegan a Canadá en un lugar distinto, y que no sea un puerto de entrada, se les permite solicitar la condición de refugiado. Es por ello que muchos han tomado caminos no tradicionales para legar a su destino.
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