En la capital cubana los vecinos más afectados por el paso del huracán Irma acumulan horas de mal descanso; sin embargo, muchos se han dado a la tarea de devolverle a la ciudad algo de su habitual apariencia.
Sin que se sepan con exactitud los daños provocados en todo el territorio cubano, y sin perder tiempo, residentes en la capital trabajan en las últimas horas sin paarar para quitar escombros, despejar vías y eliminar desechos.
Colaboran por igual quien salió ileso y quien lo perdió todo y contempla con dolor sus muebles, colchones y pertenencias dañados por el poderoso huracán. Se suman, así, a las brigadas enviadas por el gobierno hacia las zonas más castigadas.
El temor ante el poderoso huracán y la constatación ulterior de los muchos daños y destrozos que dejó tras de sí, han cambiado desde hace días el ritmo de la ciudad y la cotidianidad de sus ciudadanos.
"Lo bueno de los cubanos es que ponemos pie en tierra y nos ayudamos unos a los otros" comenta, sin embargo, resignada una señora.
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