El emblemático cine Payret de La Habana se muere. Del teatro en el que se presentaron la actriz francesa Sara Bernhardt, la bailarina rusa Anna Pavlova y la gran Rita Montaner sólo queda su fachada. De puertas para adentro es un amasijo de hierros, polvo, escombros, butacas destrozadas y ratas. El sótano, conocido en su momento de gloria como el cabaret Alhambra, es un charco de aguas albañales y aseos desmontados.
La escultura de Rita Longa a la entrada del cine permanece envuelta en un plástico negro, como si la ruina quisiera asfixiarla. De las paredes del cine de La Habana Vieja ya no cuelgan más que dos pósters antiguos de Lenin y el Che. Los dos miran perplejos el teatro lúgubre que les ha tocado custodiar.
Así estaba el Payret, al menos a inicio de este mes de septiembre, antes de que el huracán Irma pasara por La Habana. Ahora puede que su situación sea distinta porque cada vez que llueve el cine se inunda. "Cuando cae un aguacero se llena de agua. Los funcionarios de Salud Pública vienen a multar al administrador porque es un criadero de ratas, cucarachas y mosquitos. El techo está a punto de caer y las goteras son enormes. Llueve mucho dentro".
Así lo ha visto y lo ha narrado a CiberCuba un artista cubano que pudo 'colarse' en el Payret y grabar tanto dos minivideos como tomar las fotos de esta noticia. "Espero que muchos cubanos, que como yo aman el cine y vibraron en esta hermosa sala viendo una película, no se queden callados y compartan mi dolor", afirma.
Las obras de remodelación del cine Payret comenzaron hace dos años, pero un día, sin más, los obreros dejaron de acudir a trabajar.
Cuenta Ciro Bianchi Ros que el hombre que construyó el Payret, el catalán Joaquín Payret, terminó sus días en una casa de la Sociedad de Beneficiencia de La Habana porque se gastó hasta el último centavo de su fortuna en inaugurar el teatro el 23 de enero de 1877.
Hacia 1948 el Payret fue remodelado y se centró en la proyección de películas españolas. Para entonces, ya era conocido como el templo de la opereta en La Habana. Después de 1959, convertido en cine, el Payret vio pasar por sus butacas a varias generaciones de cubanos. El artista que ha destapado su ruina recuerda con nostalgia que sentado en una de sus butacas vio varias veces las tandas corridas de 'Indiana Jones en el templo de la perdición' o 'La bella de La Alhambra'.
En esa sala él dirigió espectáculos y debates sobre el SIDA y contra la homofobia. Ahora el Payret de sus recuerdos está herido de muerte.
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