(Yani Gil)-Trece inmigrantes cubanas encarceladas en Texas poco antes del paso del huracán Harvey han ido a parar a una cárcel de Inmigración de Pensilvania porque las autoridades del estado de Texas distribuyeron sus presos por distintas prisiones del país en los días previos al ciclón. Con el traslado, las cubanas perdieron la posibilidad de que las soltaran porque tanto en Texas como en Arizona cuando faltan camas, conceden 'paroles' (permisos) a inmigrantes irregulares, sobre todo, si vienen de Cuba y son mujeres. Pero en Pensilvania hay camas para todo el mundo. Ellas han solicitado asilo y las autoridades de Inmigración les han dicho que si les reconocen la condición de refugiadas, las soltarán. Sino, seguirán entre rejas. Ahora están a la espera de un juicio que puede tardar en celebrarse entre siete y ocho meses. Tendrán que demostrar ante un juez que han sido perseguidas en Cuba.
Según explica la abogada experta en Inmigración Grisel Ybarra, este caso ha venido a demostrar que el ciudadano cubano se sigue arriesgando a ver si le dan un 'Parole' y no se da cuenta de que se acabaron los privilegios para los cubanos porque los Estados Unidos están forzando que se cumpla la ley. En su opinión, el presidente Trump está buscando la forma de deportar a las personas que han perdido los casos de Inmigración y no parará hasta conseguir que Raúl Castro firme el acuerdo y acepte la deportación de cubanos que han delinquido en los EEUU.
Si esas trece cubanas que están presas en Pensilvania, con la nieve hasta las rodillas, hubieran llegado a los Estados Unidos antes del 12 de enero (cuando Obama derogó la Ley de Pies secos, pies mojados) les habrían dado el Parole y las habrían soltado. "Después de enero 12, todo cambio y esas muchachas se arriesgaron y ahora están en la cárcel. No sabían que se acabó lo que se daba".
Ahora las jóvenes, vestidas con el traje anaranjado y en chancletas, se lamentan porque no pensaron que lo que les ha pasado podía pasar. "El Parole está a discreción de Inmigración. No creo que se lo den (a las 13 cubanas) porque no quieren que sirva de precedente", comenta la abogada.
Ybarra distingue entre dos tipos de cubanos: el que llega a los Estados Unidos buscando la libertad y no regresa a Cuba y el que llega buscando beneficios, que se gasta los cheques (de ayudas públicas) yendo a Cuba. "Ahí fue donde nosotros mismos nos pusimos el yugo al cuello".
La abogada no entiende con qué cara un cubano se para delante de otro latino y le dice: "Yo soy especial". Ella no entiende que jóvenes cubanos en edad laboral reciban ayudas cuando hay personas mayores que han trabajado en los EEUU toda su vida y terminan con un retiro de 400 dólares, comiendo comida enlatada, mientras hay cubanos que se dedican a vivir de las ayudas federales de 600 dólares al mes. "Tener hijos se ha convertido en un negocio aquí", concluye.
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