Yurleanys Tamayo y su esposo, Daniel Odelin, protestaron el pasado viernes frente a las oficinas de Vivienda del municipio capitalino Diez de Octubre. Enfrente del lugar, la pareja acusó a los funcionarios de "ladrones".
Ambos llevan varios años esperando que les resuelvan el problema de su vivienda y, aseguran, solo se les han realizados pequeños arreglos al inmueble que lo dejó peor de lo que estaba: lleno de polvo y sumido en la insalubridad.
Odelin explicó a los funcionarios que tienen dos hijas asmáticas, y que desde que estos constructores y albañiles estatales visitaron su casa, él no ha recibido una respuesta concreta por parte del organismo sobre cuándo volverán a darle la ayuda que necesitan para concluir las labores.
Desde el año 1998 no tienen siquiera libreta de abastecimiento. En 2013 hubo un derrumbe en su edificio y lo perdieron todo. La directora de Vivienda, que los atendía en aquel momento se fue del país.
La pareja refiere que al ellos oponorse al Gobierno de los Castros, no han resuelto su situación porque el resto de sus vecinos ya tienen sus casas terminadas.
El desespero de esta familia, que pude muy bien apreciarse en las imágenes, se acrecenta porque "todo lo que le dan son evasivas". Quienes les atienden no tienen la autoridad para resolver la situación.
El gobierno cubano ha manifestado en reiteradas ocasiones su interés de solucionar al añejo problema de la vivienda en Cuba. Sin embargo, la crisis económica, la corrupción, el burocratismo y el excesivo control constituyen caldo de cultivo para la verticalidad en la toma de decisiones. Es por ellos que miles de reclamos encuentran no solo déficits en materiales, sino también oídos sordos y manos atadas.
Al cierre de 2016, el gobierno reportó un déficit de 880 mil viviendas en el país.
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