El deplorable estado constructivo de La Habana Vieja y Centro Habana no parece tener una solución a futuro cercano. Las personas viven con miedo a caer en casa del vecino de abajo o a que un balcón les caiga encima.
Las intensas lluvias tampoco ayudan, solo aceleran lo que ya es un hecho: La Habana se cae a pedazos.
"Con dos o tres lluvias más mi balcón se desprende y se cae", contó a Martí Noticias una vecina de La Habana Vieja.
Las familias viven con miedo constante. Caminan por el medio de la calle, esquivando vehículos para sentirse a salvo de ser aplastados. "Yo siempre voy con miedo porque cruzo para huirle a uno pero me puede caer otro", asegura una joven de la zona.
Al problema crónico de hacinamiento que sufre la capital, en la cual se estiman necesarias más de 200.000 viviendas para solucionarlo, se unen los derrumbes. Muchas familias viven cada día con el temor a que su edificio se desplome en cualquier momento.
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