“No sé dónde voy a salir ni para qué lo van a usar” es el argumento más usado entre quienes tienen miedo a hablar en cámara y a expresar cualquier opinión con libertad ante medios de prensa independientes en Cuba.
Aunque sea para abordar temas sociales o de preocupación ciudadana, la libertad de expresión continúa siendo una asignatura pendiente entre los cubanos, muy marcados por la autocensura ante el temor a represalias.
“Yo no voy a hablar de eso”; “no sé”; “no estoy facultado para contestar”; “estoy apurado”; “no me cojas a mí para eso”; “ni me preguntes”, son respuestas casi mecánicas pero que a fin de cuentas apuntan a lo mismo: el silencio.
Si bien algunos medios de prensa ―sobre todo agencias internacionales― destacan que ahora es un poco más fácil encontrar quien responda una pregunta en la calle que hace unos años atrás, lo cierto es que la libertad de expresión continúa presentándose como un camino poblado de obstáculos en Cuba, el principal: no complicarse la vida.
A ello se suman las enormes dificultades que siguen enfrentando a día de hoy los periodistas independientes en la Isla, sometidos a frecuentes amenazas, arrestos, confiscación de equipos y hasta golpizas, como forma de presión del Gobierno cubano para conseguir el fin último: silenciarlos, y conseguir, así, que la versión oficialista siga siendo la cara visible de una sociedad que se ahoga en una falsa unanimidad pública que esconde diferencias cada vez más asentadas.
El propósito de maltratar a las voces independientes es impedir la difusión de trabajos periodísticos que se muestren críticos con el Gobierno y que evidencien la verdadera opinión en las calles.
El X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), culminado el pasado domingo, no ha dejado la promesa de cambios en ese sentido, sino todo lo contrario. El inicio de la era Díaz-Canel ya se había anunciado desde hace meses bajo la fórmula de mano dura hacia el periodismo independiente con su ya histórica frase "que digan que censuramos, que todo el mundo censura", y así ha sido ratificado.
El reciente encuentro de comunicadores ha mostrado la forma en que el oficialismo busca engrasar sus herramientas de control para continuar satanizando el periodismo independiente, considerado hasta el fin de los días “progaganda enemiga”.
Uno de los entrevistados en este reportaje de Cubanet recuerda uno de los argumentos utilizados por el Gobierno para justificar la agresión a quienes ejercen el periodismo independiente: el no tener un título otorgado por una universidad cubana, lo que resulta contradictorio porque luego “la universidad es solo para los revolucionarios”, como quedó evidenciado a partir de la polémica expulsión de una estudiante de periodismo de la Universidad Central de las Villas en 2017.
El Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, empleado como posdata de este reportaje del citado medio, pone nuevamente el dedo en la llaga:
"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
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