Con la sonrisa presta y las lágrimas a flor de piel, anda hoy por Miami el opositor cubano Eduardo Quintana luego de recibir este jueves último lo que él llama el comienzo de una nueva vida: la aprobación de su Asilo Político.
En los últimos años, luego de la derogación de la política “Pies secos, pies mojados”, la legalización del status migratorio de miles de cubanos en Estados Unidos se ha convertido en un dolor de cabeza. Para los que entran por frontera, los porcientos de probabilidad juegan en su contra: casi ninguno está recibiendo la aprobación de asilo. Mayormente obtienen órdenes de deportación.
“Me siento un afortunado. El católico que soy no puede dejar de dar gracias a Dios, primero, y a este gran país después”, dijo hoy Quintana a CiberCuba. Nos recibió en la oficina comercial de su hermano Didiel Quintana, en Hialeah.
“Estuve seis meses detenido luego de entregarme en el punto fronterizo de Reynosa. Me presenté con mi pasaporte cubano el 18 de abril y solicité el asilo político ante las autoridades migratorias. Ahí fui detenido, procesado, entrevistado, y tres días después me llevaron a Puerto Isabel, en Texas, desde donde me trasladaron una semana después al centro de detenciones de Broward Transition Center, conocido como BTC”.
Para alguien que fue detenido varias veces en Cuba por su activismo político, la diferencia en cuanto a condiciones de vida durante este encarcelamiento en Estados Unidos es total: “Nadie quiere estar nunca privado de libertad. Pero en Broward yo tuve buena alimentación, lavado de mi ropa, aire acondicionado. Respetan tus derechos elementales, otra de las maravillas de este país”.
Eduardo Quintana era el coordinador general de la organización opositora “Peregrinos Éticos por Cuba”, y fungió como coordinador internacional del “Proyecto Emilia” que fundó el activista Oscar Elías Biscet. Es graduado de abogacía.
El abogado de inmigración Wilfredo Allen, quien representó a Quintana en juicio, dijo que toda la documentación que este aportó para demostrar su condición de perseguido político fue determinante: “Es uno de los casos más completos de Asilo Político que he trabajado en los últimos tiempos. La propia Fiscalía admitió durante el juicio que este individuo tenía evidentes razones para temer represalias políticas si era devuelto a su país”.
El caso de Quintana es empleado por los propios abogados de inmigración para explicar por qué la categoría de asilado político requiere de abundante evidencia y de una defensa sólida en juicio.
“Que usted diga que Cuba es una dictadura no le garantiza que la ley americana le ampare como asilado. Que usted diga que pasa hambre tampoco. Que diga que no hay futuro tampoco. Usted tiene que demostrar, como en este caso, que habría represalias políticas, o religiosas, o étnicas o por nacionalidad, si le deportan de regreso. En el caso de Quintana, él tenía todas sus fotos, artículos y publicaciones durante años. Fue un caso exitoso”, explicó Allen.
El jueves 11 de octubre, pasadas las 2 de la tarde, un juez de inmigración aprobó a Eduardo Quintana el Asilo Político. El disidente cubano estalla en lágrimas al recordar a decenas de otros cubanos que quedan ahora mismo detenidos en Broward, y que tendrán muy difícil lograr lo mismo que él:
“Yo creé una especie de club de oración, donde pedíamos por nuestros casos. Les ayudaba a llenar sus formularios. Intentaba darles todo el apoyo, aun sabiendo que muchos de ellos no podrían calificar para el asilo. Es muy duro todo. Es muy dura la desesperación que tienen los cubanos por salir de una isla que ha sido gobernada seis décadas por una dictadura. Pero entiendo, cómo no, el derecho que tienen los Estados Unidos de admitir solo a quienes son perseguidos. Es una realidad dolorosa, pero más que comprensible”, confesó Quintana.
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