El papa Francisco celebró la misa del Jueves Santo en la prisión de Velletri, ubicada a 60 km al sur del Vaticano, en la cual lavó, secó y besó los pies de 12 reclusos, en un gesto de humildad que rememora el pasaje bíblico de La Última Cena, cuando Jesús hizo lo mismo con sus discípulos.
El Obispo de Roma volvió este año a conmemorar la fecha que abre el Triduo Pascual en una cárcel, por quinta vez, en lugar de oficiarla en la basílica San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma.
Durante la misa, el sumo pontífice se arrodilló frente a estos hombres privados de libertad y lavó sus pies en una jofaina de plata, los secó y besó. Entre los reclusos había nueve italianos, un brasileño, un marroquí y otro procedente de Costa de Marfil.
La celebración transcurrió en presencia de los trabajadores de la prisión, además de los reclusos. El papa los llamó a ser humildes y ayudarse unos a otros.
"Servíos unos a otros, sed hermanos en el servicio, no en la ambición. ¿Necesitas algo? Yo te lo hago. Esto es la hermandad. La fraternidad es humilde".
Otras veces el papa Francisco ha llevado la misa de la Cena a prisiones de menores y otras cárceles de Roma.
En esta ocasión, la prisión elegida es un centro de seguridad, exclusivamente masculino, donde permanecen alrededor de 500 personas y más de la mitad son extranjeros.
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