Israel no entiende. No se explica de dónde tanto odio, tanta saña, tanto "encarne" injustificado en su contra. Tanta mala fe contra su banda Buena Fe. Israel Rojas, el crácil y sonriente guantanamero que abandonó la Contrainteligencia Militar para cantar ante multitudes de jóvenes cubanos, ha emprendido su particular campaña victimista contra Miami y la libertad de expresión. Y él no entiende qué le ha hecho a gran parte de esta comunidad.
En un video publicado en su cuenta de Facebook el 16 de febrero, Israel Rojas denunciaba lo que dio en llamar una campaña de insultos y de odio contra su grupo y contra un promotor radicado en Miami, y su esposa. La historia no pudo estar peor contada: un sector de la comunidad de Miami simplemente reaccionó en redes sociales al anuncio de una futura gira formulado por el empresario Javier Otero, quien se identifica en sus páginas oficiales como manager de Buena Fe aunque Israel insista en llamarlo ahora, convenientemente, "un promotor".
En un ejercicio protegido por algo llamado Primera Enmienda (que dudo seriamente que el cerebro de formación castrense de Israel Rojas logre entender) ese sector cubano de Miami se expresó lo suficientemente alto e influyente, como para que los primeros conciertos pactados en Florida se vinieran abajo.
Desde entonces Buena Fe y su equipo publicitario no han parado de negar la existencia de esa gira, y de atacar desaforadamente a todo el que haya manifestado su desacuerdo con que un grupo que hizo campaña pública a favor del Sí en el referendo constitucional del 24 de febrero, viniera poco después a recoger en sus bolsillos el fruto preciado del capitalismo que aquella Constitución ilegalizó de por vida. Los "mal nacidos por error", los "ex cubanos", tiraron de amor propio.
Entre los ataques, debo admitirlo con sorna, uno en particular me lo dedicó el propio Israel a mí mismo. En una polémica de Facebook por otro tema diferente, el músico devenido embajador del Socialismo me presentó públicamente como "Ernesto Morales: uno de los que lanzó (sic) a toda la patrulla de odiadores contra nosotros y contra un promotor amigo y su esposa irresponsablemente por gusto". Horas más tarde ese mismo promotor desmentía en público la afirmación de Israel y este se veía obligado a recular en otro comentario. Pero esa es otra historia, para otro día quizás.
El hecho es que Israel no entiende, Buena Fe no entiende, de qué tuétano nace el rechazo contra ellos en una parte de Miami -insisto en la segmentación: otro sector sí los consume con gusto-, y en consecuencia repiten machaconamente que esa "jauría de odiadores" en internet representan lo peor de la naturaleza humana. Se cuida el astuto Israel de recordar que esos enemigos son tan cubanos como él, nacieron donde mismo él, aunque les hayan usurpado los derechos de los que sí goza él.
Pues bien: la humanidad ha evolucionado a un punto en que atesora una gran memoria universal llamada internet. Un Aleph borgiano donde todo radica y donde nada se olvida. Y por estos días en que Venezuela es una caldera en ebullición, donde se acaba de decretar la emergencia nacional tras 4 días de apagón, y donde el repugnante dictador Nicolás Maduro ejercita sus -quizás- últimos zarpazos de fiera herida contra un país angustiado, internet nos ha recordado que hace tres años Buena Fe recorrió Caracas a bordo de un auto con cámaras nacionales, escoltados por Elías Jaua, Cilia Flores y con un peculiar chofer al timón: el ex conductor de autobús Nicolás Maduro, ya por entonces tirano de Venezuela.
En el programa número 74 de "Contacto con Maduro", el programa multimedios heredado de Hugo Chávez y desde el que Maduro controlaba la vida pública, política y mediática de la nación, los sonrientes guantanameros Israel Rojas y Yoel Martínez fueron invitados de honor. Llegaron a borde del auto presidencial. Cantaron para el quorum.
"Hace una semana estuvimos sembrando a Fidel", les dice Maduro a Israel y Yoel: su peculiar manera de referirse a la piedra mortuoria del dictador Castro, en Santiago de Cuba. "¿Cómo estuvo "Suena Caracas"?, les pregunta Maduro en referencia al concierto donde se rindió homenaje a Chávez y Castro. "Pasadito por agua", dice Israel antes de apuntar: "Usted dice que cuando llueve está Chávez, a mí me parece que ahora también llovió porque estaba Fidel".
Vamos, lo que se dice un Israel en estado puro. Israel, el del Miami-Dade County Auditorium y algunas decenas de dólares por entrada, que fue a cantarle "Arsenal" al Centro Cultural Socialista de Caracas a la mafia más deplorable de Latinoamérica . La mafia camuflada de izquierdista que ha trasquilado las cuentas del pueblo venezolano, ha robado hasta lo que no podría gastar, y ha sumido a la nación en una hiperinflación de récord que sigue cobrándose vidas por hambruna e insalubridad.
Pero Israel, el bonachón que ha hecho del guajirismo al andar, posar y decir -soy tan oriental como él, le reconozco el tufo de postal costumbrista- no entiende, de veras, por qué los que vinimos a Miami huyendo de la tragedia cubana y la tragedia venezolana, las nuevas dos alas de un mismo pájaro, sentimos tanto desprecio por músicos sin bandera ni escrúpulos que luego de decir frente a Maduro que Fidel "hizo lo que tenía que hacer, y murió triunfante" vienen a visitar la casa de sus víctimas.
Espero este video de casi 20 minutos le refresque algo la memoria al distraído Israel.
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