Amaneció, hoy, naranja.
Y una legión de mosquitos -o comejenes en rebaja primaveral - pareció haberse suicidado, en masa, en la piscina. Una suerte de húmeda matanza de Waco, en versión insecto-vectorial.
Como yo en todo, leo señales, me cuestioné enseguida: ¿qué, coño, querrá decir esto?
Con el jamo de limpieza las barrí - ¿puede afirmarse, aun así, cuando es limpiar en el agua? -, porque sólo rescato abejas, caídas en la desgracia, de la “maldita circunstancia del agua por todas partes”. Y con preclaros signos de vida agonizante, que indiquen sus, anegados, chorreantes estertores.
Inciertos indicios para un aniversario.
Si no fuera porque, en el fondo y en verdad, me cago en todo eso - o, mejor aún, lo proceso, mentalmente, para insuflarle forma literaria - me recogería asustado, espantado, mal herido de penumbras.
Hago un alto en mi disertación compuesta, porque tocan a la puerta. Son dos testigos de Jehová. Bien comidos, pero, desabridos. ¡Más aburridos que templarse a El Capital de Carlos Marx! O pasar un curso de economía política del socialismo. Dicen que quieren invitarme a la conmemoración anual- de entrada, la palabrita me resultó chocante - de la muerte de Jesucristo. Iban a seguir hablando…
¡Stop! *
*Con la manito, estilo Diana Ross y las Supremas, “in the name of love”
Les dije que yo no estaba para eso. Que, a mí, las conmemoraciones, desde muy chiquito, el médico me las había suspendido de la dieta y que era asmático al tema.
Los dejé con la palabra en la boca - dándole curva a la comisión de embullo que traían, entre ambos -, en lo que ellos, persistentes aburridos, me entregaron un folleto con los detalles del “motivito”, un viernes en la noche, en un Banquet Hall.
Sólo cinco minutos después, sentado en el particular patio posterior de mi casa - y por sobre los cables de electricidad, por los que atraviesa a diario y a la misma hora, una ardilla - se posó, por la mañana, disoluto, un negro cuervo. Al que le dio por graznar.
Pensando estaba yo en JUEGO DE TRONOS - y en que el pobre Edgar Alan Poe, jamás conoció a ese pajarraco oscuro, casi desnudo, arropado en una minúscula trusa, frente a una piscina y bajo el tórrido sol de la centelleante Florida - cuando, la maldita, coño é su madre, ave de mal agüero, soltó, de improviso, una nívea y virginal cagada, que me cayó, oronda y lironda, sobre el dedo gordo del pie izquierdo. *
*¿Cómo se lee eso, Freud? ¡Explícame, por favor!
Porque ya pasa de tres años que espero, ansioso, mi carta de libertad. *
*Léase: mi fucking residencia norteamericana.
Ni a la esclava Isaura se le demoró tanto su teje - maneje.
Ni aquellos “consejos de familia” que alargaban, terriblemente, el final de la aventura televisiva Enrique de Lagardere.
Así sigo aquí.
No “igualitico” al que era en las anteriores crónicas - creo que, lo más antidialéctico que he oído, es cuando alguien, a manera de cumplido, espeta un súbito “¡No has cambiado nada!, o, ¡Estás igualito! - y es que considero que he aprendido, mucho, cada vez más y con el paso del tiempo, por lo tanto, he evolucionado, me siento crecido.
Nada hay como autoanalizarse. Se me fijó bastante - de manera inconsciente - durante los dos años que viví en Buenos Aires. Del 94 al 96. En el siglo pasado.
Por eso, al cabo de este tercer aniversario en “la yuma” - y porque un amigo, al que admiro, copiosamente, como escritor, más, sobre todo, como el especial ser humano que es; me ha requerido una entrevista - debo intentar hacer balance, escindir pros de contras, y tratar de otear un norte, en todo lo que me ha sucedido y mi situación actual.
Es verdad que no tengo papeles. *
*Súbito, me viene a la mente Leonor Zamora, quasi entonando - llorando, “papeles, papeles son, papeles, papeles son, papeles, papeles son”
¡Y es que son documentos! Lo que, igual: no tienen sentimientos.
¡Tampoco es el fin del mundo!
¿Qué hace más de un año que no soy remunerado por mis esfuerzos - teniendo, a la mano, una magnifica propuesta que venía desarrollando, como instructor, en una escuela de cine-, simplemente, porque mi permiso de trabajo se venció?
Ya me lo están renovando. Por más que demore, se hará efectivo*
*Los más positivos me auguran que mi residencia llegará antes que ello.
¿Qué la mayor parte de mi tiempo la paso solo?
Solo vine al mundo y solo me iré. Me encanta mi soledad. Sólo con ella puedo concentrarme y crear.
Tengo amigos, pese a que, muy distantes. O por Facebook. Que ni es lo mismo, ni es igual. No obstante, sea la compañía, o concomitancia, relación de estos tiempos. *
*Atrapados, como estamos, entre redes, pantallas y/o móviles
Tampoco soy de salir mucho, ni fiestar. No tomo, no fumo y ni me interesa inyectarme, absolutamente nada más, que lo que me toca hacerlo, en mis periódicos chequeos de salud.
No persigo grandes lujos, no me interesan. Me siento enriquecido por dentro. Es ya un inmenso privilegio la suerte que me ha tocado, así como la que me he agenciado, o sabido procurar.
A manera de recuento, puedo afirmar - hasta el día de hoy - que he navegado con suerte y logrado algo, que, ni sabía, que NO tenía, antes: tranquilidad.
La posible real angustia por un incierto futuro, se compensa con la más amarga certeza de que, en Cuba, el ulterior me lo negaron.
Y que el presente, allá, es, cada segundo, aún más duro.
No tengo ninguna noción sobre lo que traerá el porvenir. No me está dado leer el futuro, ni tampoco me interesa.
Vivo hoy. Y ahora. “Yo no sé mañana…”
Si pretendo, o añoro, salvar a los míos; es lógico y natural que me imponga el salvarme primero. Para que ellos tengan, entonces, en quién apoyarse. Pues, nadie se acoge al amparo de un pilar caído.
Para conmemorar mi tercer año de vida en este país, me han ofrendado una camisa blanca. *
*Que no es el blanco, mi color, sino el beige, el crema, el cremita de mata, “la creme de la creme”, de Cremata,
No de marcas - que no me da la gana de hacerle publicidad gratuita a ninguna firma - sino de lino. Que es como me gusta la ropa. Fresca, sencilla, volátil, distinguida, liviana. Lo hiper apolíneo para sudarse el trópico. *
*Junto a la champola helada, los sombreros de pajilla, los abanicos y la brisa que viene del mar.
También, me han legado un cinturón rojo, de tejido entrelazado, elastizado. ¿Será para asegurarme bien firme los pantalones? ¿O para dejarlos caer aún más fácilmente? *
*De ambas maneras habrá de usarse, igualmente.
Además, bien temprano, me han asegurado, en la oficina de renovación de las licencias de conducción, que la mía “está en camino”. Que viene de Tallahassee. Ojalá y no se demore con el tráfico. Porque con esa identificación, podré moverme sin problemas por otras partes de Estados Unidos. Aunque ellos calculan que debe llegarme en dos meses. *
*Busqué en Google y eso queda a 797.3 kilómetros, equivalentes a siete horas, con diez minutos, de mi casa. ¡Qué maravilla el internet de alta velocidad!
Me invitaron a comer a un pequeño, pero, exquisito, restaurante italiano, que está en Miracle Mile, sobre la Coral Way y que se llama AMORE. “Come te non c´e nessuno”, cantaba Rita Pavone, cuando pedimos carpaccio para dos. Y para mí, a posteriori,“pollo al limone”.
Luego fuimos a ver un filme que estaba persiguiendo desde hace rato.
DUMBO, la más reciente colaboración de Tim Burton con Disney. Esa mezcla de sadismo con ternura deja un sabor bastante raro en el placer. No es, enteramente, el universo del genial realizador, aunque, se siente su impronta. Se respira perversión en casi toda la película. Como el detalle de la marca de los labios, pintados de un rojo indignante, que deja la actriz protagónica, al besar al elefantico orejudo-volador. Hay un rejuego con lo morboso, con lo tétrico, con lo oscuro. Todo, disfrazado de candor infantil. Con Collin Farrel, Eva Green, Danny de Vito, Michael Keaton, ¡Buena tanda comiendo palomitas y disparándose“paquetes” super bien realizados! Humor negro contenido. Imaginación desbordada. De más no está decir que prefiero el animado original. Esta versión no es gran cosa, a pesar de su tamaña inversión.
Y para cerrar, con broche de oro, volviendo al lugar que habito, me he agenciado, a través de las redes, una excelente copia de:
YULI, el admirable filme dirigido por la maravillosa realizadora española, Iciar Bollaín, basado en el libro NO WAY HOME, autobiografía del egregio bailarín - y sin duda alguna, también, insólito ser humano - que es Carlos Acosta. Un biopic, con una bellísima fotografía, emotiva y actuaciones sobresalientes. Otra vez la duda sobre el tapete. ¿Es cine cubano? *
*¿Cómo no?, es mi respuesta. Pero, lo más importante es que es CINE.
Y lo he visto en la pantalla más amplia que tengo en casa. Es decir, que paré cuando quise, cuando tuve ganas de orinar, cuando hube de atender una urgencia. Volví, le di para atrás; regresé a ver momentos que me interesaban, por algún que otro motivo, o porque me había perdido algún detalle, me detuve en ciertos parlamentos, analicé cortes, estilos, dirección de arte.
No la vi. La miré. *
*Para el coreógrafo que habita en mi piel, sería, aún más exacto: “me la bailé”
Y sin tener que tener credencial, sin invitación, sin hacer cola alguna, sin trasladarme, sin gastar un centavo.
Sin que alguien se arrogara el derecho de decidir lo que yo quiera ver.
Justo el día en que Jean Luc Goddard condenó el streaming. *
*O, el hecho de escuchar música y ver vídeos, sin necesidad de descargarlo, a través de internet.
¡Válgame Dios!
Parece haberse convertido, en una máxima contemporánea, el que, los revolucionarios, o transgresores, de ayer, sean los más retrógrados recalcitrantes de la posteridad.
*¿Por qué te fuiste Agnes Varda?
Nada hay como una posición acomodada para dictarle al mundo como deben de ser las cosas. *
*Lo hago ahora mismo yo, desde el confort de mi laptop y semi acostado en mi cama.
Siempre he pensado que las revoluciones llegan hasta la puerta de los refrigeradores propios, hasta los intereses personales.
Nadie protesta por lo que no se ve afectado.
Por otro lado, Spielberg y Almodóvar, arremetiendo contra NETFLIX, parecen querer mantener la entrada de dinero por taquilla, como es lógico, entendible y natural. Pero, NO TODO EL MUNDO PUEDE DARSE EL LUJO DE PAGARLA.
Asimismo, está el discurso, válido, que no realista, de mantener la esencia de un arte que nació de una manera. Mas, ¡ha devenido en otra! *
*Los cines pasaran a ser, cada vez, menos. Hasta convertirse, quizá, en pequeñas cinematecas con una específica programación.
Guste o no, el streaming es progreso.
Y genera otro tipo de espectador.
Otra dinámica, otra mecánica, otra vuelta.
Todo está al alcance de la mano. *
Por supuesto, que no es la misma concentración que la que se produce en la sala oscura. Efectivamente: ¡Es distinta!
Puedes virar para atrás, releer un parlamento, estudiar un corte, un encuadre.
En fin…
Sobre el exacto fenómeno de regresión, en materia de política, mejor ni hablemos.
¡Qué decepción, por tu madre!
Esos guerrilleros nicaragüenses, devenidos tiranos sangrientos, son legítimos herederos de aquellos barbudos, dizques católicos, que bajaron de la sierra, "nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella".
Ya va para tres años que no piso Cuba.
Que respiro de otra manera.
Hace tres años que he sentido, pero no padecido, el calor. Pues, aquí, el aire acondicionado funciona, hasta demasiado, por todos lados. *
*Me he visto obligado a usar un suéter, a modo de chal, para resistir los embates del invierno en ciertos restaurantes, comercios, o supermercados. ¡Comprar en el área de lácteos y helados es un suplicio!
En nuestro país la vida se desgasta por gusto.
Es doble el secuestro. Por un lado, un embargo real que contamina cada segundo de esfuerzos. Por otro, el bloqueo mental de los que dirigen, sólo para el disfrute y derroche de los suyos.
Por eso, no hablo de libertad.
Porque creo que la independencia, entendida como el poder hacer lo que a uno le venga en gana - en este mundo y según lo demostrado a lo largo de la historia - depende y es, directamente proporcional, al nivel de solvencia económica, o al poder adquisitivo, es decir, a la cantidad de dinero que se tiene en el bolsillo.
¿Qué no hago cine, ni teatro, estando - más que preparado - en el apogeo de mi creatividad?
¿Y?
Tampoco me hubiesen dejado hacerlo en la isla.
Aquí realizo, en la medida de mis posibilidades, lo que quiero. Sin permisos.
Por decir lo que pienso, no me niegan.
En el peor de los días, me he sorprendido mirándome al espejo, preguntando: ¿hubieses estado, ahora, mucho mejor, allá?
La respuesta se dispara ipso facto:
¡Ni cagando!
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