Las skaters cubanas deben desafiar un doble prejuicio: las dificultades de una afición no muy bien vista socialmente, y además el machismo circundante, que rechaza una práctica deportiva que muchos consideran más adecuada para hombres.
Las jóvenes que practican skateboarding en la Isla batallan ―igual que sus compañeros varones― para que su práctica sea vista como una disciplina deportiva y también se ven obligadas a lidiar con los pocos recursos y espacios de entrenamiento.
Las donaciones que reciben del proyecto "Amigo Skate" ha ayudado a aliviar las penurias materiales de algunas de estas jóvenes. No obstante, la discriminación a la que son sometidas por sus propios compañeros de prácticas, hace que acaben llevando "lo que sobra", según comentan las jóvenes entrevistadas en este reportaje, difundido por Diario de Cuba.
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