No es un secreto que la superlatividad (en casi todos los ámbitos y variantes), es muy común en Cuba. Una realidad histórica singular ―eufemísticamente hablando― que dura ya más de medio siglo, unido a la idiosincrasia del cubano, han convertido múltiples exageraciones cotidianas en indiscutibles tópicos nacionales.
“Somos LO MÁS” en muchísimas cosas, se escucha y se repite a todas horas de puertas adentro en la Isla, y también es herencia itinerante entre los cubanos que radican en el extrajero.
Entre tantas “virtudes”, no es de extrañar que varias exageraciones naveguen en el ámbito de las rarezas o incluso del más indisimulado patetismo. Lo anterior quiere decir que un cubano no se va a asombrar de nada, o de casi nada, porque su horizonte de expectativas está preparado (en la mayoría de los casos) para "asumir lo que venga".
Pero los precios de los autos en Cuba han cambiado un poco esa perspectiva del asombro. Por años estuvo prohibida la venta de carros en el país caribeño. Cuando el Gobierno de Raúl Castro anunció en 2011 que se autorizaría la compra y venta de vehículos usados, muchos creyeron que los elevados precios del mercado negro bajarían. No obstante, la cifra se elevó.
Hoy por hoy, da igual quién lo venda, sea el Estado o un privado, las cifras siguen pareciendo enajenantes en una sociedad donde el salario medio es de 30 CUC mensuales.
El 19 de diciembre de 2013, finalmente se eliminó la restricción que exigía tener un permiso del Gobierno para adquirir un vehículo nuevo, y fue a comienzos de enero de 2014 que la medida entró en vigor. Entonces muchos respiraron aliviados y dijeron “¡Al fin!”; eso hasta que vieron los precios a los que se comercializaban.
Los cubanos descubrieron entonces que los precios en Cuba distaban muchísimo de lo que se podía ver en otros países, ya fueran naciones latinoamericanas, europeas o Estados Unidos.
Por ejemplo, un Peugeot 508 en una de las salas de ventas de La Habana figuraba a 262 mil CUC, lo que venía a ser como ocho veces más de lo que costaba en Reino Unido.
Y el sobreprecio no sólo se aplicaba a autos nuevos: un Peugeot 206 con cinco años de uso, podía costar alrededor de 85 mil dólares.
La conclusión fue que la ELIMINACIÓN DE UNA MEDIDA IMPOPULAR de varias décadas, acabó siendo tan impopular como la medida misma.
Si la prohibición indignaba, la infortunada “eliminación de la prohibición”, convirtió LO PROHIBIDO EN PROHIBITIVO.
Cuatro años después, la pesadilla no ha terminado y la exageración no rebaja la tarifa. Los cubanos han entrado en la jugada macabra de los precios inflados marcados por el propio Gobierno, y el caso es que ahora mismo en Revolico ―web de compra y venta en Cuba― se puede encontrar un Moskvitch por 18.000 CUC, eso sí, “en buen estado”, según asegura su dueño.
En cambio, si usted es de los que gustan más de los ladas, puede encontrarlos en 26.500 CUC.
Un Hyundai Sonata 2012, 110.000 CUC. No, no sobran ceros, hablamos de 110 mil CUC.
En cambio, si nos pasamos a una web de segunda mano en Estados Unidos, uno puede en Florida comprar, desde la web Craiglist, un Hyundai Sonata 2012 en un precio que ronda entre los 4900 y los 8995 dólares.
En la web española Coches.net, se puede adquirir un Hyundai Sonata del 2011 por 8990 euros.
También se puede comprar en Cuba un Toyota Camry, pero en ese caso el precio no baja demasiado, la oferta de venta ronda igualmente los 100 mil CUC.
En Craiglist, en cambio, los precios de un Toyota Camry de segunda mano oscilan entre los 1100 y los 8400 dólares.
En España, un Toyota Camry de segunda mano se puede comprar en precios que oscilan entre los 1300 y los 4000 dólares.
Los amantes del Audi A6 pueden comprar uno en Cuba por 160 mil CUC, también disponible desde Revolico.
En Craiglist, por su parte, se puede comprar un Audi A6 desde 2250 dólares.
Algunos culparán al embargo norteamericano, por supuesto, y acto seguido realizarán diligentes cálculos en los que mencionen “el acceso al financiamiento” o lo caro que sale importar a Cuba un auto desde Japón o desde Europa.
Cuando se naturaliza el absurdo y se pierde todo punto de referencia lógico, en ese instante uno quisiera despertar de la pesadilla cubana, esa donde SER DIFERENTE no es muchas veces ni bueno, ni bonito ni barato; y donde si quiere tener un carro, mejor se lo pinta en un papel.
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