A falta de uno, son dos. Dos colosos de cemento en el medio de Cienfuegos. Deshabitados, cayéndose a pedazos lentamente ante la mirada impasible de las autoridades y la frustración de los cienfuegueros.
Uno de los dos edificios tiene dieciocho plantas. El otro, nueve. Ambos comenzaron a construirse a inicios de los años noventa en barrios residenciales y por alguna razón que nadie conoce, fueron abandonados a mitad de camino por la constructora estatal.
Nadie sabe cuánto gasto de materiales y mano de obra pueden haberse llevado ambas estructuras, pero sí es evidente que todo fue por gusto.
“Un día empezaron a venir cada vez menos obreros de la construcción hasta que no vino nadie más”, cuenta Jorge Rafael, un vecino y vendedor de confituras que tiene su puesto justo al lado del dieciocho plantas.
Desde entonces, en un Cienfuegos con severas carencias habitacionales como en el resto del país, los dos edificios se alzan solitarios a la espera de una solución o de una tragedia.
“Ese es el temor principal”, dice Jorge Rafael. “Que ahí hay estructuras que no se han caído de milagro. Yo creo que hasta que no haya una desgracia aquí no van a escuchar las quejas de la población”.
Para colmo el canibalismo de materiales agrava la situación de ambos edificios.
“Durante años se metieron personas en esos edificios a robarse las cabillas, las vigas de madera, todo lo que pudiera servir. Yo estoy seguro de que esas construcciones no tienen ninguna seguridad”, dice Vilma Cáceres, vecina de una de las dos edificaciones.
Según los cienfuegueros entrevistados por los periodistas independientes de Palenque Visión, lo peor de todo es que el Estado ni repara los edificios ni permite que personas necesitadas de viviendas los arreglen en lo posible para volverlos habitables.
“Yo estoy seguro de que si se lo dan a particulares, los dos echan a andar” dice Jorge Rafael.
Pero nadie escucha.
(Foto: Desde el Iris)
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