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Uno de los deportistas que tuve el placer de conocer en mi vida es Anier García Ortiz. El vallista, nacido hace 42 años, en Santiago de Cuba, vino a este mundo con el sello de la grandeza estampado en su frente.
Proveniente de una familia eminentemente deportiva, él no lo fue menos, incluso, fue lo mejor de ella. Su padre, Pedro, cuatrocentista con vallas del equipo nacional, y su madre Bárbara, heptalonista, sembraron en él la semilla no sólo de un excelente atleta sino del hombre maravilloso que es.
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“Tengo cuatro hermanos, por parte de padre y de madre y tres hijos: Nerea de 19 años y Amalia, 10, ambas españolas, y Anier, 14, cubano residente en Miami. Los tres de mamás diferentes.”
¡Ahí se pueden imaginar el rostro de mi interlocutor con esa sonrisa pícara que lo caracteriza!
“Ahora comparto mi vida con una ex modelo de la Maison, Anabel Sayús que ya tiene un hijo de 25 años, así que estamos completos.”
No es fácil hablar con Anier García, mucho menos ahora que lo encuentro en plena faena entrenando, en la ya casi remozada pista del estadio Panamericano, a nuestras tres primeras figuras de las vallas cortas en el país: Roger Valentín, Jordan O'Farril y el aún juvenil Pedro Pablo Rodríguez.
“Estoy realmente muy contento. No me lo podía creer cuando la hoy comisionada nacional de campo y pista, Yipsi Moreno (campeona olímpica y triple mundial del martillo) me encomendó la misión de guiar a estos muchachos, que constituyen el talento del presente y el futuro cercano en el país de la especialidad que tanto amo.
“Acabamos de concluir el primer mesociclo con miras a los Juegos Panamericanos del próximo año para los casos de Roger, 21 años y como mejor marca 13 segundos 39 centésimas, y Jordan, 25 y 13,19.
“A Pedro Pablo lo preparo rumbo al Panamericano Juvenil con sede en Costa Rica. Ese joven tiene 18 años y posee crono de 13 segundos 35 centésimas.”
Me imagino que, además de tu experiencia de tantos años, te basas mucho en lo aprendido del gran Santaguito Antúnez, verdadero artífice de las vallas cubanas.
“Obviamente hay muchos métodos de él que he adoptado. No por gusto fue seleccionado el mejor entrenador del mundo del siglo XX, pero el trabajo lo he ido adaptando a mi forma, utilizando lo último de la ciencia empleada al deporte, la técnica moderna que está en mis manos y que aprendí en los años que estuve por México.”
Sí, siempre te gustó estudiar, ahondar en la teoría del entrenamiento moderno, y ahora te han dado en tu Patria la posibilidad de materializarlo.
“Mira, aplicando la ciencia, la biomecánica, ejercicios estabilizadores del cuerpo se logran resultados increíbles. Eso no lo había en mi tiempo.
“Ponemos en práctica el método del vídeo: estudiamos a los mejores vallistas del mundo, su técnica, su arrancada, paso sobre los obstáculos; hacemos análisis estadísticos, vemos cómo se mueve el mundo.”
Y por supuesto, el poder contar con el maravilloso gimnasio que tenemos ahora, es un gran paso de avance.
“Las condiciones actuales están al nivel del primer mundo y ahora cuando concluyan las pistas, la principal y la anexa, estaremos al máximo de lo que pueda esperarse.
“A esto añádele la importancia de la triada médica: doctor, psicólogo y fisioterapeuta, con la que el trabajo se completa orgánicamente.”
De los 3 muchachos que entrenas, ¿a cuál le ves un futuro más luminoso?
“Decirte eso sería eliminar a los otros. Sí veo en Roger Valentín el hombre capaz de bajar la barrera de los 13 segundos, algo que yo no pude hacer, pero con él hay que trabajar fuerte, que él ponga de su parte; vaya, es un diamante en bruto.
“Todo lo que hago con él, las cargas, las repeticiones, los tramos, los asimila con tremenda facilidad. O´Farril, lamentablemente, está muy lesionado, y tiene otro hándicap: ha cambiado varias veces de entrenador y como sabes cada maestro tiene su librito.
“El jovencito Pedro Pablo va a dar mucho de qué hablar. Tiene de todo para llegar lejos y seguir manteniendo en alto la escuela cubana de las vallas cortas.”
Hubiera querido verte el rostro cuando Yipsi te llamó.
“Muchacha, mi júbilo fue indescriptible. Santiaguito se alegró muchísimo, vino a visitarme un entrenamiento, luego intercambiamos opiniones, ya sabes; él es el maestro.”
Esta tarea de entrenar no es nueva para ti.
“No, claro que no. Yo me tengo que retirar antes de los Olímpicos de Beijing producto de una lesión en el tendón abductor derecho.
“Entre ese 2008 y el 2010, fui el asistente de Antúnez hasta que en el 10 se me dio la posibilidad de ir a ver a mi mamá en México. Ella radica allí, es entrenadora.
“Un conocido mío desde mi época de atleta, Alejandro Cárdenas, dirigente del atletismo azteca, me dio la oportunidad de ejercer como preparador.
“Estuve en México hasta el 2015, en el Centro de alto rendimiento, CEAR, del DF con atletas en 100, 110 y 400 con vallas. Logré que mis alumnos rompieran cuatro récords nacionales y asistí a varias competencias internacionales, entre ellas Juegos Panamericanos, Iberoamericanos y Centrocaribeños.
“A ellos les enseñé todo lo que sabía, sin dejar nunca de lado mi superación personal, tomando parte en cuanto curso programaba la IAFF.”
Pienso que ya hemos agotado la actualidad de Anier García. He querido guardar para estas alturas de la entrevista al Anier que nos colmó de emoción en Sydney, Atenas, Edmonton…¡En fin!
Viniendo de una familia tan deportiva, además porque te he oído hablar del tema, sé que el atletismo no fue el único deporte que practicaste.
“Jajá. Claro que no. Con nueve años matriculo en la EIDE santiaguera Capitán Orestes Acosta, para entrenar bajo la égida de mi mamá el deporte de atletismo, pero en mis ratos libres jugaba fútbol, básquet, béisbol, voleibol y hasta practiqué gimnástica.
“Yo no era como soy ahora. Era un niño enfermizo, padecía de bronquitis asmática y mi mamá siempre decía que para curar eso no había nada mejor que practicar deportes.
“Y quién te dice que fue así, que se me quitó la bronquitis, y de paso me convertí en la discordia de los entrenadores de la escuela porque todos me querían para ellos.
“¿Te hago una anécdota? Fue tal la bronca que un entrenador de fútbol me cambió y ahí mismo se armó la gorda con mi mamá, que ¡qué clase de razón tuvo en mantenerme en el campo y pista!”
Desde chico, ¿qué te caracterizaba?
“Tenía mucha explosividad para los saltos, también en las carreras, y ahí mi padrasto, Enrique Pérez que era entrenador de la velocidad, me lleva para la vallas, y en esa especialidad me fue muy bien. Intervine en Juegos Pioneriles, Nacionales Escolares y Juveniles.
“En la EIDE me mantuve hasta décimo grado, cuando paso a la entonces muy afamada base de Santiago de Cuba; allí, con 16 años, ya formaba parte de la selección nacional, dirigido por el profesor Correa.
“Desde el primer año que estuve con él ya fui segundo lugar entre los juveniles, sólo superado por la entonces figura Erick Batle. Con 14 segundos 10 centésimas clasifiqué para los Panamericanos de Toronto 1993, pero no me llevaron, según me dijeron por trámites migratorios.”
¿Te disgustaste?
“No. Son cosas que pasan. En 1994, el profe Correa es escogido para realizar una colaboración en México, y se decide mi traslado a la capital. Empiezo en el estadio Panamericano con el profesor Orlando Meneses y junto a los vallistas Joel Hernández y Carlos Patterson.”
Ya en La Habana me imagino que la vida comenzó a cambiarte.
“Yo seguí entrenando normalmente, empujado por la calidad de mis compañeros, y enseguida, en ese mismo año 1994, asistí al Mundial Juvenil de Lisboa, Portugal, donde quedé en quinto lugar con crono de 14 segundos 5 centésimas.
“En el 95, mi último año como juvenil, yo había crecido, me había fortalecido, le ganaba en las confrontaciones de la preselección a juveniles y mayores, excepto a las entonces primeras figuras Emilio Valle y Erick Batlte.”
Yo recuerdo aquella Copa Cuba de 1995 cuando un esbelto y bello muchacho le ganaba a ambos. ¿Fue así o estoy equivocada?
“Jajá, no se te olvida nada. Así fue. Eso nadie lo esperaba. Regresamos de una gira y me aparezco yo ganándole a los dos. Me puse tan feliz que aún esa victoria la sitúo como mi primer gran paso hacia la cúspide: ellos estaban ranqueados en el mundo, yo apenas era un juvenil con apetito de vencer.”
Y a partir de ahí, ¿cuáles fueron tus pasos?
“Asisto al Panamericano Juvenil en Chile y obtengo mi primer gran triunfo internacional: oro con 13 segundos 83 centésimas aunque en confrontaciones previas había detenido los relojes en 13, 62.
“Esta actuación más mi forma mantenida en los meso ciclos subsiguientes me dan el boleto a los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, a donde acudí siendo el más joven, 20 años, de la comitiva atlética cubana.
“Quedé en semi finales con registro de 13,39. Emilio Valle y Erick Battle fueron cuarto y octavo, respectivamente. Valle marcó 13,18, entonces record nacional, y se quedó fuera del podio. Fue un nivel altísimo como recordarás.
“Conmigo Santiaguito perseguía que me codeara con lo mejor del mundo en la justa más elitista, ésa fue su estrategia, y como siempre le salió bien pues fue una experiencia que mucho me serviría en el futuro.”
Y fíjense si fue así que en el Mundial Invernal París 97, el santiaguero salía airoso en los 60 metros con vallas y tiempo de 7 segundos 47 centésimas, al imponerse al favorito inglés Colin Jackson.
“Proseguí siendo el mejor en la temporada veraniega, marcaba el paso en el mundo. En Atenas se celebraría el Mundial al aire libre y mi objetivo no era otro que ganar. Tenía un 13,11 como mejor crono del año, pero sufro un espasmo muscular en la semi final y aunque clasifico, el dolor me impidió competir por las medallas.
“Recuerda aquel Mundial fabuloso para Cuba con cuatro medallas de oro, una de plata y una de bronce, bueno pues ahí se perdió otra por mí. Quedaron en el podio el estadounidense Allen Johnson, el británico Jackson y el eslovaco Kovacs que se coló en el bronce. ¡A todos les ganaba! Pero el deporte es así.”
En ese cuatrienio, nuestro Anier se coronó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo 98, los Panamericanos de Winnipeg 99 con 13 segundos 17 centésimas y quedó en plata en el Mundial de Sevilla 99, con registro de 13,07, al caer ante Collin (13,04).
Todo estaba listo para los Juegos Olímpicos de Sydney, que abrían y cerraban un siglo, juegos bien alejados geográficamente de los cubanos y que fueron desarrollados fuera del acostumbrado verano.
Aquel majestuoso estadio olímpico el 25 de septiembre se hacía pequeño en el corazón del caribeño.
“Si tú supieras, antes de tú llegar le estaba yo haciendo a mis alumnos la anécdota de aquella carrera: no es prepararse para ese día en cuestión, sino pensar, soñar, trabajar para ese momento desde el primer día del entrenamiento. Hay que tener vista larga. Hay que prepararse dentro y fuera del entrenamiento.
“Aquel día yo era un león enjaulado que se soltó cuando escuché el disparo. Yo era explosivo en la arrancada pero mi tiempo de reacción no era el mejor, así que tenía que levantar desde el inicio y dejar detrás a mis rivales. Y así fue, los superé limpiamente, todo me salió bien y rematé con una fuerza tal que no dejé lugar a la dudas: el 13 flat no se hizo esperar y el cetro olímpico tampoco.
“Allen Johnson, Terrence Trammell, Mark Crear, Colin Jackson…¡Bólidos mundiales, superados por este cubano! ¡Ser campeón olímpico! Algo que pocos consiguen, me quité la camiseta, me arrodillé, me envolví en la bandera, te busqué en la zona mixta y fue a ti a la primera que le dí la entrevista; a ti que siempre, en cada entrenamiento, en cada lesión, en cada felicidad estabas al lado nuestro. Yo no me olvido de ti ese día”.
De más está decir que Anier toca mi lado más sensible, y es que fueron muchos años, varias generaciones de deportistas las que he amado y amaré y respetaré por siempre, estén donde estén.
Hablando de amor, de respeto, ¿los vallistas se llevan bien entre sí digamos como los muchachos y chicas de pruebas múltiples?
“Sí, es una tónica nuestra. Todos queremos ganar pero después nos felicitamos fraternalmente. Esto no sucede con los de 100, ya sabes, ¿no?”
Regresas a la Patria, Fidel los recibe, el pueblo los anima, y después de vuelta al entrenamiento.
“El 2001 me trajo dos metales plateados, primero en la cita del orbe bajo techo de Lisboa, y luego en Edmonton, Canadá, donde estuve a punto de rebasar en el estambre a Allen Johnson, uno de mis más encarnizados rivales.
“Un año después, el 2002, fue enorme para mí. No perdí. Oro en la Copa del Mundo de Madrid con 13,10 y un aire en contra, ¡agárrate! de 4,5 metros por segundo. Aquello era correr contra un ciclón. Terminé encabezando el ranking con 13,03.
“Las cosas cambiarían en el 2003, después de la plata en el Mundial en Pista Cubierta de Birmingham donde me ganó Allen y yo dejo al chino Liu Xiang en bronce, sufro una seria lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha en los Panamericanos de República Dominicana, a donde fui resentido.
“Dentro de lo malo, los profesores Álvarez Cambras y Anillo acordaron no operar y estuve seis meses recuperándome, e increíblemente estuve listo para las que serían mis últimas Olimpíadas, en la cuna del Olimpismo, la ancestral Atenas”.
Hago un alto para decir algo: jamás pensé que en las condiciones que vi a Anier, pasado de peso, lento, sin haber competido ni entrenado a full, pudiera, ni siquiera, asomarse por Atenas.
Claro, afortunadamente, otra cosa pensaban él y su entrenador, Santiaguito Antúnez, quien no por gusto lo considera como el mejor de sus discípulos.
¿Catalogas de milagro lo sucedido en Atenas? Sabes que para Santiago tu bronce vale dos oros.
“Primeramente es producto de los valores internos de mi hogar, había nacido mi hijo Anierito, el grandísimo apoyo médico y fisioterapéutico que tuve todo el tiempo, la confianza de Santiaguito, el ánimo que recibí de mi tropa: Sotomayor, Ana Fidelia, Iván, Norberto, Yoelvis, Joel, y mi periodista favorita, tú, que aunque creías que no, me decías ¡sí!
“Fuiste la única de la prensa cubana, y eso no lo dejes de poner, que confió en mí, que iba a mis entrenamientos (desde la piscina con chaleco aerodinámico puesto), me daba ánimos, y también por eso cuando quedé tercero corrí hacia ti en la zona mixta y casi no pude darte la entrevista del abrazo que nos dimos. ¡Recuerdas?”
¡Cómo para olvidarlo! Pero echemos un poco hacia atrás, cómo fueron esas carreras hasta llegar a la disputa de las medallas. Yo creo que hubo algo de folclor, de 'polvos', pues milagrosamente iban cayendo rivales, vallas tumbadas, favoritos acalambrados, vaya, ¡para qué? Jajá
“No seas mala. Sí, hubo de todo. Mira yo entré a aquel estadio y desde mi primera carrera la sentí y viví como la última. Mi escasez de competencias previas por la lesión era un handicap. En la primera avanzo con 13 segundos 24 centésimas. Me vi en forma y me dije: ¡eh?.
“El mundo y también Cuba no me tenían en cuenta: el chino estaba escapa'o como lo demostró pero el resto estaban por los 13,20, así que sí se podía.
“Los periodistas al verme me fueron arriba, yo era el campeón olímpico, pero fiel a ti te dije: 'espera a la final, tú serás la primera', y me dijiste: 'tranquilo, concéntrate, en la final te espero'.”
Así sobrevendrían las carreras 2 y 3 y sus cronos, 13,28 y 13,30 (semi final) lo condujeron a la gran final, a la que llega ocupando el carril 7, o sea, lejos de los mejores registros.
“Ahí era el todo o la nada. Sonó el disparo (había habido una arrancada en falso) y arranco quinto, o sea, había que salir sentados prácticamente.
“Por el camino voy al lado de Trammel y veo que se tambalea en la quinta valla, me emparejo, lo sigo, me tiro, me caigo, doy una vuelta carnera, alguien más quedó por el camino… Todos miran el pizarrón, detrás del imbatible Liu Xiang, 12,91, Terrence Trammel con 13,16… Impás que parecía un siglo: tres corredores entramos juntos…¡Anier García tercero con 13,20!
“¿Para qué? Fui más feliz que cuando gané el oro, era algo casi imposible, una hazaña que se iguala con los más grandes, y no lo digo yo, lo dijeron ustedes, los periodistas.”
Mirando con optimismo al futuro, la gallarda figura de Anier García nos despide con una amplia sonrisa y el convencimiento de que, al igual que lo hizo como atleta, sus éxitos se multiplicarán como entrenador.
“Mi espinita de no haber podido nunca romper la barrera de los 13 segundos pienso sacármela con uno de mis alumnos. Poder quebrar el récord nacional de Dayron Robles, de 12 segundos 87 centésimas y ¿por qué no? los 12,80, plusmarca del orbe, del estadounidense Aries Merritt, es un sueño que sé, ¡puedo convertir en realidad!
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