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Si bien el 6 de enero los católicos no solo recuerdan a los Reyes Magos, sino la epifanía en la cual Jesús tomó forma humana, para los más pequeños de casa este día supone una fiesta de juguetes.
No pocos niños, en Cuba, España y otros países del mundo, creen que ésta es la fecha en que recibirán los obsequios que le pidieron en una carta a Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero la realidad a veces (muchas más de las que quisiéramos) trasciende el deseo escrito en un papel. Es mucho más dura, triste.
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Para padres como Jaqueline, quien vive “muy apretada” en un cuartico del Cerro, encontrarle un regalo a su hijo ha sido un dolor de cabeza. “Normalmente aquí el fin de Año deja ‘pelado’ a uno. Imagínate si además hay que buscar el regalo de Reyes".
“Mi hijo tiene siete años y aunque yo no creo en Dios, me gusta comprarle algo. En la escuela los maestros han tratado de convencerlo de que los Reyes no existen, de que el 6 de enero no hay nada que celebrar y es la familia quien compra los regalos, pero yo he tratado de que él mantenga la ilusión”, afirma.
Sin embargo, según lamenta la auxiliar de limpieza de 39 años, “ahora no puedo hacer más que darle un camioncito que me costó 2 CUC. Yo sé que él quiere un Transformer, pero eso está en la calle en 12 CUC y, por más que he inventado para poder comprárselo, ni mi trabajo ni el invento me han dado la cuenta".
“Yo conozco más de un niño que no tendrá juguetes este 6 de enero. ¿De dónde van a sacar sus padres el dinero? Muchos, como el mío, tendrán que conformarse cuando más con un camioncito hecho artesanalmente con plástico reciclado. Ahí es donde uno se da cuenta de que todos los niños no son iguales, no pueden serlo cuando a algunos el padre que viaja lo llena de regalos y otros, pobres infelices, no cogen nada, a pesar de que su familia se mata trabajando”, añade.
De acuerdo con lo que explica Mary, de 65 años, no pudo comprar el carruaje de princesas que quería su nieta porque la única forma de poder dárselo era comprándoselo en Estados Unidos o pagándolo en 60 ó 70 CUC en Cuba.
“Ni vendiendo los cientos de croquetas que hago cada semana podría llegar a eso. Lo más que pude comprar fue una batidora de juguete que me costó 17,70 CUC. Todo está carísimo. Por solo poner unos ejemplos; está en 10 CUC una pizarra mágica, 15 CUC una Barbie y 25 CUC un bebé".
"¿Quién se cree que un cubano medio, que no gana ni 30 CUC al mes, puede comprar algo así? Para poder tener juguetes en Cuba hay que pasar varios meses sin comer", añade.
“Mientras existan dos monedas y salarios bajísimos comparados con el nivel de vida que impone la calle, seguiremos sin una economía que sirva, con la soga al cuello. No hay dinero y cada día se pone peor. ¿Quién gana en este país un salario que le permita comprar todo lo que necesita en divisa? Solo el que roba, el extranjero o el que trabaja por cuenta propia”, resalta la ama de casa.
Tal como describe la situación la doctora Alicia, de 38 años, “normalmente las jugueterías están desabastecidas y cuando encuentras algo, en centros como el de 5ta y 42, Comodoro, Carlos III o Galerías de Paseo, la cola es interminable y los precios son una burla para el cubano de a pie".
“Uno dice: ‘¡Ay, qué juguete más bello, deslumbrante!’, y cuando vas a ver el precio excede los 30 y hasta 50 CUC. Aquí nada sale como uno lo espera. O no tienes el dinero o si lo tienes, vas a la tienda y la encuentras vacía o con juguetes pasados de moda, que no enseñan nada, y que cuestan demasiado".
“Una amiga mía que es tendera me ha confesado más de una vez que en estos días hacen cantidad de dinero en las jugueterías y no dan comprobantes para poder multar el precio. Como se pasan el año casi sin vender aprovechan en estas fechas en que el cubano le compra un juguetico al niño con los kilos que ha reunido durante meses. Nos estamos convirtiendo en una sociedad mezquina por causa de la necesidad".
“Por otro lado, los que viajan al exterior traen juguetes para venderlos por los cielos en esta época y hay merolicos (particulares) que se dedican a revender los mismos productos de la red minorista de tiendas estatales, pero dos y tres veces más caros. Un juego de limpiar plástico, por ejemplo, que cuesta 10 CUC, para el cubano representa un juguete de 250 pesos”, concluye la médico de la familia.
Amén de que en más de una ocasión los problemas en la fabricación y comercialización de juguetes han centrado la atención de diversas instituciones, organismos y entidades, así como de la Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer del Parlamento cubano, sigue sin haber una solución concreta".
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