Amanda, como prefirió ser llamado un joven homosexual que no quiso revelar su verdadera identidad por temor a represalias, contó a CiberCuba los duros momentos que ha vivido debido a su preferencia sexual, al punto de ser discriminado, incluso, por su propia familia.
“Desde niño me gustaban las muñecas y los juegos de cocina, me reunía con las niñas del barrio y jugaba a las casitas, siempre quería ser la mamá en el juego, aunque a mi familia no le gustaba. En ese entonces, no entendía por qué se molestaban conmigo”, confesó el joven entre suspiros.
“Recuerdo una vez que mi mamá me agarró con unos cuantos pintalabios y algunos collares frente al espejo, me dio tantos golpes que los moretones me duraron semanas, y eso que tenía nueve años”, añade.
Amanda tuvo una niñez llena de confusiones y miles de preguntas sin respuestas, que solo al cumplir los 15 años fue entendiendo, al enamorarse de otro adolescente de su misma escuela, pero nunca pudo imaginar lo que vendría después.
“Mi padre se enteró de que mi novio era un chico que estudiaba en la misma escuela que yo. Nunca me importó lo que la gente dijera, solo me guiaba por lo que creía y sentía”, contó. Pero tras la noticia, su padre no lo soportó. “Cuando un día llegué a la casa, mi papá estaba sentado en una esquina de la sala, ya me imaginaba que algo no andaba bien, me sentó junto a él y me preguntó qué estaba pasando, fue entonces que le conté”, recordó.
Su padre, quien es militante del Partido Comunista y fiel seguidor de las ideas fidelistas, no quiso escuchar más. “No había terminado de contarle cuando se levantó y me tiró un puño, de ahí otro, y otro más; me golpeó tanto que me desfiguró el rostro, solo vino en mi ayuda mi tía materna, que en aquel entonces vivía en la casa de al lado, y logró encarar a mi papá y me salvó de aquel horrible momento”, relata, mientras muestra las marcas que le quedaron en su cara por la brutal golpiza.
Tras el incidente, dijo, fue llevado por su tía al hospital con la cara ensangrentada, donde le suturaron las lesiones, las cuales sanaron con el tiempo, pero las heridas que quedaron en su ser -asegura entre lágrimas-, “nunca fueron reconstruidas”.
Fue entonces que decidió irse de su casa sin mirar atrás, sobreviviendo de lo que podía “raspar”, como él mismo describe.
“Los primeros días dormía en la calle y en cualquier lugar donde podía guarecerme de la lluvia y del frío”, contó. Tras el hecho que marcó su vida empezó a “hacer las calles” (prostituirse) en Santiago de Cuba, escogiendo los lugares apartados y los centros gay para subsistir.
“A veces me voy para las discotecas, porque ahí van muchos extranjeros que son los que tienen la plata y te pagan más, porque los cubanos solo te dan una miseria, pero solo en pocas ocasiones, ya que estoy muy marcado con la policía en esos lugares”.
Tiene varias cartas de advertencias por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) por asedio al turismo y ha sido amenazado con ser encarcelado bajo cargos de Peligrosidad Social Predelictiva si continúa prostituyéndose. “Tengo una pila de cartas, ¿no sé de dónde salen los policías? Pero el caso es que siempre te cogen cuando uno intenta trabajar de noche, pero si dejo de hacer las calles, no como”, aseguró.
El joven vestido de mujer, delgado y algo maltratado, nunca se ha definido como transgénero, solo dice que es un homosexual que se viste de mujer para atraer más clientes en las crudas noches santiagueras.
Asegura que en varias ocasiones ha contactado al Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), pero nunca ha tenido resultados. “La última vez que llamé al Cenesex, tratando de que mi caso pueda tener alguna solución y conseguir algún trabajo, no tuve respuesta. No quiero prostituirme toda la vida, una cosa es sobrevivir y otra cosa es hacerlo por placer, lo cual, no es mi caso, quisiera estudiar y trabajar como todo el mundo, pero sin que me discriminen”, expresó Amanda.
No quiero prostituirme toda la vida, una cosa es sobrevivir y otra cosa es hacerlo por placer, lo cual, no es mi caso, quisiera estudiar y trabajar como todo el mundo, pero sin que me discriminen”
“Una vez me atendió Manuel Vázquez Seijido, el segundo de Mariela Castro, él me dijo que atenderían el caso, pero como siempre, nunca he tenido ni un mensaje de ellos, parece que estaban enredados con las langostas y no tenían tiempo para un maricón”, satirizó el joven santiaguero, quien no alcanza a cumplir los 21 años.
Como Amanda, miles de homosexuales sufren en Cuba discriminación laboral, familiar y social, debido a los arraigados conceptos machistas en Cuba.
Opiniones recogidas por este portal, dentro de la comunidad LGBTIQ+ en Santiago de Cuba, concuerdan en que no se han brindado las posibilidades, ni verdaderas estructuras de amparo a la comunidad LGBTIQ+ cubana. Aseguran que las organizaciones estatales existentes en el país dejan mucho que desear en cuanto a beneficios a este colectivo y que, lejos de ayudar a la obtención de espacios en la sociedad, son reprimidos sin antes crear programas de protección concretos.
Mientras tanto, Amanda sigue haciendo las calles cada noche. Aunque, cansado de buscar trabajo en lo estatal y también en lo privado sin haber obtenido resultados, mantiene la esperanza de que un día, en Cuba, pueda gozar de total y plena libertad laboral y social, y se establezcan leyes que acaben con la discriminación y el machismo.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: