Darío (nombre ficticio) es cubano y está a la espera de ser entrevistado por las autoridades migratorias de Estados Unidos. Llegó a México después de pasar por Guyana, Brasil, Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Él atravesó la selva de Darién y no lo recomienda.
En la selva pensó que iba a morir. "Se me pasó por la cabeza varias veces. Es muy peligrosa. Andan muchos indios asaltando, matando, violando y en el grupo en el que iba nos habíamos quedado sin comida. Las mujeres desayunaban y comían. Los hombres sólo comíamos una cucharada de atún por la noche porque no teníamos casi comida. Teníamos que racionarla bien".
Por el camino se encontraron con el cadáver de un muchacho. "Nos dijeron que le había dado una fatiga porque el día antes de entrar a la selva hizo fiesta y tomó mucho y había hasta fumado marihuana. Falleció en una loma que le llaman La Montaña del Muerto, que tiene más de 1.000 metros de altura".
"Después que salimos de la selva, que llegamos a Panamá, el viaje fue más tranquilo. Sólo era encontrar los buses y ver dónde conseguir los salvoconductos para pasar el país. Lo único difícil-difícil era esa selva", dice por teléfono a CiberCuba.
Darío asegura que cuando habla con sus amigos de Cuba les dice a todos que esperen para emigrar y que no cojan la ruta de la selva. "No se la aconsejo a nadie. Ni a mi peor enemigo. Eso es algo muy peligroso", insiste.
Desde que salió con su novia de Cuba en dirección a Guyana ha gastado unos 7.000 dólares. El dinero se lo dio su mamá después de vender la casa familiar. "Antes del viaje estuve dos días sin dormir pensando en cómo iba a ser todo".
Darío llevaba muchos años soñando con emigrar. "Ese viaje fue de imprevisto porque en Cuba me cancelaron todos mis negocios y no tenía otra alternativa. Me quedé sin dinero. Le debía a mucha gente".
Ahora, varado en la frontera de Estados Unidos con México, Darío ni siquiera se plantea que lo deporten. "Regresar para Cuba no es una opción para mí. No puedo regresar porque allá a mí me jodieron todos mis negocios y mis cosas. En Cuba me dijeron que si yo seguía allá me iban a meter preso. El único sustento de mi mamá y de mi familia soy yo".
Guyana
Con el dinero de la venta de la casa, Darío saldó sus deudas y sacó billetes para Guyana. "El viaje lo preparé en una semana. Salí para Guyana sin saber qué iba a hacer. Estando allí averigüé todo lo que debía hacer" para llegar a Estados Unidos.
En Guyana, el mismo dueño de la casa donde se hospedó le dijo qué hacer para continuar camino. "Guyana es la vía más difícil porque es lo más lejos. Es mucho recorrido lo que hay que hacer. Salí por ahí porque no podía esperar a que me dieran la visa ni para México. En el momento en que salí no estaba abierto lo de Panamá. Guyana es libre visado y fue para donde tuve que ir".
Brasil y Venezuela
De Guyana salió para Brasil en una avioneta y de ahí para Venezuela, un país que atravesaron durante cuatro días en camión. "Pasando mucho trabajo. Muy asustados. Decían que en Venezuela está malo eso y que por la noche cerraban las calles, asaltaban, secuestraban a la gente y le daban candela a los carros".
Colombia
Pero todo fue bien. Entraron por Cúcuta, Colombia. Atravesaron todo el país y en Turbo los esperaba un contacto llamado Santiago que les estafó 2.000 dólares. Les dijo que los sacaría a él y a su novia a través de la selva y que los llevaría hasta Ciudad de Panamá. "Ese contacto nos dejó botados en medio de la selva a mí y a mi mujer y a varias gentes que le habían pagado".
En Turbo lo montaron en una lancha para llevarlo a Capurganá, en la costa caribeña colombiana. "Ese es el pueblo por el que se entra a la selva".
El grupo tenía pensado entrar en la selva un domingo, pero ese día la Guardia Panameña agarró a unos cuantos cubanos y al grupo de Darío lo devolvieron para Capurganá. "Regresamos a la casa donde nos estábamos quedando. Salimos para la selva el lunes a las dos de la tarde".
Aunque antes de entrar a la selva todo estaba pagado, los guías, a mitad de camino, piden más dinero. "Te cobran 50 dólares y si no les pagan te dicen que te dejan botados. Hay que caminar demasiado en la selva. Muchas montañas altas, muy peligrosas. Éramos 11 cubanos, 100 no me acuerdo si eran haitianos o de Angola y 26 hindúes".
"Fue mucho trabajo porque éramos mi mujer y yo y yo llevaba la mochila con toda la comida cargada. Era mucho. Una noche la pasamos sin dormir. Todos despiertos, con las linternas encendidas porque nos decían que un puma nos estaba cazando".
"En la selva estuvimos 8 días perdidos porque los guías nos dejaron botados. Los tres últimos días estuvimos sin comida: cinco personas comiendo de una lata de atún. A muchos de los compañeros que venían con nosotros les violaron a las mujeres en la selva. A muchos los asaltaron. Éramos del mismo grupo, pero nos separamos".
Los guías les dijeron que botaran la comida porque decían que en medio día iban a encontrar la primera aldea. "Era mentira. Botamos comida, botamos de todo y nunca encontramos nada. Por eso nos quedamos sin comida en la selva".
Panamá
Una vez fuera de la selva, llegaron con facilidad a Ciudad de Panamá, donde hicieron "como un documento de asilo" que necesitaban para permanecer en territorio panameño. De ahí continuaron camino hacia Costa Rica. Hasta la capital del país llegaron en un taxi que les cobró 350 dólares a él y otros 350 dólares a su novia."Para pasar algunos retenes tuvimos que meternos en el maletero de ese carro".
Costa Rica
En Costa Rica, nada más entrar al país, lo llamó un taxista y le dijo que lo llevaba hasta la parada de bus y bajándose del taxi los cogió la Policía. "Nos cogieron por la noche y nos llevaron para la estación y nos dieron comida. Al otro día por la mañana nos llevaron para Migración y nos dieron un salvocoducto. Ahí cogimos un bus y salimos de Costa Rica".
Nicaragua
En Costa Rica, Darío y su novia cogieron un bus hasta la frontera de Nicaragua. "Al llegar había varios coyotes que nos querían cobrar por ayudarnos a cruzar, pero una señora nos ayudó y nos dijo que no le pagáramos a nadie que lo único que hay que hacer para entrar a Nicaragua es brincar un muro que estaba por la parte de atrás".
Todos echaron a correr y brincaron el muro y se entregaron al Ejército nicaragüense. "Tuvimos que pagar 150 dólares por cada uno y nos pasaron a Migración, que hace como que nos pone en el sistema y ahí mismo nos ponen un autobús que vale 30 dólares para llevarnos directo a la frontera de Honduras. Nos recomendaron que cruzáramos al amanecer. Por la noche nunca se debe cruzar porque ese pedazo es muy malo".
Honduras
En cuanto llegaron a Honduras, se dirigieron a Migración en Choluteca, donde les retuvieron el pasaporte. "No podíamos sacar dinero porque no teníamos documentación. Nos dijeron que el trámite se demoraba 15 días y no podíamos estar esos 15 días porque nos iba a costar mucho dinero. Fuimos a los derechos humanos e hicimos una revuelta. Todo el mundo fajándose porque era un caos lo que había en Honduras".
A los cuatro días les devolvieron el pasaporte y salieron en bus hacia la frontera con Guatemala.
Guatemala y México
A partir de ahí el viaje fue más tranquilo. Ahora la preocupación es que el salvoconducto para permanecer en México es sólo de 20 días, pero al llegar a la frontera le han comentado que la cola para pasar la entrevista dura 25 días aproximadamente.
Darío enmudece cuando se le plantea la posibilidad de la deportación. "Yo no puedo regresar".
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