"El cariño que me ha dado mi pueblo a través de los años: eso me sostiene; solo les he devuelto una pequeña parte de lo mucho que me han dado... Llevar por el mundo, con orgullo, mi cubanía, es una de mis mayores satisfacciones. Estoy feliz, agradezco esta noche, donde las ovaciones superaban mi voz.
"Agradezco a los artistas, a todo el elenco, que me han hecho recordar muchas de mis interpretaciones. No puedo salir a escena, no puedo. Ha sido demasiado para mí, muchas emociones, muchas".
Estas palabras fueron dichas por Rosita cuando, tras abandonar su palco, trató de despedir el homenaje que por sus 80 años de vida artística dirigiera con certera mano Raúl de la Rosa.
Comenzó a decirlas en su palco, y al no poder salir a escena, me las repitió a mí, agregando que sentía mucho no estar presente en su antológico Hello Dolly, que como ya se ha hecho costumbre en homenajes similares, cambia su letra a “Rosa no se irá jamás de aquí”.
Y, amigos, puedo asegurar que Rosita Fornés jamás se irá de aquí.
Nacida en New York, triunfando en España y el continente americano sobre todo en el país azteca donde la calificaron de “Novia de México”, la Fornés llevó su arte por todas las latitudes siendo cubana.
Jamás desairó a nadie. Es notable su amistad con la genial, inolvidable y muy cubana Celia Cruz, con el maestro Meme Solís, con todos y cada uno de los cantantes y artistas con los que compartió en Cuba, las tablas, el celuloide o la pantalla chica.
Primero, como damita joven, luego como mujer madura, después como esa profesora incansable que trasmite sus conocimientos a todos aquellos que quisieran recibirlos.
El programa, amplio, de más de dos horas de duración, comprendió un documental de José Antonio Jiménez, su yerno, sobre el encuentro de Rosita con su medio hermana, que se conocieron ya en el ocaso de sus vidas; así como una amalgama de géneros que incluyeron el Adagio de las Rosas del ballet La Bella Durmiente hasta las zarzuelas y operetas que, como la Mazurca de las Sombrillas y la Viuda Alegre, la tuvieron muchas veces de figura protagónica.
Excelsas figuras del arte cubano hicieron agigantar el escenario del Gran Teatro Alicia Alonso y entre ellas me permito destacar a Maureen Iznaga, Mario Aguirre, Rebeca Martínez, Vania Borges y la especialísima participación de la declamadora Olga Navarro, su amiga de tantísimos años.
Espectáculo que contó además con la participación de destacados actrices y actores y la certera conducción de Jorgito Martínez, Marino Luzardo y Edith Massola, esta con su versatilidad acostumbrada, interpretando el Pichi que tantas veces hizo suyo Rosita.
Entrevistado por esta reportera, Raúl de la Rosa, visiblemente emocionado, manifestó que todos los participantes en el espectáculo acudieron al primer llamado y gratuitamente, como una muestra elocuente del afecto y la devoción a la gran vedette.
·Comencé a trabajar con Rosita desde Vedetísima en el año 1988 y hoy tengo el honor de celebrar con este programa una larguísima y muy productiva carrera artística de 80 preciosos años".
El escritor y poeta Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, fue el encargado de abrir la función manifestando el honor que significaba estar allí homenajeando a esta cubanísima nacida en New York, de padres españoles y reconocida como la Novia de México.
Fue una gran noche y puedo asegurarles que en el Pichi, en la Viuda Alegre, en la Balada para un Loco, en el Hello Dolly la vimos a ella, agigantada en aquel palco, actuando con sus manos, cantando bajito, recordando ella misma su grandeza.
¡Bendita seas Rosita Fornés, la vedette de Cuba, mi querida y venerada vedette y madre!
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