Cientos de miles de pacientes con enfermedades crónicas en Venezuela han visto agravarse sus padecimientos, luego que en 2017 el gobierno de Nicolás Maduro dejara de suministrar las medicinas necesarias para desarrollar sus tratamientos.
Un reportaje de AFP denuncia la realidad de personas como Insara Rodríguez, una anciana de 62 años enferma de párkinson, quien solo toma unas pocas pastillas de vez en cuando, si algún allegado se las dona.
Insara requiere cuatro cajas al mes de Levodopa/carbidopa, que cuestan alrededor de 12 dólares cada una, un precio impagable para ella, cuya pensión como maestra equivale a 7,4 dólares.
“No hemos sabido nada de la ayuda humanitaria”, reveló, haciendo referencia a la ayuda que comenzó a llegar al país en abril.
Su queja fue respaldada por Eufracio Infante, líder de una ONG que gestiona la ayuda a más de 30.000 pacientes de párkinson en el país, y quien asegura que ha empeorado de manera dramática la realidad de enfermos crónicos o de alto costo, como cáncer, que antes recibían tratamientos gratuitos del Seguro Social.
“La ayuda de la Cruz Roja no ha llenado las expectativas que teníamos”, expresó.
Según Naciones Unidas, al menos siete millones de venezolanos, casi un cuarto de la población, necesita ayuda humanitaria urgente.
Sin embargo, la asistencia marcha a un “ritmo lento”.
La primera fase incluye fármacos e insumos básicos para atender a 650.000 personas durante un año. Pero la llegada de medicamentos para enfermedades crónicas está prevista para una segunda etapa, cuya fecha aún no ha sido precisada.
En opinión del activista de derechos humanos Francisco Valencia, al ritmo que ingresa la ayuda de la Cruz Roja “será imposible aliviar la situación”. Considera que la “emergencia de salud” que atraviesa el país solo podrá aliviarse con suministros que lleguen de “forma continua y amplia”.
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