CiberCuba ha recorrido Tarará, un lugar especial y lleno de recuerdos para varias generaciones de cubanos, que desde hace años vive un creciente deterioro, metáfora de la propia Historia de Cuba en las últimas décadas.
Actualmente, en la antigua "Ciudad de los Pioneros" alternan casas destruidas -casi tragadas por la vegetación- junto a otras reparadas, pero que no alcanzan a mejorar la imagen global de un sitio que parece condenado a no regresar a sus mejores épocas.
Las casas ubicadas en las calles secundarias están en muchos casos abandonadas, sin puertas ni ventanas, cayéndose a pedazos, con árboles invadiendo las viviendas, y así se encuentran calles completas.
Las más céntricas, en cambio, están en mejores condiciones y varias de ellas se alquilan con fines turísticos.
No obstante, más de la mitad de las 526 casas de Tarará se encuentran en pésimas condiciones y de ello no se salvaría ni tan siquiera la antigua Casa del Che, según el testimonio ofrecido a nuestro reportero por un empleado del lugar, en el que quedan unas 16 casas pertenecientes a particulares, algunas de ellas en venta.
Empleados de Tarará afirman que el propósito del Gobierno es reparar todas las casas, pero el proceso marcha lento y no faltan los casos en que algunas mansiones “reparadas” tienen que ser cerradas poco tiempo después, casi siempre por tupiciones. El problema radica en que las reparaciones son parciales y no incluyen la sustitución de los antiguos sistemas de desagüe de esas viviendas, construidas antes de 1959.
Se da el dramático caso, por tanto, de casas que tras haber sido sometidas a una insuficiente reparación, vuelven a quedar abandonadas poco tiempo después y son víctimas de nuevos saqueos.
Evidencia viva del propio curso de la Revolución Cubana y de sus vaivenes, Tarará ha quedado a la deriva de la Historia del país, y ello ha implicado la alternacia de períodos de euforia, seguidos de otros de absoluta frustración e ilusiones rotas.
Hoy Tarará es un limbo, un Frankenstein, donde conviven casas turísticas o de visita que hospedan a delegaciones del Gobierno (en muchos casos venezolanos, chinos o rusos), con la decadencia que domina en más de la mitad de la gigantesca urbanización.
No obstante, dicen los trabajadores que no es raro ver por allí a Díaz-Canel y a Nicolás Maduro, incluso en “short y chancletas”, lo que suma desconcierto a la que alguna vez fue llamada “La Ciudad de los Pioneros”.
Tarará es un proyecto futurible que marcha lento, muy lento, como es toda recuperación en Cuba. Espera por una resurrección total y definitiva: la que merece un entorno tan especial y lleno de recuerdos para miles de cubanos, que crecimos en medio de la contradicción de sus hermosas casas señoriales y de sus horribles paneles prefabricados.
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