CIUDAD DE MÉXICO, 18 oct (Reuters) - El golpe para detener a un hijo del capo Joaquín "El Chapo" Guzmán fracasó por añejas fallas del sistema de justicia y la ejecución improvisada de un operativo, admitió el viernes un funcionario mexicano tras desmentir cualquier tipo de pacto entre el gobierno y el crimen organizado.
La gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta una lluvia de críticas luego de la liberación de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del célebre narcotraficante encarcelado en Estados Unidos, tras ser encontrado y retenido brevemente en una vivienda en Culiacán, en el norteño estado Sinaloa.
Pero la falta de una orden formal de aprehensión para el joven, solicitado en extradición por Estados Unidos desde 2018, que no fue emitida con rapidez, fue clave para cambiar planes a última hora en medio de las balaceras y la violencia que se desató en la ciudad, dijo el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo.
"Lo que sí fue fallido fue el operativo", dijo en rueda de prensa en Culiacán cuando fue cuestionado sobre si México era un "Estado fallido" y si se había pactado con el crimen organizado para esta liberación.
"No podemos hablar por el retraso de un proceso burocrático de un Estado fallido, por más grave que sean las consecuencias, por la planeación en papel se estimaba que podría conseguirse prontamente una orden de aprehensión", dijo. Añadió que el sistema de justicia ha sido "históricamente deficiente y corrupto".
Durazo defendió a López Obrador al decir que el equipo de seguridad sesionó el jueves en la tarde en Ciudad de México mientras el presidente se encontraba en Oaxaca. "Nosotros asumimos las decisiones, cualquiera que sea la responsabilidad". Admitió que el gabinete no fue advertido antes de las acciones del Ejército: "ese fue precisamente el error".
NO QUEREMOS GUERRA
Pese a las críticas, más temprano durante su conferencia matutina, López Obrador respaldó la decisión de su equipo de liberar a Guzmán, argumentando que no quería una guerra ni una masacre como ha ocurrido en gobiernos previos.
"Se decidió proteger la vida de las personas y yo estuve de acuerdo con eso porque no se trata de masacres. No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas. Esa decisión yo la respaldé", afirmó.
"Es que no se puede apagar el fuego con el fuego (...) no queremos la guerra", agregó.
Pero expertos en seguridad fueron muy críticos.
Gladys McCormick, analista de seguridad de la Universidad de Syracuse en Estados Unidos, dijo en un comunicado que las últimas noticias de México se leen como las de un país en "guerra".
"Lo que es incontrovertible es que el Cartel de Sinaloa ganó la batalla de ayer", agregó. "No solo lograron que el gobierno liberara a Ovidio, sino que demostraron a los ciudadanos de Culiacán y al resto de México quién tiene el control".
Por su parte, dos abogados de El Chapo dijeron que la familia agradece que los soldados que retuvieron a Guzmán no cometieron abusos y aseguraron que no hubo negociación alguna con el gobierno para la liberación.
"Tenemos un presidente humano, un presidente cristiano, un presidente que finalmente no tomó la decisión de causarle daño a Ovidio", dijo José Luis González en conferencia de prensa, mientras que el otro abogado dijo que fue el propio López Obrador quien ordenó la liberación porque no había elementos sificientes para la detención formal.
CUNDE EL MIEDO
En medio de la captura y posterior liberación de Guzmán, a quien el gobierno de Estados Unidos acusa de delitos de narcotráfico, se desataron fuertes balaceras en varios puntos de la capital de Sinaloa, cuna de "El Chapo" y de otros poderosos capos del cártel.
Desde el jueves, medios y redes sociales dieron cuenta por horas de crudos enfrentamientos entre sicarios, efectivos militares y policiales. En imágenes se observaban autos quemados con los que fueron bloqueadas las principales vías.
En trasmisiones en vivo se veía a ciudadanos comunes huyendo de la violencia, muchos de ellos tirados en el suelo para protegerse de los disparos proveniente de armas de alto poder.
Autoridades dijeron el viernes que ocho personas murieron por los sucesos, entre ellos un efectivo de la Guardia Nacional y cinco presuntos criminales, pero no descartaban que más de estos últimos hayan sido recogidos por sus compañeros. También dijeron que al menos 50 reos, que escaparon en medio del caos, seguían fugados.
El viernes, medios locales continuaban reportando que los cuerpos de al menos dos hombres seguían tirados en las calles. Reuters vio las transmisiones en vivo del medio digital Luz Noticias.
Las clases fueron suspendidas, algunos comercios no abrieron sus puertas y helicópteros sobrevolaban algunas zonas. Durazo dijo que la seguridad de la entidad se reforzaría, pero no dio detalles.
López Obrador ha reconocido que uno de los principales retos de su gobierno es contener los niveles de inseguridad, que este año apuntan a marcar un nuevo récord desde que se tiene un registro. El año pasado casi 30,000 personas fueron asesinadas, la mayoría con arma de fuego.
Presionado por las críticas de sus adversarios, el mandatario afirmó que no cambiará su controversial política de seguridad y desestimó que su gobierno sea débil por haber tomado la decisión de liberar a Guzmán.
Mientras que algunos aún no salían del susto.
"Me encontré escenas que solamente había visto en películas de guerra, carros a media calle incendiándose, autos detenidos y abandonados (...) Tengo 34 años viviendo en Culiacán y nunca había visto algo así, ni siquiera cuando mataron al hijo de El Chapo", dijo Tomás Guevara, un experto en seguridad en Sinaloa.
Reporte adicional de Miguel Angel Gutierrez. Escrito por Ana Isabel Martínez. Editado por Gabriela Donoso.
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