El doctor en psiquiatría Sergio Andrés Pérez Barrero, el experto cubano de mayor rango en el tema del suicidio a nivel mundial, denunció en un post de Facebook que su nombre fue usado por colaboradores cubanos en Brasil y Venezuela para inflar estadísticas y presentarle como un paciente más.
“Esto es verdad. Yo aparecía como paciente en hojas de cargo en Venezuela y Brasil”, escribió el terapeuta cubano, miembro de la Organización Mundial de la Salud.
En declaraciones a CiberCuba, el doctor especificó: “Lo sé porque quienes lo hacían, me lo comentaban. Y no era solo yo. Mi ex esposa, mi hijo, la madrina de mi hijo y toda esta rama de la familia, aparecíamos en las planillas como pacientes que recibían tratamiento”, precisó el doctor Pérez Barrero.
“Lo hacen para que el MINSAP cobre más”, agregó el especialista.
Su denuncia ha sido secundada por decenas de otros médicos cubanos, que han aprovechado el mismo post para confesar la misma práctica, llevada a cabo por ellos mismos en diferentes momentos.
“Profe, yo puse el equipo de Villa Clara de béisbol. Por ejemplo, Víctor Mesa estaba semanal con HTA y Captopril”, dijo un usuario de Facebook que pidió a CiberCuba mantener su anonimato, a pesar de haber contado públicamente su experiencia.
“Yo tenía que reportar 50 diarios y mi población no pasaba de 2000. Eran 250 semanales. Muchos eran pacientes de riesgo que se veían dos veces al año y muchos que no iban porque no estaban con Chávez. Mi familia, amigos y conocidos estaban en esas hojas de cargo”, detalló el doctor.
Otros colaboradores cubanos ampliaron el rango de la falsificación:
“Yo también estoy en las hojas de cargo de Venezuela. Y los peloteros y artistas famosos cubanos y extranjeros están incluidos. Pero en las reuniones de brigada deben estar plasmadas las advertencias que modestamente hicimos en aquel momento varios cooperantes. Las tomaron para limpiarse lo que ustedes saben”, comentó otro médico radicado hoy en México.
Incluso algunos galenos y asistentes de distintas áreas de la salud denuncian procedimientos más serios que debieron practicar solo por cumplir los parámetros que Cuba imponía. Además, debían deshacerse de anestesia y otros medicamentos para no levantar sospechas de que no estaban atendiendo a los pacientes que escribían en las actas.
“Los estomatólogos dejaron sin dientes a los venezolanos de la cantidad de extracciones que tenían que cumplir (…) Ah, y no podía sobrar la anestesia y la tenían que hacer coincidir, paciente contra extracción ficticia”, agregó otro colaborador de la salud, hoy residente en Estados Unidos. “Las amalgamas eran descargadas en el baño, y muchas veces eran escondidas en los falsos techos. La anestesia la botaban por el lavamanos. Era la misión de la infladera”, comentó este colaborador.
A inicios de este año, Cuban Prisoners Defenders, ONG con sede en España, publicó un informe basado en entrevistas con 46 excolaboradores cubanos de la salud en diferentes “misiones” alrededor del mundo.
Según la documentación publicada, todos los doctores entrevistados confirmaron que tenían que cumplir una serie de objetivos semanales establecidos por los líderes de la misión y relativos al número de vidas salvadas, pacientes ingresados y tratamientos para ciertas enfermedades.
Más de la mitad de los 46 médicos con experiencia en misiones internacionales que fueron entrevistados confesaron haber tenido que falsear las estadísticas, inventándose pacientes, consultas y patologías que no existían.
“Un ex alumno mío pidió fin de misión en Venezuela”, dijo a CiberCuba el psiquiatra Pérez Barrero, “lo hizo porque era intensivista y tenía que inventar muchas historias para que pagaran más”.
“Al exagerar la eficacia de las misiones, las autoridades cubanas pueden pedir más dinero al país de acogida o justificar la ampliación de la misión, con el respectivo aumento de ganancias para Cuba por misiones de larga duración”, concluyó el informe de Cuban Prisoners Defenders.
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