La distribución de pollo en una carnicería de Levisa, Holguín, provocó una cola de decenas de personas. Esta aglomeración es inconcebible en épocas de coronavirus, pero los cubanos parecen olvidar que la COVID-19 ya está presente en el país.
La situación es desgarradora para quienes observamos desde lejos, pues tenemos conciencia de la velocidad con que se expande el virus y lo letal que puede llegar a ser con las poblaciones vulnerables, como los ancianos que vemos en estas imágenes.
Muchas personas dirán “es una cola más en Cuba” y es cierto, pero desde los medios de comunicación tenemos el deber de denunciar la mala gestión de esta crisis de alimentos en la isla y de alertar a la población del riesgo al que se exponen de contraer el coronavirus.
Las investigaciones médicas han demostrado que los pacientes asintomáticos de coronavirus pueden contagiar a otras personas a su alrededor. Aglomeraciones como esta son espacios que deben evitarse.
Sin embargo, la población cubana tiene que pensar en sobrevivir hoy y eso quita todo peso al rigor científico.
La mayoría de los cubanos no tiene la oportunidad de salir a hacer una compra de alimentos no perecederos para prepararse para una posible cuarentena. Muchos lo intentan y regresan a casa con las manos casi vacías.
Lo único que hay en oferta que puede ser comprado para conservar y consumir en tiempos de aislamiento social es arroz y azúcar. Los productos cárnicos son los más caros del mercado y escasean en todo el territorio nacional.
A diario de producen largas colas para comprar pollo en toda Cuba. Algunas transcurren con más tranquilidad y civismo que otras porque, cuando las personas ven que el producto se agota antes de llegar su turno de compra, entran en desesperación.
Muchos cubanos han renunciado a comer pollo con tal de no exponer sus vidas y las de sus familiares a la violencia cotidiana y a la posibilidad de adquirir un virus en una de estas colas.
En encuesta realizada por CiberCuba el 87% de los participantes considera que la isla no está preparada para afrontar lo que se avecina, en el ámbito de la salud pública, la economía y la vida en sociedad, en su sentido más amplio.
Las medidas del Estado para prevenir el avance del coronavirus en Cuba no gozan de la aceptación nacional. Tampoco de la aprobación de la comunidad cubana en el exterior que desde hace semanas viene denunciando en las redes sociales la importancia del cierre de las fronteras para evitar la entrada de turistas que puedan ser portadores de la pandemia.
A pesar de la postura intransigente del Estado, los empresarios privados han tomado la iniciativa y han cerrado muchos de sus negocios, a sabiendas del impacto que esta decisión traerá para su economía y la de las familias que de ellos dependen.
Por otra parte, los médicos cubanos están siendo convocados para combatir el virus en otras naciones. Esto preocupa aún más a la población pues en países con economías mucho más poderosas que la cubana, por ejemplo, Italia, la pérdida de médicos por haber caído enfermos de coronavirus ha supuesto un esfuerzo doble y el aumento de la mortalidad de la población vulnerable.
Si hace una semana podíamos asegurar que hay una baja percepción del riesgo de contraer coronavirus en Cuba, actualmente al conversar con familiares y amigos sabemos que no es tal.
Cuba ya tiene 11 casos diagnosticados con esta enfermedad y el primer fallecido por COVID-19.
Para que se tenga una idea de lo rápido que avanzan los contagios vale la pena recordar que España confirmó la primera muerte por coronavirus el 3 de marzo, actualmente suman más de 760 defunciones por esta causa y el país ibérico posee uno de los sistemas sanitarios más poderosos de Europa.
Estos datos son conocidos internacionalmente y se transmiten reportes de lo que ocurre en el mundo por el Noticiero Nacional de Televisión en Cuba. Además, la población cubana se informa a través de las redes sociales y de familiares y amigos en el exterior.
La gente va a las colas en Cuba porque no hay otra opción, porque o compras hoy o te quedas sin comer. Se trata de sobrevivir cada día y cuando se vive de esta manera el peligro de lo que está por acontecer no cuenta para la mayoría.
La cola para comprar pollo es un escenario ideal para multiplicar el contagio por coronavirus. Nos tocará asistir a muchas más de este tipo antes de que el Estado cubano reaccione y tome medidas.
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