Expresiones como “por fin” o “menos mal” resumen en las redes sociales la complacencia de los cubanos con la decisión gubernamental de cerrar las fronteras del país al turismo, un reclamo que a cada minuto ganaba seguidores en la isla.
La medida pretende cortar la entrada al territorio insular de más casos de coronavirus y evitar que se extienda el contagio.
Sin embargo, tal determinación no colmó las exigencias de la gente.
Ahora mismo, lo que más le preocupa al cubano promedio es que continúa sin ser obligatoria la permanencia en las casas, ya que se mantendrán abiertos los centros de trabajo y las unidades gastronómicas.
A eso se suma el hecho de que las personas andan desesperadas en busca de alimentos, medicinas y artículos de aseo e higiene, todos los cuales escaseaban antes de la crisis internacional ocasionada por el coronavirus y podrían desaparecer por completo en las próximas semanas.
A tenor con lo que piensa el ingeniero civil Adrián, de 32 años, “si en esta isla apenas producimos comida y los países de donde la importamos están en caos, ¿cómo sobreviviremos de ahora en adelante? ¿Cómo enfrentaremos esta situación si los hospitales no tienen ni la mitad de lo que les hace falta y los estantes de todos los establecimientos comerciales están pelados?
“El dolor de cabeza que tenemos se lo debemos sobre todo a que cada vez hay más carencias. Una cosa es lo que se habla en los medios y otra, la realidad que vivimos a diario para mantenernos a flote, aunque sea comiendo picadillo y salchicha. Creo seriamente que a nosotros nos va a matar el hambre, no el coronavirus”, afirma con voz amargada.
Si bien las autoridades han informado que mantendrán el intercambio comercial, muchos permanecen inquietos porque el país podría estar entrando en una época de escasez solo comparada con la vivida durante el Período Especial.
El vendedor ambulante Oriol resalta que la mayoría de las remesas que recibe el país vienen de Estados Unidos y hay “un chorro” de los que las mandan que están sin trabajo. “Sin turismo y sin ayudas de familiares nos la veremos todavía más negra que en los noventa. Aún recuerdo los días que pasaba con agua con azúcar para poder comer un poco de arroz y frijoles antes de acostarme. ¡Qué triste aquello!”.
Por su parte, Edelmira, quien se desempeña como secretaria en una empresa estatal, indica que “es una burla que el presidente llame a un distanciamiento social, a proteger a los más vulnerables, a disminuir el número de contactos y la duración de los mismos, cuando uno tiene que seguir fajándose con una guagua para llegar al trabajo y en una cola para comprar un mísero nailon de pollo.
“La Ministra de Comercio Interior anunció que se mantendrían ofreciendo servicios las bodegas, las tiendas y las unidades gastronómicas, pero no cómo evitar los tumultos en esos lugares. Ya estábamos desesperados antes del coronavirus, con mil limitaciones; imagínate ahora ante una amenaza de salud tan grande”, apunta.
El médico cubano Eduard, que vive la crisis epidemiológica en España, se cuestiona preocupado en la web de Cubadebate si Cuba tiene los recursos para garantizar medios de diagnóstico que, a su juicio, serán la clave del éxito y el control de los portadores asintomáticos.
Del mismo modo, la cuentapropista Amaya, copropietaria de una cafetería en La Habana, advierte: “¿quién no sabe a estas alturas que el aislamiento es la solución verdadera? Pudimos poner en práctica la prudencia hace varios días y tal vez hoy no tendríamos ningún caso.
“Yo estaré un mes con mis hijos encerrada en mi casa. Solo mi esposo se mantendrá trabajando en el negocio que tenemos. No voy a seguir corriendo riesgos, como ha permitido el gobierno hasta ahora”, dice.
Según refiere Carlos Manuel, “hay que cerrar las fronteras, pero con cuarentena incluida. Nada hacemos contra esta pandemia mundial que ha hecho colapsar los sistemas de salud de varios países desarrollados porque el virus se propaga fácilmente.
“Lo mejor sería regular los artículos de aseo, los alimentos y hasta los nasobucos y el cloro a través de la canasta básica. Hay muchas personas por gusto en la calle, gente que no tiene percepción del riesgo de la enfermedad y sale a pasear como si estuviera de vacaciones”, aclara el agente de Telecomunicaciones.
La opinión del informático Karel confirma que “debe buscarse una distribución más equitativa de lo poco que tenemos mediante la libreta de abastecimiento, al menos hasta que todo se normalice. Ya que no habrá turistas en el país, tal vez hasta deban considerar la posibilidad de destinar recursos de ese sector para los más necesitados.
“Trabajo de lunes a viernes hasta las cinco de la tarde y llevo dos meses sin poder comprar jabón porque lo sacan en horario laboral y dos o tres tipos lo acaparan todo para revenderlo al doble de lo que cuesta”, señala. “No están habiendo colas, sino molotes y broncas. En lugar de distanciamiento lo que está habiendo es hacinamiento, y nadie se mete en eso”.
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