Proyecto de megahotel en el Vedado suscita polémica entre arquitectos

El hotel, que con sus 154 metros y 42 pisos ha sido anunciado como el más alto de La Habana, estará ubicado en la esquina de las calles 23 y K.

Maqueta del futuro hotel del Vedado © Facebook
Maqueta del futuro hotel del Vedado Foto © Facebook

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Este artículo es de hace 4 años

El proyecto de un megahotel que se levanta en el barrio del Vedado ha provocado polémica entre diversos arquitectos y estudiantes de arquitectura, que por un lado defienden y por otro cuestionan la futura edificación y sus características.

El hotel, que con sus 154 metros y 42 pisos ha sido anunciado como el más alto de la Isla, estará ubicado en la esquina de las calles 23 y K, frente a la popular heladería Coppelia, en el llamado "hueco de 23". Empezó a construirse en septiembre del 2018 y su terminación está prevista para 2022.


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La instalación tendrá 565 habitaciones y será de categoría cinco estrellas.

Las imágenes de la maqueta la muestran como una gran mole brutalista de concreto, llena de ventanas en medio de una ciudad en la que son numerosos los edificios desvencijados y construcciones más tradicionales.

El futuro hotel, cuya construcción no se ha detenido ni siquiera por la epidemia de coronavirus, estará acompañado de un puente que lo atravesará comunicando las arterias 23 y 25. La empresa inmobiliaria a cargo de la construcción es Almest, una sucursal del grupo GAESA, y su capital se anuncia como "100% cubano".

Diversos foros de la red social Facebook han cuestionado un post originalmente publicado por David Duque Rodríguez, donde se leía: "Torre K en la avenida 23, maqueta del Hotel en Construcción. No critiquen más lo que se hace, en los 50's los edificios altos también rompieron la estética del Vedado y hoy son iconos de la Ciudad".

Otros comentaristas, en su mayoría arquitectos o estudiantes de arquitectura, también defendieron el proyecto.

Pero las objeciones, según riposta el arquitecto Universo García Lorenzo, no tienen que ver sólo con la altura del rascacielos (en una ciudad cuyas autoridades y reglamentos de Planificación Física no suelen permitir edificios con más de 25 plantas). Están también en entredicho muchas cuestiones relacionadas con el encaje urbano del hotel, sus especificaciones técnicas y la manera en que se han adjudicado las obras.

"Efectivamente, los edificios altos en El Vedado -cuya construcción data desde las primeras décadas del siglo X - se intensificaron coyunturalmente en la década de 1950s, modificando sustancialmente el paisaje urbano, en una rítmica silueta de torres modernas contrastando con construcciones eclécticas o art decó. Pero no todos los edificios altos construidos en esa década aportaron a la Arquitectura de El Vedado cualitativamente, muchos se debieron más al afán especulativo que al respeto a patrones estéticos, muchos no pasan de ser simples torres racionalistas, a las que turistas norteamericanos se refieren equívocamente como 'mala influencia soviética', escribe García Lorenzo, que además de ser profesor de la Facultad de Arquitectura, ha trabajado en obras como la remodelación del Hotel Nacional de Cuba o la rehabilitación del Hotel Telégrafo.

"Precisamente, aquellos edificios icónicos que identifican a El Vedado en ese periodo, fueron resultado de concursos por invitación a arquitectos cubanos de prestigio, como los diseñados por Antonio Quintana Simonetti para el Retiro Médico y el Retiro Odontológico; o el FOCSA diseñado por Ernesto Gómez Sampera / Martín Domínguez Esteban, o fueron resultado de la convocatoria de firmas de arquitectos norteamericanos de prestigio, en colaboración con firmas de arquitectos cubanos, como el Habana Libre (Welton Becket / Arroyo - Menéndez) y el Habana Riviera (Igor Polevitsky)", añade el arquitecto, que reprocha a las autoridades no haber convocado "a los mejores artistas plásticos cubanos, pintores, muralistas y escultores a dejar su impronta creativa en sus exteriores e interiores". "Esta práctica, de altísimo valor cultural, está ausente en las nuevas inversiones hoteleras", critica.

Además de criticar que no se convocan proyectos tan importantes a concurso, que no se inviten a arquitectos de prestigio y se impida el debate en cuestiones urbanísticas que conciernen a todos, García Lorenzo objeta que la torre K "rompe la estética de El Vedado, sí, pero no para enriquecer ese listado icónico de edificios altos, pues su expresión es pobre, ajena y desconocedora de códigos expresivos y ambientales que fueron muy bien pautados en esa década de 1950, como los elementos de balcones y quiebrasoles que protegen del sol y aportan ritmo y belleza, mientras que su forma volumétrica, tratándose del que será el hotel o edificio más alto de Cuba, más de 60 años después de su vecino Habana Libre, ni se interesa en establecer un diálogo de contraste o armonía con aquel, simplemente se erige rígido y pesado en ese entorno".

Este nuevo edificio, asegura, "sí alterará e impactará negativamente ese entorno, sea o no obvio para muchos, quienes deslumbrados por la aparición de este mastodonte después de décadas de ausencia de nueva arquitectura, se impresionen con la altura y lo sofisticado de las fachadas de cristal, o de una piscina que se proyecta en voladizo, todo eso tan antiguo como los primeros edificios modernos racionalistas desde hace casi 100 años".

"Para entenderlo así, es necesario cierta cultura arquitectónica, no la especializada que abarca el currículo de la facultad de arquitectura, pero sí esa cultura general que podemos encontrar asequible en las redes, y que a muchos no interesa, y mucho menos recibimos a través de nuestra televisión y medios culturales, donde la Arquitectura está ausente. Y no porque no haya profesionales para divulgarla, y no porque falten propuestas de hacerlo", añade.

"La Habana, más que para los turistas extranjeros, es para sus habitantes, y siendo así, ese terreno - como previeron las Regulaciones Urbanísticas de El Vedado - debió acoger una inversión que admitiese otras funciones públicas importantes, de servicios a escala de ciudad y hasta de país, más allá de la galería de tiendas de lujo o la piscina y bares de precios inaccesibles que ofertará el hotel", opina el arquitecto.

"Pero como han notado quienes nos conminan a no criticar, su impacto negativo trasciende lo visible, y se adentra en uno de los problemas más sensibles de nuestra actualidad profesional, que es la exclusión absoluta de los arquitectos cubanos del diseño de este y cualquier otro nuevo hotel, que por 20 años se haya construido en Cuba", concluye García Lorenzo, antes de compartir varios proyectos de sus estudiantes y colegas para el lote de la capital

"En estas propuestas se apreciará la diversidad de ideas y del enfoque contemporáneo, pero principalmente la correlación de la nueva arquitectura con su contexto, y su expresión como resultado de esa asimilación contextual, todas de alguna manera con una supeditación armoniosa, y con códigos actualizados, que incluyen las pieles arquitectónicas, la incorporación de la vegetación vertical y de las fachadas fotovoltaicas, aspectos recurrentes en la arquitectura actual", asegura.

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Ernesto Hernández Busto

Periodista y ensayista cubano. Fundador del sitio Penúltimos Días.


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