De "misión imposible" califica el diario La Nación la tarea encomendada por el gobierno de Alberto Fernández al nuevo canciller argentino Fernando Solá: cobrar la deuda millonaria que Cuba arrastra con el país sudamericano desde comienzos de los años 70.
La actual administración argentina cifra en casi US$ 2700 el monto de lo pendiente (que incluyen los US$ 1279 millones de capital --al cálculo de los años 90--, más otros US$ 1412 millones por los intereses).
"Ya lo intentaron Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Néstor Kirchner y Mauricio Macri. Sus enviados reforzaron una conclusión que llevaban por anticipado: es muy difícil sacarle un dólar a una nación comunista que dispone malamente de ellos", asegura La Nación.
Segun el periódico argentino, en enero Solá habría aprovechado la cumbre de la CELAC en México para recordarle al ministro de Exteriores Bruno Rodríguez Parrilla el saldo pendiente. "El funcionario caribeño respondió con diplomacia clásica que tratarían el tema en reuniones siguientes este mismo año. La pandemia las impidió, pero los contactos han seguido de manera virtual".
La deuda cubana con los argentinos se remonta a agosto de 1973, cuando el entonces ministro de Economía, José Ber Gelbard, recomendó otorgar a la isla una línea de crédito de US$ 600 millones para financiar la venta de tractores, maquinaria agrícola, camiones y vehículos Fiat 125, Renault 12, Ford Falcon, Ami 8 y Peugeot 404.
El gobierno cubano cobró el crédito, pero nunca saldó el monto total. Desde entonces, son varios los gobiernos argentinos que han intentado la reclamación, sin éxito.
Sólo durante la presidencia de Raúl Alfonsín Cuba hizo pagos por US$102 millones en 1988 y por US$98,6 millones al año siguiente.
Entre enero y agosto de 1995, durante las presidencias de Carlos Menem, Argentina envió a La Habana varias misiones para avanzar en la conciliación. El 25 de agosto de ese año se consiguió fijar el monto: US$ 1278 millones, a los que se les aplicó la tasa Libor --de referencia en el mercado mayorista británico-- más 1,5 puntos porcentuales. Ahí acabó la negociación.
Por su parte, al inaugurar su mandato, Néstor Kirchner le encargó al canciller Rafael Bielsa que viajara a La Habana para iniciar las gestiones de cobranza.
El funcionario llevó una propuesta acordada con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, que contemplaba aceptar tecnología para medicamentos y tratamiento de discapacidades, y convertir parte de la deuda en bonos dentro del mercado argentino que permitieran a sus tenedores participar de la industria turística cubana. Esta última era una idea del subsecretario de Asuntos Latinoamericanos, Eduardo Sguiglia. Bielsa intentó cobrar la deuda hasta el final de su gestión, pero sin resultados.
El canciller incluso viajó a Cuba en octubre de 2003 y conversó sobre el tema con Fidel Castro, que lo habría remitido a Francisco Soberón, presidente del Banco Central. Pero las gestiones se quedaron en ese punto.
Marcos Peña, el jefe de gabinete de Mauricio Macri, retomó la tarea. Cuando iba a viajar para discutir el tema, un huracán golpeó la isla y la misión se suspendió.
Solá piensa ahora presentar a La Habana una oferta flexible que contemple inversiones argentinas en la isla y exportaciones. Las discusiones avanzan en la línea de vender tecnología local para aumentar la producción agrícola.
Las últimas gestiones sobre el asunto formaban parte de la "diplomacia blanda" que ha caracterizado la relación de la ahora, vicepresidenta Cristina Kirchner con los cubanos.
La Kirchner fue visita frecuente a La Habana cuando iba a visitar a su hija Florencia, atendida el año pasado por los médicos del CIMEQ por una supuesta depresión, mientras era investigada por presuntas irregularidades en el manejo de fondos públicos.
En diciembre del 2019 el presidente Fernández le dio su primera audiencia oficial a su par cubano Miguel Díaz-Canel, que viajó a Buenos Aires para su toma de posesión. Ambos hablaron del vínculo entre ambos países y la necesidad de intercambio de remedios y alimentos. Pero de la deuda no se dijo nada.
Sumida en una profunda crisis económica agravada por la reciente pandemia del coronavirus, es poco probable que el gobierno cubano acceda a liquidar su deuda en un momento en que necesita más que nunca los pocos dólares disponibles.
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