Mercedes Olivera Núñez, quien fuera una de las voces destacadas de la agrupación artística La Colmenita, padece de una incurable atrofia muscular espinal (AME) y reside con sus abuelos ancianos y enfermos en la casa familiar de Bauta, al oeste de La Habana.
La artista, de 34 años, se siente "olvidada y abandonada" por las autoridades cubanas y está privada de la atención sanitaria y de los medicamentos necesarios para paliar su enfermedad, explicó la propia afectada a CiberCuba, mediante una llamada telefónica.
"Mi vida es muy complicada porque debo cuidar de mis dos abuelos, muy enfermos, lidiar con mi propia enfermedad y la circunstancia de que Bauta está en cuarentena por la pandemia", describió la joven.
"La prensa independiente publicó mi caso en las redes sociales y he recibido ayuda, pero como no hay distribución de alimentos ni medicinas, varias personas me mandaron dinero para comprar los medicamentos que necesito con urgencia, como Spinraza, imprescindible para detener la destrucción progresiva de las neuronas motoras y, en Cuba, no la hay; aseguró.
La AME provoca la destrucción de las neuronas inferiores, células nerviosas del tallo cerebral y la médula espinal, que controlan las actividades musculares voluntarias, y funciones esenciales para la vida, como respirar, hablar, caminar y degustar.
En el caso de Olivera Núñez apenas puede moverse y respira con dificultad, debido al avance de la enfermedad degenerativa y la falta de asistencia médica, según detalló.
La artista conserva fotos junto a Fidel, Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque, que alabaron sus "condiciones vocales y revolucionarias, y su entrega al proyecto La Colmenita", recuerda Olivera Núñez, que ya entonces debía usar una silla de ruedas, pero cantaba en celebraciones revolucionarias y en actos reclamando el retorno de Elián González y la liberación de cinco espías cubanos presos en Estados Unidos.
“Pero ya nada de eso cuenta, ni parece importarles a los actuales dirigentes", subraya Olivera Núñez, quien ha visto cómo una reciente riada arrancó la puerta de su vivienda y siente que vive "prácticamente a la intemperie".
"Del Gobierno no hemos recibido ayuda, pero de manos solidarias de amigos que viven fuera de Cuba recibí aliento, dinero para comprar medicina y la certeza de que aún queda un poco de humanidad entre los cubanos", aseguró.
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