Dianelis González Medina, la cubana de 32 años que llora y suda sangre, pide apoyo a la comunidad científica internacional y se ofrece voluntaria para que investiguen la hematidrosis que sufre, una enfermedad rara que padece desde 2017, citada en el pasaje bíblico de Jesús, en el Huerto de los Olivos.
En el Evangelio, según San Lucas, después de la última cena, Jesús se acerca a rezar en el Monte de los Olivos: "Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra". (Capítulo 22, versículo 44).
González Medina ha asegurado en una entrevista concedida CiberCuba que sólo ella, que vive una experiencia similar, puede imaginarse el sufrimiento de Jesús. Según explica, cuando empieza a sangrar por la planta de los pies o las uñas de los pies y las manos, el dolor es muy intenso.
La joven habló con CiberCuba mientras permanece ingresada en el Hospital Nacional de La Habana, donde pasa largas temporadas. De hecho ha estado en terapia 11 veces. Además de sudar, llorar, orinar y vomitar sangre, Dianelis González padece epilepsia y una cardiopatía lo que empeora su estado porque no puede tomar cualquier tipo de medicamento.
En estos momentos reconoce que se siente deprimida. La tienen ingresada en una sala de enfermos de cáncer y se le hace cuesta arriba ver cómo muchos no superan la enfermedad y mueren en la cama contigua a la suya.
Madre de una niña de 4 años, Dianelis González confiesa el miedo que siente a que su hija o su sobrino desarrollen la enfermedad y tengan que pasar por lo que ella está pasando en estos momentos.
Su vida es un infierno y nota que sus dolores y sangramientos cada vez van a más. "Hago cosas raras como sudar por el pelo, vomitar sangre cuando me como dos o tres cucharadas de cualquier cosa. He perdido mucho peso y siempre tengo anemia", dice.
Sobre cómo se producen los agravamientos de su enfermedad, ella aclara que no tiene que ver con experiencias negativas o positivas. Le ha ocurrido que a veces, sangra de felicidad y otras, incluso, dormida.
Hasta el momento ningún médico cubano o científico de la Isla se ha puesto en contacto con ella con el ánimo de investigar su caso. Lo único que le dicen es que aprenda a convivir con su enfermedad. Ella dice que lo intenta, pero no esconde que es muy difícil vivir en un país cálido, donde se suda a toda hora.
En septiembre pasado su enfermedad se agravó y su familia, que es muy humilde, pidió ayuda, a través de CiberCuba, para comprar un aire acondicionado porque la situación era insostenible. Un cubano de Miami se ofreció a ayudarla, pero luego perdieron el contacto debido al cierre de fronteras por el coronavirus.
Dianelis González cree que si bien un aire acondicionado puede aliviarla, ella lo que necesita es vivir con la esperanza de que su caso se está investigando y con la entereza de saber que su sufrimiento sirve para aliviar el de otras personas.
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