Los cubanos queremos cambios de verdad

Los más de 200 cubanos apostados frente al organismo estatal, reclamaron, en preclaros pronunciamientos, entre otras cosas:  Derecho a la libertad de expresión; derecho a la libre creación; derecho al disenso; el cese del hostigamiento, la represión, la censura, el descrédito y la difamación por parte de las autoridades y los medios oficiales a la comunidad artística e intelectual cubana y a todo ciudadano que disienta de las políticas del Estado, así como reconocimiento y respeto al posicionamiento independiente.

Intelectuales y artistas cubanos acampados frente al Ministerio de Cultura © Twitter / Iliana Hernández
Intelectuales y artistas cubanos acampados frente al Ministerio de Cultura Foto © Twitter / Iliana Hernández

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Este artículo es de hace 4 años

La protesta del pasado 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura echó por tierra la idea que nos vendieron algunas élites en el pasado reciente de que el posibilismo implicaba de manera automática renunciar a reclamos políticos; buscando no molestar al gobierno cubano, decían que era mejor exigir la eliminación de algunas trabas económicas y no pedir, por ejemplo, libertades civiles y políticas.

La renuncia a postulados relacionados con el cambio político eran supuestamente premisas para cualquier diálogo con el castrismo, pero los más de 200 cubanos apostados frente al organismo estatal, reclamaron, en preclaros pronunciamientos, entre otras cosas: Derecho a la libertad de expresión; derecho a la libre creación; derecho al disenso; el cese del hostigamiento, la represión, la censura, el descrédito y la difamación por parte de las autoridades y los medios oficiales a la comunidad artística e intelectual cubana y a todo ciudadano que disienta de las políticas del Estado, así como reconocimiento y respeto al posicionamiento independiente.

Aunque, aparentemente, desde el ámbito de la creatividad o la cultura, todas estas exigencias sobrepasan el discurso habitual en estos espacios y van directamente contra el modelo convivencial totalitario de estos 61 años; no olvidemos que por ejercer esos derechos fueron encarcelados el periodista Roberto Quiñones, los religiosos Rigal- Expósito, el activista Silverio Portal, entre otros, o le quieren hacer imposible la vida profesional al joven médico Alexander Pupo.

Pero tan importantes como los reclamos en materia de derechos fueron las solicitudes más específicas: Que se le permitiera al artista Luis Manuel Otero Alcántara regresar a su domicilio, y revisión y cumplimiento del debido proceso judicial a Denis Solís. Estas peticiones, más allá del valor solidario que tienen, encierran una lectura política sin precedente: a pesar de la campaña del régimen para desacreditar a los dos artistas acusándolos de mercenarios en todos sus medios de comunicación y a pesar de que otras organizaciones, supuestamente no gubernamentales, los jóvenes reclamantes no les creyeron.

Estamos viviendo unos tiempos con más posibilidades de que un evento se viralice, por así decirlo, y concite tanto acercamiento, pero cabría pensar cuán distinta hubiera sido nuestra historia si esta hubiera sido la actitud de otros gremios o generaciones cuando algunos de sus miembros fueron llevados al paredón real o moral.

Los reclamos que realizaron los congregados el día 27 y sus exigencias de diálogo no deberían ser desestimados por otros cubanos, alegando la falta de voluntad política del gobierno. A pesar de su huida hacia delante o hacia atrás, como quiera verse, el mensaje de los jóvenes quedó claro y tuvieron que escucharlo: Los cubanos queremos cambios de verdad.

La manipulación de Fernando Rojas en la televisión, queriendo rebajar la protesta como una conversación entre compañeros, así como el posterior “acto de reafirmación” revolucionaria en el parque Trillo, encabezado por Miguel Diaz-Canel, serán si acaso un pequeño paréntesis, en la historia de Cuba. No así las actuaciones del Movimiento San Isidro y la protesta cívica del 27N.

El gobierno lleva años recibiendo mensajes en la dirección de que debe comenzar el cambio político, económico y social. No por gusto pasaron tan rápido la página del referéndum constitucional, que fue también, como señaló el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, otra señal de que estamos ya en el camino hacia el cambio, cuando tantos ciudadanos se atrevieron a rechazar la nueva Constitución. Además, incluso contando con las cifras oficiales, quedó claro que en la Asamblea Nacional del Poder Popular no está representada la pluralidad de la sociedad cubana.

El cambio hacia la democracia y a una economía social de mercado mediante el pacto político y una reforma que vaya de la ley a la ley, es la solución que menor costo social tendría para los cubanos y que además no dejaría al país vulnerable ante elementos internos y externos que quieran aprovecharse de cualquier situación de inestabilidad. Pero aunque el reclamo de esos cambios se realicen desde la ciudadanía mediante sus diversas expresiones, el gobierno es quien debe dar el primer paso, pero se resiste.


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Yaxys Cires Dib

Yaxys Cires Dib, Pinar del Río, 1979. Abogado. Director de Estrategia del Observatorio Cubano de Derechos Humanos y Coordinador de Cuba Humanista.


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