A principios de este año, Fernando González Llort, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), lanzó la Convocatoria a una Campaña por el aniversario 60 de la institución, creada el 30 de diciembre de 1960 por el Consejo de Ministros del gobierno revolucionario como un organismo de carácter autónomo.
González Llort es uno de los oficiales de inteligencia de la Red Avispa que cumplió 17 años de prisión por espionaje en Estados Unidos y regresó a Cuba a comienzos de 2014 para reincorporarse de lleno a las "labores revolucionarias". A su regreso fue condecorado como Héroe de la República de Cuba, elegido diputado a la Asamblea Nacional y designado presidente del ICAP, un nombramiento que se corresponde plenamente con sus credenciales de servicio y la misión de la entidad.
Este jueves 17 de diciembre, el ICAP celebró desde su sede en el Vedado habanero el encuentro virtual internacional "60 años Abrazando la Amistad". Por supuesto, la actividad sirvió para resaltar el sexto aniversario del regreso a Cuba de tres de los cinco espías de la Red que integró González Llort, considerado un triunfo del movimiento de solidaridad con Cuba. Una de de las participantes en la charla virtual -no debe haber sorpresas- fue Alicia Jrapko, una aguerrida activista contra el embargo desde Estados Unidos.
Este organismo supuestamente “no gubernamental” fue conformado a instancias del propio Fidel Castro con el objetivo de atender el creciente número de personas interesadas en visitar el país para observar directamente los cambios que estaban teniendo lugar en Cuba desde 1959. Y, además, para canalizar las manifestaciones de simpatía y solidaridad que Cuba comenzó a recibir, esencialmente de parte de organizaciones de izquierda en todo el mundo.
Con el tiempo, las misiones del ICAP fueron cambiando, en la misma medida en que la preservación del poder y la exportación de las ideas del líder se fueron convirtiendo en los principales objetivos del régimen.
Según reza en la propaganda oficial, el ICAP es un puente tendido entre el pueblo cubano y los restantes para profundizar en el conocimiento mutuo y estrechar los lazos de fraternidad y amistad que deben unir a todos los pueblos del mundo, al margen del sistema sociopolítico que tengan. La propia campaña por el sexagésimo aniversario de su fundación insiste en esa idea de unidad entre amigos de todas las latitudes: "Abrazando la amistad". Pero la verdad dista mucho de lo que se proclama.
A pocos años de su creación, el ICAP devino un canal para divulgar y difundir en el exterior la ideología del régimen, a la vez que cumplir el rol de una institución pantalla o de cobertura de la Inteligencia y la Contrainteligencia para el mejor logro de la actividad subversiva y represiva del régimen, fuera y dentro de Cuba.
Esta es la verdadera misión estratégica que al menos desde la mitad de los años 60 ha estado desempeñando.
En primera persona
Cuando entré a trabajar en el ICAP en 1968, ya el organismo estaba completamente controlado y operaba en función de los intereses de la Inteligencia y la Contrainteligencia. Entonces había numerosos oficiales en activo del Ministerio del Interior (MININT), que utilizaban como cobertura los cargos directivos en la entidad.
Repaso aquí algunos de los casos más relevantes.
- “Gari” González era entonces el director general, siendo un alto oficial en activo a cargo del Buró de Uruguay, en la Dirección General de Inteligencia (DGI). A su salida del ICAP pasó al Departamento de Prensa Extranjera del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), que opera de forma aparente como parte del servicio diplomático, aunque no es más que otro frente de trabajo encubierto del MININT.
- A fines de los 60 o principios de los 70, “Gari” fue sustituido como director general del organismo por el coronel Adalberto Quintana Suárez, seudónimo “Sexto”, quien era sustituto del jefe de la entonces denominada Sección de Enlaces de la DGI. Esa sección estaba responsabilizada con garantizar buzones, casas de seguridad, lugares de reunión y hospedaje en el exterior, y los vínculos de la DGI con otras organizaciones e instituciones gubernamentales en Cuba. Anteriormente fue jefe del “Centro” de la embajada de Cuba en Paris. Vale señalar que la actividad de inteligencia que es desarrollada desde dentro de las embajadas cubanas es responsabilidad del Centro de Inteligencia, comúnmente conocido como el “Centro” y es dirigida directamente desde el “Centro Principal” de la DGI en La Habana. A su salida del ICAP, Quintana fue nombrado embajador de Cuba en Iraq.
- Con Quintana vinieron el teniente coronel Jorge Gallardo, quien ocupó el cargo de vice director general del ICAP y el teniente coronel Oscar Carreño Gómez, al frente de la Dirección de Atención a invitados. Posteriormente cumplió misiones en el servicio exterior en Asia y se desempeñaba como jefe de la Aduana General de Cuba al ser juzgado en la causa 2/89 junto al Ministro del Interior, José Abrantes.
- Sin dudas, la designación más significativa fue la de René Rodríguez Cruz como presidente del ICAP, a mediados de los años 70. René Rodríguez era un alto oficial de la Inteligencia, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), y un incondicional y hombre de extrema confianza de Fidel Castro. Hasta su nombramiento, la máxima figura del ICAP había tenido siempre la categoría de director general, pero con Rodríguez Cruz fue elevada al rango de presidente. Hasta entonces todos los dirigentes anteriores despachaban los problemas del organismo a través del Departamento de Relaciones Exteriores del PCC, instancia institucional que se regía por los criterios y consideraciones de Fidel Castro para elaborar y dirigir la proyección política hacia el exterior.
Recuerdo que en innumerables ocasiones era imposible ejecutar tareas que requirieran de una aprobación superior porque “Gari” González, Adalberto Quintana o Arturo Espinosa -que fueron en ese mismo orden los directores generales anteriores a Rodríguez Cruz durante los años en que yo trabajé en el ICAP (1968-1979)- no estaban facultados a determinar por sí mismos, teniendo que contar con la aprobación del Partido. Valga de paso subrayar la falsa pretensión de que el ICAP es un organismo de carácter autónomo.
Con el nuevo presidente esta situación cambió de forma radical, pues Rodríguez Cruz despachaba directamente con Castro, sin tener que preocuparse por las orientaciones del Partido, que en fin de cuentas venían del propio dictador.
A quienes piensen que hoy día la proyección del ICAP no es la de aquellos años, merece recordarles que el actual presidente, Fernando González Llort, operaba bajo el alias de Rubén Campa y los seudónimos “Vicky”, ”Camilo” y “Oscar”, al llegar ilegalmente al Sur de la Florida en 1997 como parte de la Red Avispa. Para entonces, ya era un “oficial ilegal” con probada experiencia operativa en actividades dentro de Estados Unidos.
Durante el cumplimiento de una misión anterior, valorada por sus superiores en la Dirección de Inteligencia como exitosa, González Llort pasó cuatro años residiendo bajo una falsa identidad en la ciudad de Fayetteville, Carolina del Norte, cerca de donde se encuentran la base de la Fuerza Aérea de Pope y Fort Bragg, sedes de la 82 División Aerotransportada y del Comando de Operaciones Especiales del Ejército. De seguro, en funciones que no estaban relacionadas con ninguna otra cosa ajena al resquebrajamiento de la seguridad nacional de Estados Unidos.
Modus Operandi
El nombre de los departamentos y direcciones del ICAP se corresponden con la estructura existente durante los años en que laboré en la institución. De igual forma, mis experiencias sobre las actividades desarrollaba entonces el ICAP se vinculan con ese período, aunque no considero que en la actualidad hayan cambiado mucho en sus aspectos esenciales, ya que son la verdadera razón de ser de este organismo regido por los intereses del gobierno cubano.
Antes de entrar a trabajar en el ICAP desconocía cuál era su carácter real, dada la falta de transparencia del régimen cubano. Solo mediante las revelaciones que van apareciendo con el paso del tiempo y el desgaste de los mecanismos de control gubernamental será posible ir desentrañando los vericuetos ladinos y engañosos del aparato castrista.
Como todo en Cuba, la visión que del ICAP se da hacia el exterior es de total apariencia. Nada es real. Ni siquiera el proclamado acercamiento a "la realidad cubana" que dice propiciar a los visitantes extranjeros se corresponde con las realidades del país. Las visitas que estas delegaciones son dirigidas, supervisadas y previamente preparadas.
Para ello el organismo contaba con un personal especializado que laboraba dentro de la denominada Dirección de Programación y se dedica todo el tiempo a preparar los recorridos y visitas de las delegaciones a centros escogidos, según los intereses específicos que existan en relación con los huéspedes. Los lugares utilizados como vitrina reciben un acondicionamiento y avituallamiento especial con el propósito de que logren en los visitantes extranjeros los efectos deseados. No importa que el resto del país se esté cayendo a pedazos. El gobierno cubano tiene siempre a mano la estratagema de descargar su incapacidad funcional culpando a lo que ellos llaman bloqueo del imperialismo norteamericano.
Por otra parte el ICAP mantenía un cuerpo de acompañantes e intérpretes agrupados en la Dirección de Atención a invitados, que bajo el pretexto de ayudar a las delegaciones a moverse y viabilizar la satisfacción de sus intereses en el país, se mantienen junto a éstas desde que llegan hasta que se van, con el verdadero objetivo de informar si los visitantes se interesan en llamar o ver a alguien en particular, o si traen encargos o recados para algún destinatario.
Al menos entonces, las personas que iban a Cuba a través del ICAP no perseguían otro interés más que el de conocer de cerca la marcha del llamado proceso revolucionario, por lo que no era usual que se mostraran interesados en tales cuestiones. Pero esto forma parte del procedimiento habitual que se sigue con todos aquellos que por un motivo u otro visitan la isla a través de cualquiera de las instituciones cuya actividad esté relacionada con la atención a extranjeros. En los últimos años sé que se ha manifestado la motivación de algunos visitantes por tener contacto con el creciente movimiento disidente en el país, lo cual los representantes de la institución tratan de bloquear e impedir aduciendo todo tipo de pretextos.
En cuanto a la especialización de los guías y funcionarios del ICAP, es preciso puntualizar que entonces estaba dada por la preparación y el entrenamiento que impartían oficiales de la Dirección General de Inteligencia. Con tal propósito, a principios de la década del 70 se fundó la Escuela de Guías del ICAP, que le permitió a la Inteligencia cubana no solo agenciarse personal joven y totalmente moldeable en disposición de cubrir sus expectativas, sino también capacitar y dotar de un mayor grado de especialización a quienes ya nos encontrábamos laborando en el organismo.
Se nos ofrecían conferencias sobre la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y otros órganos integrantes de los servicios especiales de inteligencia y contrainteligencia estadounidenses, así como sobre diferentes instituciones oficiales y no oficiales como la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), los Cuerpos de Paz, entre otras. El planteamiento invariable era definir a todas estas entidades con iguales fines y objetivos. Se nos daban además clases sobre las técnicas para hacer entrevistas, clases teóricas y prácticas de chequeo y contra chequeo, etc.
Expediente de solidaridad
Para que se pueda entender hasta dónde el MININT disponía a su antojo del ICAP, debo mencionar que la tarea de seleccionar a los jóvenes que se formarían en esa escuela como guías para el ICAP, corría totalmente por cuenta del MININT en coordinación con Zaldívar, entonces jefe de la Dirección de Personal del ICAP y a la vez oficial en activo del MININT.
Durante los años 1968-79 viajé constantemente por todo el país acompañando delegaciones extranjeras que eran invitadas para acercarlas a la pretendida "realidad cubana". En los primeros dos años trabajé en la ya mencionada Dirección de Atención a Invitados y, a partir de 1970, estuve entre los funcionarios designados para echar a andar a la Dirección de Solidaridad, encargada de proyectar la ideología del régimen hacia el exterior a través de las organizaciones de amistad y solidaridad con Cuba alrededor del mundo.
El Departamento de Divulgación era el encargado de confeccionar el material propagandístico, así como proyectar las exhibiciones y exposiciones durante las diferentes campañas organizadas fuera de Cuba. Estos operativos propagandísticos se preparaban bajo las pautas trazadas por el Departamento de Relaciones Exteriores del PCC, con el concurso de un grupo de los mejores diseñadores gráficos del país en estrecha coordinación con el Departamento de Propaganda del Comité Central del PCC.
Lo que menos se imaginan aquellos que de buena fe visitan la isla con la intención de profundizar en sus conocimientos sobre el desarrollo del llamado proceso revolucionario, es que con ello se convierten en candidatos a ser clasificados por la Inteligencia cubana como relaciones de interés o incluso futuros colaboradores o agentes.
A todas y cada una de las personas que viajan a Cuba a través del ICAP se les elabora un expediente que trata de ser lo más abarcador posible. Tanto los funcionarios e intérpretes acompañantes, como los traductores y choferes -aunque en estos últimos no recae la responsabilidad- tenían la misión de informarle por escrito a la DGI lo que los visitantes conversen sobre su vida profesional y, en particular, su situación financiera; sus hábitos, gustos y costumbres, intereses generales y particulares, afinidades, inclinaciones políticas, preferencias sexuales...
Según se nos planteaba constantemente, todo era importante, por cuanto era imposible predecir cuándo alguna de estas personas podía convertirse en un objetivo de carácter operativo en sus países de procedencia. De este escrutinio solo escapaban los invitados con propósitos específicos, que eran recibidos utilizando el aparato montado a través del ICAP y se encargaban de su atención directa los oficiales de la Inteligencia relacionados con su “caso”, a veces haciéndose pasar como funcionarios del organismo.
Las relaciones que por las más diversas razones se establecen con extranjeros en el exterior del país, eran constantemente evaluadas por la Inteligencia cubana para determinar hasta dónde podrían ser utilizadas en función de los intereses del régimen. Aquellas en las que se percibe una posibilidad que trasciende la actividad que propició el vínculo son “trabajadas operativamente”, con gran meticulosidad, tratando que la persona pueda sentirse siempre cómoda y dispuesta a colaborar, en tanto satisfaga también las razones que la llevaron a relacionarse con Cuba.
Dentro de los ofrecimientos que la parte cubana habitualmente les hacía a personas susceptibles de ser convertidas en un objetivo de carácter operativo, está la tentadora oferta de un viaje a Cuba por una o dos semanas con todos los gastos cubiertos, incluyendo los pasajes de ida y vuelta en avión. Así es como empiezan a moverse en su entorno los oscuros mecanismos que tratan de sacar el máximo provecho de su presencia en la isla, entre los cuales el ICAP juega su engañoso rol.
Brigadas útiles a la causa
Una de las actividades que por sus características más se prestan para “trabajar operativamente” al extranjero son las brigadas de trabajo voluntario, como la "Venceremos" de Estados Unidos, la "Nórdica", la "Europea", la "Andina" (sudamericana), la Latinoamericana y Caribeña, la “Juan Rius Rivera” (puertorriqueña), la "Antonio Maceo", formada por exiliados cubanos, muchos de ellos emigrados a temprana edad. La brigada "Antonio Maceo" prohijó posteriormente a los "Maceitos", integrada por hijos de exiliados cubanos, nacidos fuera de Cuba.
Estas personas permanecían en el país por un término de 30-45 días. En 1972 se fundó el campamento internacional “Julio Antonio Mella”, en las afueras del pueblo de Guayabal, municipio de Caimito, a unos 45 kilómetros al oeste de La Habana. Desde entonces, esta ha sido la instalación acondicionada específicamente para dar albergue a los distintos contingentes de trabajo voluntario que visitan el país. Los brigadistas trabajaban en planes agrícolas y la construcción de viviendas durante algo más de la mitad de su estancia en el país; el resto del tiempo y los fines de semana se utilizaban para llevarlos a diferentes localidades a conocer "la realidad cubana".
Aunque las motivaciones son bien distintas de una a otra persona, el simple hecho de estar dispuestos a apoyar al régimen cubano aportando un mes de trabajo de forma voluntaria los avala a todos como fuertes candidatos para ser utilizados por la Dirección de Inteligencia, una vez de regreso en sus países. Si además se tiene en cuenta que el mayor por ciento de participantes en este tipo de actividades son jóvenes con motivaciones intelectuales, políticas y habitualmente críticos del sistema de gobierno bajo el cual viven, se podrá entender por qué, una buena parte de ellos son susceptibles de ser manejados a conveniencia.
Por estas razones la Inteligencia tiene en el campamento su propio puesto de mando y es obligación de todos los integrantes de la delegación cubana que comparte labores con los brigadistas extranjeros, rendir diariamente un reporte detallado sobre informaciones específicas que deben “sacarles” a quienes “atienden”.
Sobre la base de las informaciones que día tras día se van obteniendo, la Inteligencia orienta profundizar en una u otra dirección, precisando el nivel de disposición de los extranjeros a colaborar con el régimen. Cuando alguna persona evidencia la posibilidad de un trabajo más profundo, se le encarga su atención al personal del ICAP que también integra la delegación cubana y ya tiene cierto nivel de especialización, con el fin de lograr un acercamiento de carácter profesional. En este propósito se explotan al máximo las afinidades personales -y en ocasiones hasta las inclinaciones sexuales y amorosas- que en el intercambio diario surgen entre los brigadistas extranjeros y el personal cubano.
Participé en más de cinco brigadas desde las primeras que viajaron a Cuba y tuve conocimiento de varios casos de extranjeros que durante su estancia en el país fueron reclutados, mientras que muchos otros terminaron con tareas concretas a ejecutar a su regreso. La mayoría de ellos expresaba su disposición a contribuir con la divulgación de los "logros de la revolución" y a cooperar en todo lo que fuera posible para cumplir tareas dirigidas a "romper el "bloqueo" con que el imperialismo norteamericano pretende ahogar al país", según reza en la propaganda oficial.
Estas brigadas son conformadas en cada país a partir de un trabajo de proselitismo dirigido desde La Habana. Las misiones diplomáticas cubanas utilizan organizaciones y/o partidos que en su proyección política se identifican con el sistema cubano y las figuras de Fidel Castro y el Che Guevara, y a grupos de amistad y solidaridad con Cuba que se han ido conformando allí a través de los años.
Los dividendos de esta estratégica faena de inteligencia han sido ampliamente provechosos, especialmente en lo que respecta a su penetración en la sociedad estadounidense. Esta información del 23 de julio de 1999, publicada por el diario Granma en ocasión del trigésimo aniversario de la Brigada Venceremos, resulta más que elocuente para ilustrar los propósitos conseguidos: "Constituida a finales de 1969, a través de la Brigada Venceremos han desafiado el bloqueo y las restricciones de viajes a la isla, más de 7,000 norteamericanos".
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