La llamada Tarea Ordenamiento probablemente traiga un mayor empobrecimiento de los cubanos; alejada de la idea de libertad y de justicia social, a pesar de la propaganda del gobierno con el desfile de funcionarios por la Mesa Redonda.
El economista Elías Amor explica de manera clara la verdadera motivación: “obedece a unos intereses económicos y políticos vinculados a un sector empresarial abierto al exterior y controlado por el ejército y la seguridad del estado, que antepone sus intereses, sobre todo económicos, al eventual perjuicio que se va a producir en la población por los efectos de la devaluación de la moneda el CUP, o la anunciada eliminación de subsidios”.
Las medidas económicas tomadas en su momento por Raúl Castro, al sustituir a su hermano, fueron una tímida ruptura con el más rancio estalinismo anterior; pero el impulso del general presidente duró poco, frenado por el Partido Comunista y por él mismo, quienes han visto siempre una gran amenaza en la llamada “acumulación de riqueza”.
La cúpula del poder desaprovechó el favorable contexto internacional abierto gracias al deshielo promovido por el presidente Barack Obama y no avanzó en las reformas económicas a favor de los cubanos que, sin dudas, habrían aprovechado los nuevos emprendedores, de cuya capacidad para ocuparle espacio a la ineficiente economía estatal dependerá el futuro económico de Cuba.
Pero esa racha no fue mala para todos: El poder empresarial, liderado por GAESA, si logró empoderarse en esos años, pues si algo ha quedado claro con la cúpula comunista es que la acumulación de riquezas es un pecado mortal, pero solamente cuando no son ellos quienes acumulan.
El nuevo año llega en medio de una gran incertidumbre para los cubanos. La subida salarial y el tipo de cambio monetario no tiene un respaldo real en la ruinosa economía, en la que todos, excepto algunas empresas seguirán siendo agentes económicos al servicio de la planificación centralizada. Casi no se habla de los cientos de miles de trabajadores que quedarán “disponibles” -vaya eufemismo-, a los cuales le están ofreciendo labores agrícolas o pasarse al cercado cuentapropismo.
Pero mientras la libertad económica no crece, la presión fiscal si. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con datos de 2018, Cuba es uno de los países de América Latina y del mundo con los impuestos más altos.
Cuba necesita un modelo económico coherente y aplicable y no lo que hay en la actualidad, que no puede ser definido claramente y que genera importantes desigualdades sociales. Combinar la libertad y la justicia social como propone la Economía Social de Mercado, podría ser una respuesta. El modelo económico que surgió en la Alemania de la posguerra e impulsado por la democracia cristiana, pero consensuado con liberales y socialdemócratas.
El modelo se basa en dos principios esenciales: la libertad individual y la sensibilidad social. El primero tiene que ver, como dijo Ludwig Erhard, con el derecho de cada uno a decir "yo quiero valerme con mis propias fuerzas, quiero soportar por mí mismo el riesgo de la vida, quiero ser el responsable de mi destino". Mientras el segundo principio tiene que ver con el reconocimiento de la dignidad de nuestros semejantes, la dimensión comunitaria de la vida y la toma de conciencia de que por diversas razones no todas las personas pueden valerse por sí mismas, de que en una sociedad las cosas les pueden ir peor a unos que a otros.
El equilibrio entre estos dos principios influirá en el grado de cohesión de una sociedad. En palabras de la canciller alemana Angela Merkel, "La economía social de mercado siempre se enfrentó a la división de la sociedad. Es un sistema que tiene como centro la cohesión social. Trata de forjar alianzas".
Como mínimo, Cuba necesita las siguientes reformas: Amplio respeto a la propiedad privada, libertad de empresa, libre competencia, libre elección de la profesión y libre formación de los precios; libertad para el ejercicio del comercio exterior; políticas económicas estables y predecibles, acompañadas de "políticas de coyuntura" para evitar los graves efectos que podrían acarrear las fluctuaciones económicas; trabajar en la sostenibilidad del sistema de seguridad social; políticas públicas tendentes a fortalecer los grupos con desventajas y afianzar la igualdad de oportunidades, entre otras.
Para que Cuba logre implementar un modelo de este tipo tendría que vencer grandes retos que van desde problemas demográficos como el envejecimiento de la población hasta la superación de la brecha tecnológica que hoy nos separa del mundo libre y desarrollado. Pero nada que los cubanos con libertad y un modelo de referencia claro no podamos hacer.
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