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Esperanza Silvia Pérez Peña, madre de uno de los jóvenes acusados de desorden público tras participar en las protestas pacíficas del 11J en La Habana, calificó de farsa el juicio sumario que se hizo contra su hijo.
“Todos los muchachos estuvieron muy bien defendidos por aquellos abogados, pero yo que soy casi analfabeta me di cuenta que lo que dijeran los abogados no tenía valor ninguno”, dijo a la agencia de noticias independiente CubaNet la madre de Nemed Ramón Álvarez Pérez.
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La cubana explicó que una oficial del Ministerio del Interior avisó a la familia el día y la hora del juicio, que no era necesario un abogado pero que tenían derecho a llevar uno y describió como transcurrió el proceso legal.
“Eran 10 jóvenes los que estaban allí y una persona adulta de unos 60 años. Estaban sancionados antes de llegar a ese juicio. El testigo era un jefe de Sector de Centro Habana que, sin mirar a los que estaban allí, decía: ‘Sí, ellos son cabecillas’”, denunció Pérez Peña.
Aseveró que su hijo, diez días después de la detención, tenía marcas de golpes en la cara y no le permitieron verlo de cerca, lo que terminó por convencerla de lo injusta que es la ley en Cuba y la gran decepción que sintió al ver cómo se vulneraban los derechos de su hijo.
La mujer también rememoró cómo vivió las protestas del 11J en La Habana, y a pesar de lo que dicen los medios de prensa oficialistas, allí fueron los policías y paramilitares los primeros que lanzaron piedras y dieron golpes.
Pérez Peña aseguró que una de las piedras le rompió la nariz y provocó sangramiento, y fue testigo de toda la represión que desataron los militares contra los civiles.
Los que yo pensaba que eran para ayudar a mi patria, para defendernos a nosotros como cubanos de todo aquello que ellos decían que nos tenían que defender, (esos) eran los que estaban agrediendo a los muchachos. Muchos de ellos con palos, y los muchachos corriendo a la desbandada; y tiraron hasta tiros”, insistió.
Nemed Ramón Álvarez Pérez, de 30 años, fue condenado a ocho meses de privación de libertad por manifestarse en las protestas públicas y pacíficas del 11J, que se extendieron en más de 60 localidades del país.
Es padre de dos menores de edad y el único sustento económico de su hogar, pero sobre todas las cosas a la familia lo que más le preocupa es el futuro de ese joven que ahora está en una prisión común por desear un futuro diferente para el país.
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