El tardocastrismo, que no ha conseguido recuperarse aún del mazazo del 11J, afrontará el 15N dividido en dos grupos sobre la estrategia y tácticas a seguir: Inmovilistas y reformistas; unidos por el miedo a perder el poder y sus ventajas socioeconómicas, pero con visiones diferentes sobre el conflicto que sacude a Cuba y sus consecuencias.
La casta verde oliva y enguayaberada tiene un problema irresoluble, la mayoría de los cubanos desea cambios que mejoren sus vidas, y ese anhelo es más persistente desde la errónea y a destiempo Tarea ordenamiento, que los miedos de Raúl Castro retrasaron 10 años y fue puesta en práctica en el peor momento posible.
Solo será posible mejorar la vida de los cubanos con la democratización del país, la desmilitarización y liberalización de la economía; el resto son maniobras dilatorias ya ensayadas en los últimos 62 años, que solo consiguieron aumentar la represión, la pobreza y la desigualdad; y funcionaron parcialmente por la ayuda generosa y ¿desinteresada? de la URSS y la colonización de Venezuela.
La realidad amarga de Cuba pasa porque el octavo congreso del gobernante partido comunista, no solo transcurrió en el más irreal de los mundos posibles, sino que desguazó el aparato político, promoviendo -al estilo del FARINT- a jefes y funcionarios inexpertos e inmaduros, incapaces de afrontar los retos actuales y futuros.
Roberto Morales Ojeda, nuevo capataz del partido comunista, lo dejó claro en el reciente pleno del Comité Central informando que el Buró Político aprobó dos grupos de trabajo dirigidos al enfrentamiento de la situación actual del país, uno político y otro económico; se creó la Oficina de Información y Análisis, en la que laboran expertos las 24 horas, permitiendo una mayor inmediatez y asesoramiento.
Además, se constituyeron diez grupos de trabajo temporales con expertos, científicos y asesores, orientados a revitalizar y dinamizar el trabajo político-ideológico, implementar la estrategia para la Política de Cuadros en el periodo 2021-2026, el rediseño comunicacional, la conservación de la memoria histórica y el programa de transformación digital del partido; de ahí a virtual solo va un toque de ratón.
¿Qué necesidad hay de crear una comisión de asuntos ideológicos, si el partido comunista tiene todo un departamento sobre la materia, dirigido por un miembro del Buró Político, y la escuela Ñico López y su directora y profesorado a su entera disposición?; igual ocurre en el resto de ámbitos.
¿Qué sueldos y gastos nuevos implica toda esa burocracia innecesaria; hay dinero para ello, qué piensan el ministro de Economía -cada vez más perdido en su laberinto de simulaciones- y la Asamblea Nacional; si el experimento consigue éxito, van a volver a desaparece el Secretariado?
Los inmovilistas son el grupo más próximo a Raúl Castro, a quien le debe güiro, calabaza y las mieles del poder; convencidos que el general de ejército merece morir en paz y luego ver qué reformas hacer y con cuánto alcance, contando con un arreglo con Estados Unidos, que no está ni se le espera porque Cuba es ya reliquia de Guerra Fría y fetiche de intelectuales que defienden la dictadura más antigua de Occidente, desde la protección que gozan en las democracias capitalistas donde viven.
El problema de esta pandilla es que perdió el reloj, el almanaque y la capacidad de razonar algo tan simple como la necesidad de que los cubanos vivan bien, para que ellos sigan viviendo como Carmelina en sus guaridas zaristas del oeste de La Habana, donde ya han celebrado piñatas de mansiones, siguiendo las enseñanzas de Raúl Castro.
Los inmovilistas defienden una estrategia cortoplacista que abarca el amedrentamiento policial y judicial de los cubanos descontentos; como se constata en el uso jurídico de la figura de sedición para ir a mayores penas de cárcel de los detenidos por el 11J, el destierro selectivo y culpar a Estados Unidos y la oposición de los disturbios de auténtica rabia popular.
Pero el sector remiso a la apertura ha encontrado un frente inesperado de oficiales y soldados de las FAR y el MININT que se niegan a reprimir violentamente a sus hermanos, como ocurrió el 11J, y no ha tenido otra opción que desempolvar las porras castristas de la Embajada de Perú y Mariel para intentar contener a los descontentos, que son mayoría.
Para morir en paz, previamente hay que hacer las cosas bien y Raúl Castro pasó -en dos discursos- de presidente ambiguo a reformista; y de ahí a dinosaurio exterminador; con el agravante de que ya había desmantelado el fidelismo y los cuadros aupados a la primera línea siguen sin conseguir ser adultos políticamente porque se educaron bajo el hiperliderazgo del comandante en jefe y la vigilancia y tutela del compañero ministro.
Los reformistas -como el anciano Fidel Castro- viven convencidos que el comunismo no funcionó siquiera en Mongolia y abogan por abrir espacios políticos, constitucionales y económicos, que sienten las bases de una Cuba democrática, sin lapidar a Archipiélago ni a ningún otro cubano porque discrepe del discurso oficial y ven a Estados Unidos y a la emigración cubana como oportunidad y no como enemigos.
El reciente pleno del partido comunista, además de un discurso plagado de mentiras de Díaz-Canel, dejó una estampa para el recuerdo: El presidente en acto fallido, avisando que a las 7 de la noche del 11 de julio, "habíamos recuperado nuestra calma", la frase fue omitida luego en la versión oficial porque alguno de los expertos contratados de urgencia por Morales Ojeda entendió que mejor no andar mentando sogas en casa de los ahorcados.
Pero como ya andan embalados, Polanco regaló otra joya para la posteridad, dialogando con CiberCuba en su comparecencia especial, donde había anunciado que iba a desvelar los planes de Estados Unidos, la CIA, la oposición y mantuvo una información de nuestra web sobre Cuba Próxima en la pantalla del Secretariado del Comité Central del partido comunista para que todo el país viera de donde son los cantantes.
El patinazo de Polanco, sea intencional o descuido, confirma que los reformistas leen ambas plataformas y comparten y comentan entre ellos sus contenidos, pese a los ingentes esfuerzos de Etecsa por bloquear lo que piensa una parte de los cubanos, aumentando el interés por lo prohibido y censurado.
Las ideas no se matan, contaba Fidel Castro que dijo el teniente Sarría al pie del varaentierra santiaguero donde fue apresado, tras asaltar el Moncada; muchos de sus continuistas, solo conciben la política y sus vidas, asesinando criterios y cortando o ralentizando Internet cada dos por tres; asi les va...
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