El fotógrafo cubano Fernando López Junque, más conocido como Chinolope, falleció este martes en La Habana a los 89 años, informaron medios oficiales sin precisar la causa de la muerte.
Nacido en 1932 en una pequeña casa del barrio de Jesús María en La Habana Vieja, Chinolope tuvo trato fluido con importantes escritores cubanos, como José Lezama Lima, Virgilio Piñera o, Roberto Fernández Retamar, de quienes dejó imágenes memorables.
También fotografió a escritores internacionales que visitaron Cuba luego de la Revolución (Julio Cortázar, Roque Dalton, Jack Kerouac, Allen Ginsberg o Tennessee Williams, entre otros).
Dejó también retratos icónicos del pintor Víctor Manuel, el Caballero de París o los tres músicos que aparecen en la foto que sirvió de portada a la primera edición de Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, publicada por la editorial Seix Barral.
Ensayos fotográficos suyos, como Los chinos en Cuba y Temporada en el ingenio on obras maestras en la historia de la fotografía cubana.
Este último, con prólogo de José Lezama Lima, durmió un largo sueño editorial en los años 70, pero fue una revelación cuando se publicó en 1987, y todavía sigue causando admiración entre especialistas y públicos de diversos países.
El joven Chinolope también visitó Nueva York, donde compró su primera cámara y capturó en 1957 el asesinato de Albert Anastasia, líder de la familia criminal Gambino, una de las que llevaba el control de la mafia neoyorquina por aquellas fechas. Luego que la foto del gánster, tiroteado en la barbería del Hotel Sheraton, fuera publicada por la revista Life, Chinolope siguió colaborando asiduamente en esta publicación y en otras como Time y Paris Match.
A partir de 1959, también publicó sus fotos en INRA, Cine Cubano, La Gaceta de Cuba, Revolución y Cultura, Casa de las Américas, El Caimán Barbudo, la revista Cuba y Unión.
Trabajó, por encargo de Celia Sánchez, para los Estudios Revolución e hizo numerosos retratos de figuras oficiales y reportajes en todo el país.
A lo largo de su carrera obtuvo varios reconocimientos, entre ellos la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Olorum 2001, que otorga el Fondo Cubano de la Imagen Cinematográfica.
En un reportaje de 2016, sin embargo, se quejó de la indiferencia de las autoridades culturales por su archivo. Ese mismo año, el cineasta independiente Marcel Beltrán le dedicó un documental.
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