¿Por qué muchos cubanos se van de Cuba?

No todas las víctimas pueden irse de Cuba, existe la categoría de inxiliados, expertos en simulación, pero aplastados por el vendaval sin rumbo que empobrece almas.

Balseros cubanos interceptados en marzo 2022 © Twitter / USCGSoutheast
Balseros cubanos interceptados en marzo 2022 Foto © Twitter / USCGSoutheast

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Este artículo es de hace 2 años

Cuando el castrismo despenalizó la migración para convertirla en jugosa fuente de moneda dura, se inventó el mambo que eran emigrados económicos, es decir, ¿alguien que arriesga su vida en el Estrecho de la Florida, la selva de Darién y el río Bravo sigue militando en la extinta revolución?

Muchos cubanos se van de Cuba por la incongruencia entre su vida real y la falacia de la dictadura más antigua de Occidente, que pretende seguir privatizando ganancias y socializando pérdidas, mientras usa la pobreza como herramienta de sometimiento, culpa a Estados Unidos de todo lo malo y convierte en enemigos a quienes se apartan, privándolo de derechos y sometiéndolo a todo tipo de arbitrariedades.


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Muchos cubanos se van de Cuba porque no pueden ser libres, ni siquiera ciudadanos; solo combatientes de una cruzada verde oliva permanente y empobrecedora, mientras el gobierno alardea de libertad, soberanía y felicidad colectiva, con el presidente llamando a la guerra civil, encarcelando a miles de víctimas, incluidos jóvenes y adolescentes y amenazando.

Muchos cubanos se van de Cuba porque repudian una Constitución que establece la supremacía del partido comunista sobre la propia carta magna, impide que organizaciones opositoras se legalicen y concurran a elecciones democráticas, mientras la dictadura vive criticando a la democracia estadounidense.

Muchos cubanos se van de Cuba porque militar en opción diferente al comunismo o, simplemente, mantenerse al margen de la bulla oficial, lo priva de acceder a trabajos menos malos y determinadas carreras universitarias; mientras el partido comunista establece cuotas de mujeres, negros, mulatos, artistas, religiosos, homosexuales y periodistas para colorear el escarnio.

Muchos cubanos se van de Cuba porque sus sueldos no le permiten alimentar, curar, vestir, calzar y educar a sus hijos, viven hacinados en casas ruinosas, sin agua potable; carecen de guaguas para ir a trabajar, visitar familiares o pasear; mientras la casta verde oliva y enguayaberada habita mansiones climatizadas y con piscinas desbordantes de aguas límpidas, viaja en automóviles y aviones de lujo, come manjares y bebe exóticos licores, que no paga y protegidos por escoltas pagados por el pueblo.

Muchos cubanos se van de Cuba porque vieron morir a sus familiares por coronavirus y carentes de oxígeno debido a que la planta productora llevaba 18 años rota, mientras el complejo militar-empresarial Gaesa construía hoteles de lujo en La Habana arrasada por el comunismo.

Muchos cubanos se van de Cuba porque no se sienten representados por generales, primeros coroneles -invento reciente- y coroneles torpes y gandíos que, para ascender, lamieron incesantemente las botas de Raúl Castro Ruz y sus galleros; mientras machacaban a los de abajo y alrededores porque no saben vivir en la tolerancia y el respeto mutuo, solo entienden de subordinación, ordeno y mando.

Muchos cubanos se van de Cuba porque sienten vergüenza del fallido mandatario Miguel Díaz-Canel, firme militante del ridículo, ya sin patria y muerto en vida, mientras se distrae en twitter con fatuas vanidades; tras desaprovechar el aldabonazo del 11J para desmilitarizar el régimen y democratizar.

Muchos cubanos se van de Cuba asqueados de un régimen que alardea de dignidad, mientras mendiga a la Casa Blanca, banderín abierto para jinetear las remesas de la solidaria y trabajadora emigración, como hace con el 70% de los sueldos de médicos, personal sanitario, maestros, entrenadores y peloteros que alquila al mejor postor.

Muchos cubanos se van de Cuba hartos de las imposiciones gubernamentales de dónde, cuánto y cómo debe comprar artículos de primera necesidad, que debe pagar en dólares norteamericanos o equivalente, mientras el dueño de las tiendas les paga en devaluados pesos, tras disparar la inflación.

Muchos cubanos se van de Cuba porque no resisten vivir con la incertidumbre de cuando se irá la luz y cuando vendrá el agua, teniendo que cocinar, lavar y leer en horas absurdas, sin olvidarse de llenar los tanques, donde se crían mosquitos transmisores de dengue y otras enfermedades contagiosas.

Muchos cubanos se van de Cuba porque el partido comunista, que no pincha ni corta, los abandonó a su suerte, desde la crisis provocada por el derrumbe de la Unión Soviética, cuando se evidenció más que nunca la suicida dependencia del Kremlin el CAME; renuncia de soberanía repetida después con Hugo Chávez Frías.

Muchos cubanos se van de Cuba porque, tras años escuchando la insistente mentira que, en Estados Unidos, los negros eran criados, choferes y limpiabotas de los blancos, vieron como Barack Obama, bajando del Air Force One, empuñando un paraguas, puso a temblar a la dinastía blanca y excluyente que -despavorida- corrió a meterse debajo del mono Adidas de Fidel Castro, ya anciano y enfermo.

Muchos cubanos se van de Cuba porque ven que sus parientes y amigos emigrados gozan de la libertad y derechos y, que aun estando en crisis económica sus países de acogida, viven decorosamente y ayudan; mientras ellos viven en el absurdo que convierte la discrepancia en traición, la falta en delito y un pan en artículo de lujo.

Como no todas las víctimas pueden irse de Cuba, existe la categoría de inxiliados, expertos en simulación, pero aplastados por el vendaval sin rumbo que empobrece almas desde el Cabo de San Antonio -pasando por Isla de la Juventud- hasta la Punta de Maisí, donde la libertad brilla por su ausencia y la felicidad es solo para unos pocos elegidos, que desprecian al noble pueblo cubano; ¡hasta un día!

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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