Dos oficiales del Ministerio del Interior (MININT) afirmaron que el gobierno de Cuba protege a los prisioneros y detenidos de la tortura, de acuerdo a las normas nacionales e internacionales.
Víctor Álvarez Valle, de la Dirección General de Investigación Criminal, acusó a los medios independientes de generar matrices de opinión que denuncian el uso de la tortura en Cuba.
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El coronel del MININT enfatizó que Cuba firmó y ratificó la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas, asimismo, recordó que la actual Constitución estipula que nadie puede ser objeto de tortura y que el Código Penal, recientemente aprobado, contempla ese método como un delito por parte de quien lo lleve a cabo.
Por su parte, Osmani Calixto Leyva Ávila, de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios del MININT, detalló que si ellos reciben alguna queja o planteamiento por parte de algún recluso, sus familiares o abogados se procede a investigar los hechos para comprobar la veracidad y nunca ignora la denuncia.
"En todos los casos nosotros abrimos un proceso de investigación para llegar a la realidad de qué es lo que está pasando", defendió Leyva Ávila.
Al respectó recordó que el reglamento penitenciario vigente estipula que si un funcionario viola lo que está establecido en la ley puede enfrentar medidas administrativas y penales, en dependencia de la gravedad del hecho.
El oficial del MININT que habló en representación de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios dijo que todos los reclusos son fiscalizados constantemente y tienen acceso a diferentes instancias para dar a conocer la presuntas violaciones que se comentan en su contra.
"Tenemos en todas nuestras instalaciones un órgano de Atención a la Población, donde la familia puede llegar. las leyes aprobadas facilitan hasta tener un abogado para plantear o recurrir ante las autoridades competentes", explicó el primer coronel Leyva Ávila.
Aunque los dos coroneles del MININT y el periodista Humberto López intentaron demostrar la postura del gobierno cubano frente al uso de la tortura, sus declaraciones no sirvieron para desmontar las cientos de denuncias que se realizan desde la isla sobre el uso de tratos físicos o psicológicos contra aquellas personas privadas de libertad.
Por las características del régimen y la poca transparencia con que aborda estos temas, es difícil comprobar que es cierto cada una de las palabras dichas por estos dos oficiales del MININT, sobre todo porque no se permite la inspección de organismos independientes a las cárceles cubanas.
Tras las protestas del 11J, Amnistía Internacional realizó una petición formal al presidente Miguel Díaz-Canel para visitar los sitios donde permanecían los detenidos de las manifestaciones, sin embargo la propuesta fue rechazada por el gobierno comunista.
Uno de los testimonios más graves relacionados con la tortura física y psicológica que sufrieron algunos detenidos del 11J lo ofreció el estudiante universitario Leonardo Negrín, donde oficiales de la policía lo golpearon con palos al llegar a la estación de Dragones en La Habana.
"Cuando iba a salir viene el oficial 03912 de la estación de Dragones y le pide a dos personas que me aguanten por el pelo para decirme 'por mercenario' mientras me da un cabezazo", recordó.
Las escasas veces que las cárceles de Cuba se abren a la prensa oficialista y la extranjera acreditada ocurre en situaciones controladas por las autoridades y que los críticos del sistema catalogan de fraude, porque no muestran la realidad de los reclusos e intentan transmitir una imagen alejada de la realidad.
En abril de este año la ONG Cubalex identificó 14 métodos de torturas y tratos crueles contra disidentes en la isla y presentó un informe ante Naciones Unidas denunciando esta situación.
Actos de repudio, violencia física y amenazas durante los arrestos, manos a la espalda con esposas apretadas o exposición a altas temperaturas son algunas de las medidas que adoptan los torturadores cubanos contra los detenidos, de acuerdo con el informe.
Hace unos días, el equipo de abogados presentó otro documento en el que reflejan el método conocido como “colgar de las esposas”, que consiste en esposar al recluso de un brazo y la otra esposa fijarla de un lugar alto, de manera que la extremidad quede suspendida y en una posición en la que la persona no pueda sentarse.
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