El expreso político cubano Santiago Morales falleció este miércoles en Miami luego de tres años de lucha contra el cáncer de páncreas que padecía, y toda una vida entregada a la causa de la libertad y la democracia en Cuba.
Exiliados cubanos de Miami recordaron su valentía y su optimismo, que lo llevaron a resistir 18 años de presidio político en Cuba tras la derrota de Bahía de Cochinos, y a convertirse en un empresario exitoso tras empezar de cero en Miami.
“Santiago representaba la crema de los exiliados cubanos; entre los más trascendentes él encabezaba la lista”, expresó el analista político Fernand Amandi al Nuevo Herald, resaltando la vitalidad del veterano activista que murió a los 80 años, “con la sonrisa y la fortaleza física intacta”.
Nacido en Pinar del Río el 25 de febrero de 1942, en el seno de una familia acomodada, desde muy joven su padre lo envió a estudiar a una academia militar a Estados Unidos. Su conocimiento del inglés y sus cualidades personales le situaron en una posición de liderazgo, llegando a ser el traductor del jefe de la Brigada 2506, Manuel Artime, en sus contactos con la CIA.
“La CIA estaba tan impresionada con Santiago que, aunque era casi un niño, lo trataba como si fuese el líder con canas y experiencia que llegó a ser con los años”, indicó Amandi.
Tras el fracaso de la operación, Morales fue condenado a 18 años de prisión. Gran autodidacta, el preso político aprovechó el tiempo para aprender francés e italiano, así como otras disciplinas y habilidades técnicas.
Fue esa capacidad la que le ayudó a convertirse en un empresario de éxito y fundar Maxiforce, una empresa multimillonaria de fabricación y distribución de piezas de equipos pesados, en la que siguió trabajando hasta sus últimos días.
“Santiago era un hombre extraordinario. Su experiencia de vida lo había dotado de un gran poder de análisis del mundo político y social. Pero lo más admirable es que, pese a haber sufrido el presidio durante años, supo sobreponerse y convertirse en un empresario de éxito y vivir una nueva vida en la que no cesó de aportar”, dijo otro de sus amigos, el empresario y ejecutivo de medios Joaquín Blaya.
Además de su faceta de activista y empresario, Morales fue un líder comunitario y cultural, y un ávido coleccionista de pintura cubana que apoyó a muchos artistas y al museo cubano en el exilio.
“Cultivó un círculo de amistades de las mentes más brillantes, se nutría de la inteligencia, del aprendizaje de ideas, y aunque estuviera en desacuerdo con las ideas de alguien, siempre buscaba la unidad”, destacó Amandi, celebrando el espíritu abierto de Morales, capaz de confraternizar con personas de diferentes tendencias políticas.
Como muestra de su autonomía política, Morales fue uno de los líderes del exilio cubano que alertó del peligro para la democracia de una segunda presidencia de Donald Trump.
“Santiago veía en el trumpismo las mismas semillas del fascismo que hundió a Cuba y a Venezuela”, dijo Amandi al Nuevo Herald. “Él quería estar presente y decirle, como advertencia a los hispanos de la Florida, que Estados Unidos, la democracia que dio asilo a tantos cubanos, estaba en peligro con el trumpismo”.
A Morales lo sobrevive su esposa, Eloísa, con quien se casó después de salir de la cárcel, sus tres hijos, dos hermanos y siete nietos.
“Nos conocíamos desde niños. Nunca imaginé que con el tiempo terminaríamos juntos y felices”, dijo Eloísa, esposa de Morales durante 41 años. “Me va a hacer falta mucha fuerza para aprender a vivir sin él”, expresó.
“La valentía lo definió. No le tenía ningún temor a la muerte”, concluyó Amandi. “Fue un esposo, padre y un amigo ejemplar. No todos los días nacen hombres como él”, sentenció su esposa.
CiberCuba se une en las muestras de condolencias a la familia. Los servicios funerarios tendrán lugar en la funeraria Caballero Rivero, en 8200 Bird Road, el sábado 5 de noviembre, de 6 a 10 pm.
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