Especialistas en Ciego de Ávila llamaron a incrementar el uso de la harina de yuca en la elaboración de panes y galletas, ante la escasez de harina de trigo en esa localidad cubana.
En un reporte especial del periódico Invasor titulado "El “boom” de la yuca, del campo a la ¿industria?", la periodista Katia Siberia afirma que la provincia "se ha visto obligada a sustituir la harina de maíz por la de yuca en las galletas y el pan liberado hasta en un 20 por ciento en la mezcla".
Respaldada en el testimonio de varios expertos citados, explica que la idea es que el empleo de la yuca no sea una alternativa, sino una elección.
Tras analizar el crecimiento de este cultivo en el país y en el mundo, y hablar de los múltiples beneficios del arbusto, considerado el pasado año por la FAO "el alimento del siglo", indica que la infraestructura nacional para el procesamiento y la obtención de la harina de yuca es aún deficiente.
Siberia reconoce que hay que "perfeccionar procesos antes de incrementar volúmenes en correspondencia con lo que se planta en los suelos", "porque una cosa es cultivar y otra, sabemos, procesar", afirma.
Recuerda que "no sería la primera vez que nos sobrepasan los volúmenes del campo camino a una industria" que, a la larga, termina no funcionando y en el abandono.
En el caso de la yuca, aclara, el proceso debe ser eficiente porque "es cortísimo el tiempo que conserva sus propiedades antes de adquirir ese color azuloso o negruzco, y volverse inservible".
Subraya que del "cangre al pan o a la galleta, hay un camino que se describe muy corto, pero ni en la tierra ni en la industria hay atajos tan fáciles".
La Delegación de la Agricultura en Ciego de Ávila informó que la yuca ocupa el 42 por ciento de las hectáreas (ha) de cultivos varios en el territorio, y solo en noviembre debieron plantarse 429 ha de las 1,063 que ocuparían todas las viandas (plátano, malanga boniato, papa y yuca).
El director del Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT), Sergio Rodríguez Morales, aclara que en los últimos 20 años, la yuca se ha convertido en un cultivo que ha crecido en más de 100 millones de toneladas, solo superado por el maíz y Cuba se ha insertado en ese "boom".
En la isla había unas 110.000 ha plantadas, la mayor extensión de todos los tiempos, y el Ministerio de la Agricultura prevé duplicar esa área "en el plazo más breve posible".
En paralelo, el Ministerio de la Industria Alimentaria ha tenido que desplegar a especialistas de su Instituto de Investigaciones, para aprovechar al máximo el rendimiento de la yuca.
Además de la harina para panes y galletas, ese cultivo sirve para consumo animal, sustitución total del maíz por harina de yuca en las dietas para pollos de engorde; obtención de harina de yuca para el desarrollo de productos dulces destinados para la alimentación de los celíacos y uso de esta harina "en el desarrollo de un producto cárnico".
Jesús Rodríguez Mendoza, director del IIIA, explicó que elaborar la harina impone una rutina compleja, pues la yuca "no se puede cortar como quiera, la superficie para el secado debe ser uniforme porque un trozo que no se seque bien, echa a perder el resto; es como la papa podrida en el saco".
En medio de la crisis generalizada en Cuba se han manejado alternativas para sortear la falta de alimentos. En junio pasado directivos y trabajadores de la empresa de la Industria Alimentaria de Ciego de Ávila recurrieron a la harina de yuca y de arroz para "revertir saldos negativos", como parte de "43 medidas destinadas al fortalecimiento de la empresa estatal".
Innovadores de dicha empresa estatal construyeron una planta en la provincia para producir harina de yuca. Según Invasor, todos los meses la planta produce más de seis toneladas del producto, una cantidad insuficiente, pero que "permite proteger algunas elaboraciones".
En mayo habían anunciado la elaboración de galletas de sal, dulces y el pan liberado con harina de yuca, ante la escasez de harina de trigo. Aclaró que este producto fue una de las vías que encontró la entidad para poder seguir funcionando, tras cerrar el 2021 con 35 millones de pérdidas.
En octubre pasado el régimen cubano calificó de crítica la situación del abastecimiento de harina de trigo en el mercado nacional por falta de financiamiento, lo cual afecta directamente la producción del pan normado que le llega a la población.
La directora técnica de la Empresa Cubana de Molinería, Yanet Lomba Estupiñán, comentó al respecto que a raíz de la pandemia de Covid-19 y de la guerra de Rusia en Ucrania el precio de la tonelada de ese cereal se elevó a más de 650 dólares en el mercado internacional, por lo que ahora un buque de trigo cuesta entre $14 y $16 millones de dólares, y la isla no tiene dinero para la compra.
Sin embargo, el reporte señala un temor abonado por decenas de proyectos que se anunciaron con entusiasmo y resultaron intentos frustrados en la nación caribeña sin demasiada relevancia o impacto social.
Desde las recetas de moringa, la producción de casabe en algunas provincias, y los panes de pulpa de calabaza, todos han constituido alternativas poco viables y finalmente intentos frustrados por resolver una parte de la alimentación básica del cubano.
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