El ministro de Economía y Planificación, el Dr. Alejandro Gil Fernández, explicó a los asistentes al V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba que “el país tiene una inflación inducida o una inflación importada”, agravada por “la indisciplina, el desvío, la especulación y la reventa”, que minan los esfuerzos que hace el gobierno.
La “culpa” es de la inflación mundial, el aumento de los precios en los mercados internacionales, el "bloqueo" estadounidense y los delincuentes, que, en su afán de lucro, sabotean la gestión de la economía de la llamada “continuidad”. El gobierno de los incapaces -cuadros mediocres con relicarios de consignas y herederos de la llamada “revolución”- se lava las manos.
“El país tiene una inflación inducida o una inflación importada, cuando estamos importando los bienes o los productos muchos más caros que antes, por lo tanto, contra esa inflación no podemos. Esa inflación la estamos importando al país a partir de pagar más caro lo que traemos”, dijo Gil.
Y lo reprodujo la televisión nacional que controla el régimen, para que los millones de cubanos que llevan años en una lenta agonía entiendan la situación por la que pasa su gobierno, para que se sacrifiquen o “resistan creativamente” y acepten que el problema no es la “continuidad”, ni mucho menos el “principio”, sino la inflación de la economía mundial.
A Gil se le desencaja el rostro, y no es para menos. En estos días la faz de la “revolución” es la más feroz. La cuadrilla que heredó el poder y maneja las finanzas de la dictadura de la gran familia Castro está compuesta por esos elementos que produce la descomposición de los regímenes comunistas: lobos de finanzas opacas, mafiosos con el monopolio de la violencia.
Sin embargo, los delincuentes son los especuladores de poca monta, los revendedores de esquina, los buscavidas y los indisciplinados, esos que no han entendido que “la revolución es más grande que nosotros mismos”: ese misterio órfico que dejó el maestro de la piedra para despistar y quedarse dueño de Cuba, los cubanos y la cubanidad.
Cuba -lo sabe todo el mundo- no tiene una “inflación inducida”. Cuba está en manos de una cleptocracia, por decirlo finamente. Y esa “élite” se cree que más de 60 años de ineficacia, latrocinio y corrupción han sido suficientes para construir un “orden de cosas” donde el “bloqueo”, el “capitalismo” y los “contrarrevolucionarios” son los sospechosos habituales.
Habiendo construido ese “orden” o “régimen”, lo que diga Gil en el Pleno del PCC va a misa; y los cubanos de a pie, que no tiene pan, agua ni luz se preguntan qué ha pasado para que sus vidas valgan tan poco, para que su inteligencia y dignidad de seres humanos se desprecien y pisoteen de esa manera por un inepto con guayabera que se imagina un bróker de Londres.
La “inflación importada” de la economía cubana es la última sinvergüenzura de la “continuidad”, ese hato de mediocridad y bajas pasiones, esa reunión de oportunistas y tiburones disfrazados de payasos, esa estela del castrismo en manos de “nuevos ricos” adoradores de la pacotilla y sus respectivas claques.
Por encima de ellos, moviendo los hilos, están Raúl, sus hijos, ahijados y allegados. Y más allá, cómo no, está el profeta profanador de Santa Ifigenia, ese pedrusco que movió montañas y dividió a los cubanos entre los que estaban con él o contra él, una elección que planteó con la pistola sobre la mesa para que quedara claro cuál era el precio.
Pero no hablemos de precios, que vuelve la dichosa “inflación de los mercados internacionales” que, unida a las “indisciplinas internas”, hacen que un cartón de huevos cueste un huevo y la mitad del otro.
Lo dice el ministro Gil: “Hoy por hoy, por muy caros que estén los productos en los mercados internacionales, el esfuerzo que hace el país para importar esos productos, y para poner un nivel de oferta… después vienen entonces los revendedores y viene todo el mecanismo este de la… del desvío de los recursos, y la población termina muchas veces pagando ese producto mucho más caro, muy por encima de los costos reales que tiene el producto”.
Pero, tranquilos cubanos, que la economía va a mejorar en 2023. Gil sabe cuál es su papel y el del gobierno para atajar los precios, incrementar la oferta y crear riqueza y empleos bien remunerados. La clave está en ese “componente interno de indisciplina, de desvío, de especulación y de reventa”.
“Está en nuestras manos enfrentarlo. Y, además, es nuestro deber enfrentarlo”, dijo el ministro y aplaudió el foro. Resistencia creativa, tarea enfrentamiento y cambiar todo lo que tenga que ser cambiado es la estrategia de los responsables del desastre al que asistimos los cubanos, solos, y atados de pies y manos.
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